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Domingo, 25 de marzo de 2012

FAN › UNA DIRECTORA ELIGE SU PELíCULA FAVORITA. MARIANA CHAUD Y LA DANZA DE LOS VAMPIROS, DE ROMAN POLANSKI

Cuando la risa es Conde

 Por Mariana Chaud

Me encantaba ver películas con mi abuela Nelly. Durante años, el plan consistía en acostarnos en su cama que para mí era gigante y llena de almohadones y ver dos o tres películas seguidas en la tele. En realidad debería decir tres o cuatro. Si era día de semana, al día siguiente yo, por supuesto, no iría al colegio. La excusa era siempre meteorológica: llueve, hace frío, hace calor o si el clima no ayudaba, mi abuela decía “parece que va a llover”. La idea básica era que yo no fuera al colegio.

La filmografía era de lo más amplia y variada con una inclinación por las películas de suspenso que yo nunca entendía bien, pero una de las características de Nelly –que era de comentar mientras miraba– era que nunca terminaba una frase, lo que la convertía en la reina de las intenciones.

De entre toda esa maraña de films, uno que me marcó en especial fue La danza de los vampiros.

Debo reconocer que para mí era la película de Drácula, y no tenía ni idea de quién era el buenmozón, protagonista de la película que a su vez era el director. Cuando, hace no mucho, me enteré de que se trataba de un jovencísimo Roman Polanski, el daño ya estaba hecho, ya lo amaba, se ve que en el caso de abuso consentido habría encontrado en mí otra fan precoz... en esa película está tan bien, con esa cara de caído del catre, y muy gracioso también pero siempre evitando la parodia.

El caso es que yo no sabía que se trataba de una comedia y me moría de miedo cada vez que veía la película. Me resulta triste pensar que cada vez es más difícil que eso pase, ya que las películas/productos de esta era están pensadas y estudiadas para generar efectos de antemano conocidos, clasificados y aprobados y que ya nada escapa a los departamentos de mercado de la industria. Perdón, me fui por las ramas. Yo era una niña y tenía pánico con La danza de los vampiros. Recuerdo una escena en la cual Alfred y el profesor Abronsius salen por los techos a husmear por ahí y después no pueden volver a entrar, el joven Alfred queda atorado en la ventana. ¡Qué miedo, por Dios! ¡Qué ansiedad de que se destrabe! Hoy la veo y me muero de risa. Otra escena espectacular es la que muestra a Alfred conversando con el Conde. El diálogo sobre el amor es desopilante y en el momento en el que el Conde va a clavarle los colmillos, Alfred le encaja un librito en la boca. Pero siempre este tipo de escenas además de tener mucho humor también manejan muy bien el suspenso y eso aleja a la película de ser una más tipo La pistola desnuda.

Creo que la actuación de Polanski y la banda de sonido son las dos razones por las cuales la película no se convierte en una comedia pura y despierta todo tipo de sentimientos mixtos. Creo que esta confusión entre el terror y la comedia de algún modo me constituye: algo medio innombrable entre el misterio y la risa.


Mariana Chaud estrena hoy En la huerta, nueva versión de El horticultor autosuficiente, basado en la Guía Práctica Ilustrada para el Horticultor Autosuficiente, de John Seymour,y con las actuaciones de Moro Anghileri y William Prociuk. Los domingos, a partir de hoy, a las 19.30, en Espacio Callejón (Humahuaca 3759). Reservas al 4862-1167.

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