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Domingo, 11 de junio de 2006

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La muerte más triste de mi vida

Un dramaturgo y director de teatro elige su escena de película favorita: Lautaro Vilo y la muerte de Hal en 2001

 Por Lautaro Vilo

La película que elegí es 2001, Odisea del espacio. Me pasa algo con el cine de Kubrick: cada vez que veo sus películas hay algo de su grandilocuencia o de la megalomanía que me puede. Todo Kubrick me gusta, La naranja mecánica, La patrulla infernal, The Killing, el plot que toma después Tarantino para Perros de la calle. Pero no puedo creer el proyecto de 2001: una película que arranca con unos monos y que termina en esa especie de salón donde conviven las distintas épocas.

Me acuerdo de que vi 2001 por primera vez cuando tenía 12 años; doblada y en un canal de aire de Neuquén. Creo que la vi porque mis viejos decían que tenía buena música, mi mamá es concertista de guitarra y en mi casa siempre hubo mucha música clásica.

La primera escena es genial, bizarrísima. Están esos tipos claramente disfrazados de monos y de pronto uno descubre que puede agarrar un hueso y golpear a alguien. Todo con la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak, creo, un comienzo brioso del romanticismo nacionalista, en cámara lenta y un mono con un fémur en la mano golpeando el cráneo de un mono muerto. Después el hueso vuela y viene el salto en el tiempo.

Pero la escena que me mata es la muerte de la computadora, Hal. Es la mejor muerte de la historia del cine. Esa vez, cuando llegó la muerte de Hal, yo lloré por Hal. Y no era muy chico, entendía que eso era una máquina, pero siempre me pareció una de las secuencias más tristes que había visto.

Hal es la nave que no puede tener error, la computadora que todo lo puede. Pero de pronto empieza a fallar y es tan inteligente que se da cuenta de que quieren desconectarlo. Finalmente, uno de los tripulantes decide ejecutarlo: entra a la sala de máquinas y lo va desenchufando. La escena podría ser la de un western: el herido pide por su vida al que le está apuntando, pero el tipo sigue sacando cada enchufe. Es una escena que está armada sólo con la voz: Hal implora que no lo mate y la voz se va ralentando, canta una canción y esa canción se deforma también. Es terrible y lo único que ves es a un tipo vestido de astronauta corriendo unos cables. Un prodigio narrativo total.

Vi 2001 a los 12 y la volví a ver tres o cuatro veces después, y ahora me la acabo de bajar de Internet. Y siempre que veo esa parte, algo me pasa. Suelo tomar esa escena para explicar cuestiones referidas a la dramaturgia a mis alumnos, como ejemplo de construcción imaginaria. Kubrick se ocupa de construir a este Hal y logra transformar la nave en un héroe. Es la suma de todas las virtudes, algo así como una especie de Edipo, pero se le descubre una falla y esa falla es el destino que no puede evitar. Lo loco es que no se ve nada de todo eso: Kubrick logra que todo lo escenográfico cobre existencia humana.

No tuve muertes cercanas en mi familia. Y cuando voy a los velorios hay algo del ritual que siempre me parece irreal. Estar ahí, hablar... es casi un tiempo muerto. Junto con Marco Polo, una miniserie que yo veía en los ’80, la de Hal es la muerte que más me conmueve en la pantalla. Y a pesar de ser una abstracción, de que no muera nada realmente, es la muerte que más recuerdo. Es una escena que me puso muy triste.

En mi computadora, el disco rígido se llama Hal 9000.

Cáucaso, la obra de Lautaro Vilo, se puede ver todos los viernes a las 23 en el Teatro ElKafka (Lambaré 866).

HAL 9000

“Las películas ofrecen la oportunidad de expresar conceptos complejos y abstracciones sin reposar, como se hace siempre en las palabras”, dijo Kubrick en una entrevista en 1969, un año después del estreno de 2001, Odisea del espacio, probablemente la que mejor plasmó esta idea. “Creo que 2001, como la música, consiguió hacer un cortocircuito en los rígidos bloques culturales que encierran nuestra conciencia en las limitadas áreas de la experiencia, y hace un corte a través de zonas de la comprensión emocional.” Para muchos, esto no significó sino que la película, basada en el relato The Sentinel (escrito por Arthur C. Clarke en 1948, y adaptado para el guión por él mismo y Kubrick), era tan fría y abstracta que la única conexión que podría establecer con su público era una intelectual. Sin embargo, fue la tercera película más vista en los Estados Unidos en 1968, después de El graduado y Funny Girl.

Su protagonista es Keir Dullea; la banda sonora, aunque originalmente le fue encargada a Alex North (que había hecho la de Espartaco), finalmente quedó conformada por piezas clásicas de Khachaturyan, Ligeti y Richard Strauss; y los efectos especiales estuvieron a cargo de Douglas Trumbull. Un dato para la trivia: la canción que canta la computadora Hal (cuya voz es interpretada por el actor Douglas Rain) cuando es apagada es “Daisy Bell (A Bycicle for Two)”, que es la primera canción jamás cantada por una computadora, la IBM 7094, de 1961. En la letra, se escucha: “Estoy medio loca”.

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