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Domingo, 20 de mayo de 2012

FAN › UNA DIRECTORA ELIGE SU PELíCULA FAVORITA. MARUJA BUSTAMANTE Y MUERTOS DE RISA, DE ALEX DE LA IGLESIA

La larga risa de todos esos años

 Por  Maruja Bustamante

Una de mis películas favoritas es Muertos de risa. Si hay escenas que yo recuerde del cine son las de los films de Alex de la Iglesia. Humor, esperpento y tragedia. Muchas veces, cuando algo me aburre, pienso: “Que muestre una teta”.

Mi mamá me contaba un cuento cuando yo era chica que era sobre una nena rubia y una morocha. La nena rubia tenía todo, la ropa más linda, belleza, riqueza, y la nena morocha era humilde y soñaba con comprarse un vestido. Ocurre que un día la nena morocha tiene una misión que es buscar unas cosas en el bosque. En el camino encuentra un árbol que necesita ayuda y después varios otros obstáculos que resuelve con alegría. Al terminar el recorrido pasa por debajo de un arco y una lluvia mágica la baña haciendo aparecer el vestido de sus sueños. La nena rubia, que todo lo tiene, envidiosa, intenta obtener el mismo obsequio, pero cuando se encuentra con los obstáculos no se muestra tan dócil como la nena morocha; entonces, cuando llega al arco y pasa por debajo de él, es una lluvia de brea la que la baña. Fin del cuento.

El cuento tiene un mensaje odioso y otro interesante. El odioso es: si sos una nena buena, vas a tener tu vestido. El interesante es: no vas a lograr los mismos resultados que el otro pisando sobre sus huellas, deseando lo ajeno de forma egoísta.

En la época en la que vi Muertos de risa yo tenía una amiga, actriz, con la que hacíamos un dúo de humor. Ella se destacaba más en el drama pero deseaba hacer reír y yo decidí acompañarla. Taurina ella, pelirroja, de ojos profundos y muy buena para combinar la ropa. Nos pusimos a ensayar Las fabricantes de tortas, de Alejandro Urdapilleta. Yo, que siempre fui vaga para estudiar letra, elegí el personaje de Mariluz, la mucama muda (el que hacía Batato) y ella tomó el monólogo y se puso a trabajar. Lo hicimos en varietés, bares, fondas, muestras, cumpleaños. En ese entonces nos ofrecieron codirigir una obra y lo hicimos. Eramos muy unidas. Yo le contaba todo y ella me contaba todo a mí. Compartíamos nuestro más grande tesoro: el teatro.

En esos meses decidí hacer dieta y me dio muy buen resultado, creo que el hecho de tener que hacer el strip-tease que requería el personaje de Mariluz influyó un poco. Una noche, un poco antes de ver yo por primera vez Muertos de risa, iba a ir a una fiesta donde estaría el mismísimo Alex de la Iglesia. Sentía mucha ansiedad. Entonces recibí un llamado de ella, la taurina, que siempre me llamaba para charlar un rato. Me dijo que me tenía que decir algo que ella pensaba y dio muchas vueltas hasta que lo dijo: “Maruja, me parece que vos no tenés que adelgazar tanto, no sé si está bien que te diga esto, pero creo que si adelgazas vas a perder la gracia”.

Me quedé callada. Le dije gracias. Corté. Me quedé pensando que quizás ella tenía razón. Quizá la gente se reía a carcajadas cuando yo hacía Las fabricantes de tortas por lo –divertido– de mi gordura y no por mis aptitudes actorales.

Odio hablar por teléfono. No fui a la fiesta.

Qué hija de puta. Llano. Sin poesía.

A partir de ahí sólo le hice maldades. Sutiles. En escena. Delante de todos. Intenté hacer reír más a la gente que ella. Sin decir una palabra la superaba en carisma pero ella tenía novio y yo no.

Muertos de risa me hizo llorar. Lloré y reí alternativamente como una desquiciada. La tragedia de Nino y Bruno, el dúo de humoristas protagonistas de la historia de De la Iglesia. Bruno, el ganador, el flaco, al que las chicas le dan bola, el que siempre tiene algo simpático para decir, y Nino, el callado, el gordo, el culto y comprometido que expresa todo con la mirada. Dos personas unidas por el éxito que construyeron juntos, enemigos a muerte que no pueden vivir sin el otro al punto de no poder morir sin el otro. Me identifiqué con el personaje de Nino, obviamente, y viví cada momento de la película con la piel erizada hasta el último gag. Muertos de risa tiene una mirada de la existencia y los actores ácida, corrosiva y mortalmente graciosa.

A veces me dan ganas de tomarme un café con ella, con la taurina. Nunca logré pesar 60 kilos y ella se casó y se alejó. La busqué en Google al escribir estas líneas, no encontré nada. Fue una de mis mejores amigas. De esas con las que reís por dentro con sólo mirarte.


Maruja Bustamante acaba de estrenar su nueva obra, Trabajo para lobos, sobre tres hermanos y una madre que se reúnen en la casa de crianza para llevar adelante el último deseo del padre: un pedido de eutanasia.
Todos los viernes a las 23, en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034. Informes y reservas: 4863-2848. Entrada: $ 50.

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