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Domingo, 28 de noviembre de 2010

FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: PABLO PORCELLI Y “LIBERTANGO”, DE ASTOR PIAZZOLLA

El tango y la señorita Jones

 Por Pablo Porcelli

La primera vez que escuché “Libertango” no fue por Astor Piazzolla. Yo era chico, tendría unos 12 o 13 años, y la que cantaba era Grace Jones. Lo vi en casa, en algún programa de esos de televisión de la época al que iban todos y que veíamos todos, tipo Badía y compañía, aunque no recuerdo si era ése exactamente. Se estaba terminando el Proceso, y el “Libertango” se ponía mucho, como se ponía mucha música que había sido reprimida por mucho tiempo. La verdad es que yo ni siquiera lo conocía mucho a Piazzolla en esa época: no era muy apreciado en mi familia; era reconocido, sí, pero en casa eran todos muy tangueros y Piazzolla era un hombre que siempre dividía aguas.

Años después fui a la facultad a estudiar dirección orquestal, y ahí era uno de esos tipos que te enseñan junto a Mozart y Bach. Así que lo fui descubriendo de a poquito, en una época que no era muy tanguera para mí. Como a todos los saxofonistas, Piazzolla me llegó mucho también cuando grabó Reunión cumbre, con Gerry Mulligan. Fue una de mis entradas al tango, como Miles Davis lo fue en el jazz; juntos fueron mis referentes a lo largo de mi carrera, los tipos a los que miro y de los que trato de copiar. Así, Piazzolla terminó marcando una parte de mi vida.

Fue años después de aquella emisión televisiva con Grace Jones que entendí “Libertango”, que supe que era un himno de libertad, que fui descubriendo que había sido escrito en una época en que la palabra libertad tenía muchas connotaciones muy fuertes, y creo que luego encontré en el tema todo lo que Piazzolla había querido decir. Pero en un principio lo que me gustó fue otra cosa. Algo que cuando tuve que estudiarlo, entendí que no era tan simple, pero que en su momento parecía tan sencillo y natural: esos ostinatos, ese efecto por el que parece que lo que escuchamos es siempre lo mismo, pero va cambiando apenas una cosita; ese tiritiritiriri–tiritiritiriri minimalista, que musicalmente es muy difícil de lograr. Por encima de esa armonía, sobre ese ostinato, Piazzolla va construyendo una figura muy bella.

Pero todos esos prodigios técnicos los entendí después. “Libertango” fue primero al corazón y después a la mente. Luego encontré otras versiones, como la de Gary Burton, la de Al Di Meola; Yo Yo Ma hizo una muy bella con el cello. Mi favorita es la de Astor, a mí me gusta Astor por Astor, con el Quinteto, la del disco que grabaron en Italia. Y estoy contento con la versión que grabamos con la banda, la trabajamos mucho, aunque no voy a decir que estamos a la altura de Astor; pero sí que es un tema que nos reúne a todos los que nos dedicamos al tango un poquito extraño. Aunque la primera versión para mí, claro, va a ser siempre la de Grace Jones.

Aquella imagen televisiva es difícil de borrar. Era la época también del agente 007, donde trabajó Grace Jones; y de pronto estaba ahí cantando con un acordeoncito, exótica, muy alta, mostrando toda su voluptuosidad. Era una morocha muy grandota, y yo era casi un adolescente y eso, claro, sumaba. Esta mujer impresionante me ingresaba a una parte del universo del tango que, como dije, no tenía que ver con la que se vivía en mi casa. Mis viejos bailaban mucho tango. Nos llevaban a mi hermana y a mí a la milonga, donde la fija era que nos quedábamos dormidos mientras ellos seguían. Era muy común llegar a casa a la noche y encontrarlos bailando en el living un tango que justo estaban pasando en la radio. Luego nuestros mundos se fueron abriendo: de pronto yo escuchaba a los Redondos y a Sumo, y rayaba los discos en las partes en las que tocaba Willy Crook de tanto pasarlos para sacar sus solos; mientras que a mi papá le gustaban Goyeneche y Floreal Ruiz. Yo empecé finalmente a los 30 años a tener mis primeros acercamientos verdaderos al tango. Ahora tengo cuarenta y con mi padre nos pudimos juntar musicalmente.

Hoy mi universo musical es otra cosa, una cosa que recorre toda esta historia y estos cambios. Hay un proverbio chino que me gusta mucho, que dice que para ser un buen pintor tenés que aprender a pintar durante cinco años y dejar de pintar durante otros cinco. Cuando uno estudia hace todo muy cerebral: que los acordes, que las cadencias, y que esto y lo otro. Uno elige un género para estudiar: yo estudié jazz mucho tiempo, que es muy bueno a nivel estilo y escuela. Pero cuando me relajé y pude largarme a hacer la música que sentía de adentro, pude ser más genuino, y creo que es más lindo lo que estoy haciendo ahora, mezclando todos estos universos. Hay un poquito de tango y un poquito de jazz, seguramente hay un poquito de rock, y debe haber algo de música latina y algo de folklore, porque son las aguas en las cuales he nadado continuamente.

Sigo escuchando “Libertango”. Escucho mucho a unos cinco o seis tipos, y entre ellos está Astor. Al Quinteto generalmente, y también lo escucho en un disco doble que grabó, y que me trajeron unos amigos que lo encontraron en Europa; un disco que se editó allá y acá no, como mucho de lo que hizo. Ahí también está “Libertango”, en una versión muy linda, acompañándome como durante buena parte de mi vida.

PABLO PORCELLI ENSAMBLE acaba de editar un nuevo DVD titulado De gira (Fonocal), donde captura imágenes tomadas en vivo a lo largo de un recorrido de casi tres años por toda la Argentina y países como China, Uruguay y Chile. El DVD incluye una versión de “Libertango”.

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