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Domingo, 2 de septiembre de 2012

FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: LUCIO ARCE Y “TODA MI VIDA”, DE TROILO Y CONTURSI

¿Qué estoy haciendo aquí?

 Por Lucio Arce

Si yo tuviera que elegir una muestra de música popular argentina para incluir en la carga de una nave espacial que viaje al infinito en busca de otros horizontes galácticos, algo magníficamente bello que llene de gozo al improbable y sorprendido destinatario, y que nos haga quedar bien en cualquier parte del universo, no me cabe duda ninguna: sería la grabación que el 11 de marzo de 1941 realizó la orquesta de Aníbal Troilo del tango “Toda mi vida”, del mismo Pichuco con letra de José María Contursi. Creo que cualquier habitante del cosmos con un poquito de sensibilidad se conmovería desde los primeros compases. Los violines y los fueyes perfectamente sincronizados, matizando primorosamente. Marcando cuatro y al frente. Sin artilugios cibernéticos. Allanándole el camino al piano de Orlando Goñi (acaso el arquitecto de ese maravilloso sonido de la orquesta de Troilo, en la que nada falta y nada sobra, y en la que abunda el buen gusto) cantando la melodía. Enseguida, los violines: la bellísima línea de Reynaldo Nichelle (creo) anunciando al cantor. “Creo” porque en esa época no se acreditaba a todos los músicos en las planillas. Pero es remanyado que en esa orquesta tocaba y escribía arreglos Astor Piazzolla, con apenas 20 años. Había ingresado a la orquesta a los 18. Hugo Baralis, Pedro Sapochnik y David Díaz, los otros violines. Toto Rodríguez, Eduardo Marino, Piazzolla y Troilo, bandoneones. Quicho Díaz, el contrabajo. Goñi al piano. Los “Pichuco’s All Star”.

Y el cantor: Francisco Fiorentino, de todos los notables cantores que tuvo la orquesta, el más perfecto. Capaz de entrelazar la melodía con el sencillo y sincero relato de Catunga para realizar una creación única y original. El lamento por la irremediable pérdida de un amor que jamás regresará. Las preguntas sin respuesta y la triste certeza de que todo terminó. Lo vuelvo a escuchar y le creo fervorosamente cada palabra. Troilo con Fiorentino es la más pura y bella verdad argentina. Ahora igual que en 1941, cuando quedó registrada para siempre.

En mi casa siempre se escuchó música. Y entre tanta música, tango. A veces desde el Wincofón y otras veces cantado por mi viejo, mientras picaba la cebolla para el tuco. En 1985 me fui a vivir a los EE.UU. Llegué con la intención de adaptarme por completo a la forma de vida de esa sociedad. Y aunque me fue muy bien en el laburo, no pude. Pasaba el tiempo y en vez de acomodarme a mi nueva vida, yo me argentinizaba más. Cada viaje de visita que hacía a Buenos Aires, volvía cargado con libros de historia y de música argentina. En una de esas visitas, entre mucha música que me traje, había un compacto: Todo Troilo-Fiorentino de FM Tango para usted, Volumen 1. Ahí encontré “Toda mi vida” y muchos otros: “Pájaro ciego”, “El bulín de la calle Ayacucho”, “Una carta”, “Total pa’que sirvo” (¡lo cantaba mi viejo!), “Tinta roja”, “El cuarteador”, “Pa’que bailen los muchachos”... Cuando llegué a mi casa en Los Angeles, no podía dejar de escucharlo. Hasta me reprochaba haberme perdido tanta belleza por tanto tiempo. La emoción que me provocó escuchar a la orquesta de Pichuco con Fiore cantando fue uno de los factores que, varios años después, hicieron que yo me volviera a vivir a la Argentina. Hasta el día de hoy me conmueve igual que aquella primera vez. En especial “Toda mi vida”, con todos esos matices maravillosos. Pensar que Pichuco tenía el sonido de la orquesta en su cabeza y sabía decirle a cada músico cómo tocarlo para que quede como él quería. Acaso ni se imaginaba que estaba creando uno de los tesoros más fabulosos que la humanidad tiene para ofrecer. Lo volvió a grabar en 1971, esta vez con Roberto Goyeneche. Si bien no quedaba ninguno de los músicos de orquesta del ’41, suena como el auténtico Troilo. Con el Polaco en un gran momento (y cantando la letra completa), el tango suena como si lo hubieran escrito ayer. En estos días lo hace un gran cantor y querido amigo, Hernán “Cucuza” Castiello, apenas acompañado por la guitarra de Moscato Luna y el bandoneón de Sebastián Zasali, en El Faro, un viejo bar tanguero del barrio de Villa Urquiza. Cada vez que se lo escucho no puedo evitar regresar a mi casita en Los Angeles, tomando mate, escuchando tango y preguntándome “¿qué estoy haciendo aquí?”. Ahora encontré mi lugar y aquí me voy a quedar... Toda mi vida.


Lucio Arce continúa presentando su nuevo CD, A la salida del cabaret, con Néstor Basurto, Las Bordonas, Hernán “Cucuza” Castiello y Juan Villareal como invitados. El viernes 7 de septiembre, a las 21.30 en el Bar El Faro, Av. de los Constituyentes 4099. Entrada $40. Reservas 4573-3055.

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A la mesa, Troilo, su mujer Zita, Gricel y Contursi
 
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