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Domingo, 11 de febrero de 2007

FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: RAúL BARBOZA Y “EL DíA QUE ME QUIERAS”, DE GARDEL Y LE PERA

La primera comunión

 Por Raúl Barboza

Hay una canción que me gustó desde muy chico. A mi papá le gustaban mucho las películas de Gardel, y una vez, teniendo yo unos trece, catorce, quince años, me fui al cine a ver El día que me quieras. En esa época yo ya hacía música (no estudiaba, porque siempre fui un autodidacta, aprendí a tocar de oído, y no aprendí a escribir una partitura hasta los 55 años). Doce años tenía yo cuando participé en el primer disco de un conjunto correntino que se llamaba Irupé. Así que ya era músico cuando vi por primera vez esta película. Es una película muy hermosa, pero más allá de eso, está la canción que lleva el nombre de la película. En la escena en que la canta, él está sentado con la artista –creo que es Rosita Moreno– en un sillón en una plaza donde él le cuenta sus sentimientos, y canta “El día que me quieras”, como lo hemos escuchado en los discos; pero lo que me llamó la atención es que Rosita Moreno canta, y Gardel hace una segunda voz en contra-canto. Eso fue para mí increíble, y lo he buscado años y años y años. Porque muchas veces al pasar la película la cortaban y no pasaban esa parte, cantaba sólo Gardel. Pero ahora, en enero, cuando estuve en Buenos Aires, lo encontré en una casa donde el hombre que me atendió es un coleccionista. Ahí encontré un viejo videocassette de algunas de las canciones de Gardel, y le pregunté si ahí estaba la versión cantada como en la película. Me dijo que sí, y yo corrí a casa para escucharlo y verlo, pensando que me iba a desilusionar. Pero no, y puedo decir que ahora, cada vez que me visita algún artista con el que comparto algunas cosas y sensibilidades, se lo hago escuchar. Porque es para mí una obra maestra de la sencillez, de la justeza, de la imaginación y de la belleza musical. Hay una comunión maravillosa en el conjunto; y si escuchando las dos voces juntas se nota alguna diferencia de calidad vocal, está Gardel prestándole a ella todo su saber y acompañándola, llevándola y envolviéndola con su voz; dándole la fuerza que tal vez pueda no tener la voz de ella, pero que en el conjunto se convierte en una obra de arte. Es una de las cosas que a mí me gustaría hacer si yo pudiera hacer alguna vez algo parecido. Llevo el cassette conmigo a donde voy.

Soy un admirador del arte de Gardel; lo que encuentro en él es esa disociación que él solía tener, cuando hace un empuje de la voz para hacer un fuerte, y donde no se le nota el esfuerzo en la cara, esfuerzo que provoca afinar la nota, entrar en el momento justo. Está siempre la sonrisa; no hace ademanes aparatosos para los cambios de colores en la voz, los cambios de clima. Hablo de esto porque todo eso que yo he visto en Gardel desde que era chico, yo lo aplico como si yo fuera un cantor. Nada más que yo lo pongo en práctica en el instrumento; lo que yo he aprendido de él y de otros intérpretes, de los que me sirvo para poder mejorar. Lo de Gardel, esa apariencia de que cantaba sin esforzarse, forma parte de una disciplina: hay que saber que era un hombre con una enorme disciplina. Tenía tendencia a engordar, y para hacer las películas que hizo en Estados Unidos bajó una cantidad enorme de kilos; hacía gimnasia, estudiaba, grababa casi todos los días. Es algo que yo admiro en un artista; esa forma de entregarse al arte y a los demás con tanta limpieza y amor, como lo hace un tenista antes de un partido. En el arte pasa lo mismo: hay que tener mesura con lo que se va a comer y beber, tener una parsimonia en el hablar, una conducta de vida. Todo eso forma parte del arte.

Raúl Barboza está de regreso en Buenos Aires para presentar en vivo su último disco, Confidencial, que fue grabado aquí y en París y en el que homenajea a los grandes maestros del chamamé. Lo acompañan el guitarrista Horacio Castillo, y su inseparable acordeón “El Morocho”. Las presentaciones son todos los martes y miércoles de febrero a las 21.30 en Notorious (Callao 966).

Un alto en el rodaje de El día que me quieras. En el centro, Carlitos, el director John Reinhardt y Rosita Moreno.

La letra de “El día que me quieras” es una recreación de “El arquero divino” (1915), un poema del mexicano Amado Nervo, a quien Le Pera admiraba, y que lo autorizó a hacer una canción con ella. Ha sido grabada por más de cien orquestas y cantantes; entre ellos: Alberto Cortez, la Orquesta Francisco Canaro, Argentino Ledesma, la Orquesta de Roberto Pansera, Edmundo Rivero, Horacio Molina, Hugo Del Carril, Jorge Falcón, Conjunto Juan Carlos Baglietto, Juan Carlos Baglietto, Libertad Lamarque, Litto Nebbia, María Graña, Plácido Domingo y Raúl Lavié.

El día que me quieras, la película, fue una de las producciones que Carlos Gardel filmó en Nueva York bajo el sello Paramount. El día... narra las penas y desventuras de Julio Argüelles, hijo de “buena” familia, quien se dedica a cantar a escondidas, y que, desafiando a su padre, contrae matrimonio con una actriz. Cuando, en las malas —sin prestigio, desocupado, con su esposa enferma— vuelve a la casa paterna, es sólo para robarla. Tras enviudar, se dedica nuevamente al canto junto con su hija, con quien se repite la historia del padre: la familia del novio de ella la rechaza por ser hija de un artista. Esto es, hasta que descubren que Argüelles proviene de una familia adinerada. Dirigida por John Reinhardt (realizador de origen austríaco que también dirigió al Zorzal en Tango Bar) sobre argumento de Le Pera, en ella interpreta las canciones “Suerte negra”, “Sol tropical”, “Sus ojos se cerraron”, “Guitarra mía” y “Volver”, aparte de la que le da nombre al film, cuya parte final canta a dos voces con la actriz mexicana Rosita Moreno. El estreno argentino tuvo lugar el 16 de julio de 1935, en el cine Broadway, de Avenida Corrientes 1155.

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