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Domingo, 10 de marzo de 2013

FAN › UN MUSICO ELIGE SU CANCION FAVORITA: SERGIO DAWI Y “NENA BOLSITA” DE MISS BOLIVIA, PATON ARGÜELLO, FABIANO PEREIRA Y PABLO TOLEDO

El arte alivia

El grupo Rimas de alto calibre se formó en un taller de música y versada popular latinoamericana que se inauguró en la Unidad 48 del Penal 48 de San Martín, allá por 2009. En poco tiempo, el espacio en el que confluían los reclusos interesados en el arte de las líricas callejeras creció con la llegada de músicos invitados. Las canciones fueron tomando forma. Y el material reunido era tan rico y variado que la Universidad de San Martín, encargada del proyecto de extensión universitaria que dio origen al taller, les propuso grabar un disco. Las sesiones para registrar los temas comenzaron en noviembre de 2010, con la instalación del estudio móvil La Burra Records en el interior de la cárcel. El proyecto hoy ya es una realidad: el álbum está terminado, contiene 11 canciones y su salida estaba prevista para diciembre del año pasado. Aunque se vio postergado por algunos detalles “técnicos”, se espera que finalmente vea la luz durante 2013.

 Por Sergio Dawi

Qué difícil elegir una canción favorita. Tengo pequeños triunfos en las batallas contra la rutina y, cuando a veces las gano, me doy cuenta de que ese día es para pescado; que prefiero el pulóver violeta porque me va apretado; que la siento más cerca a mi hija, aunque esté viajando por Bolivia; que Tutu, de Miles Davis, me acompañaba y me sonorizaba ese día de Almagro naranja, otoño incipiente, que el sonido de su trompeta me pegó en la nuca y me vi cruzando agitado Rivadavia, sin notar que la motito del delivery me esquivaba con una cara compasiva.

Sí, a los de libra (que estamos representados por la balancita) nos cuesta ser injustos. Lo aprendimos de chiquitos: sabemos que, cuando infringimos ese equilibrio, unos cuantos gendarmes nos taladrarán el bocho hasta que se presente otra nueva situación en donde tendremos que tomar partido. Hay petisos que también padecemos de fidelidad: no sólo la practico con mi hermosa mujer, sino también con el flan mixto que servían en La Giralda, o con el solo que hace el saxo en “Woman is the Nigger of the World” en el Live in New York City de Lennon. La memoria, eso que voy perdiendo poco a poco para dejar lugar de vez en cuando a nuevas fichas, me mata.

Sería difícil dejar afuera como favorita a Violeta Parra en “Gracias a la vida”, sólo por una elección. O a Caetano Veloso en “Tigresa”, o al Ry Cooder de “Paris, Texas”. No me perdonaría Maceo Parker, que pintó mis auriculares en caminatas sin destino, con sus precisas melodías empapadas del feeling que emana su saxo alto en “Soul Power 92”. Viajé gracias a las canciones, pude sentir el pulso, el nervio de aguerridos alaridos, sintiendo a Jimmy Hendrix en el centro de la escena, solo con su música, incendiándose. Lo siento, no me puedo olvidar de ellas y de muchas otras. No tengo favoritas.

Tuve épocas de escepticismo profundo y otras de entrega ilimitada. Muchas veces las canciones funcionaron como vasodilatadores del espíritu: fueron como una buena droga, para imaginar y vivir en cuerpo y alma parte de este mundo. Hay días que me atrapa el sinsentido, la pura forma y es ahí donde sintonizo con canciones instrumentales, etéreas, que se transforman en favoritas, como esas mariposas que viven sólo el esplendor de un día. Pero tengo otros despertares en que necesito de las palabras precisas, pintando el infierno.

El año pasado tuve la suerte de participar con Miss Bolivia y Andrea Prodan, entre otros invitados, en la grabación de un disco nacido en el Penal de San Martín. Fue muy fuerte estar ahí. Todo empezó en un taller de rimas que se daba dentro de la cárcel. Y era tanto el material que juntaron los muchachos que daban el taller, que además son músicos, que vieron la posibilidad de musicalizar estas rimas y darles formato de canción. Doce de ellas fueron al disco, que se llama Rimas de alto calibre y todavía no salió, aunque ya está terminado. Tiene una variedad de géneros muy amplia: desde la cumbia hasta el rap.

Si no hay más remedio y tengo que elegir mi canción favorita, hoy sería “Nena Bolsita”, que forma parte del disco. La escuché por primera vez en un concierto que se hizo puertas adentro de la prisión y después en el hotel Bauen, donde los familiares pudieron asistir a la presentación del disco, verlos brillar en el escenario cumpliendo más que dignamente el rol de músicos. Dos de los internos rapeaban impotentes los manejos que hay en sus barrios, tentando y haciendo a más y más pibes dependientes de “la bolsita”. Recuerdo el abrupto final de este rap, en donde el coro aguanta, sosteniendo un acorde estridente y una afiebrada voz se deja escuchar.

La canción relata las cosas que pasan en sus barrios. “Nena Bolsita” habla de la novia de uno de los que cantan, a que la estaban tentando con “la bolsita” de droga. La letra es de Patón Argüello y Fabiano Pereira, dos presos, y la música es de Pablo Toledo. Miss Bolivia canta la última frase: “El arte alivia”. Fue un flash escucharla en el penal. Cuando fui a grabar, Miss Bolivia me contó que estaba dando vueltas por el mercado boliviano de Liniers y ahí vio una estampita o un afiche que decía eso: “El arte alivia”. Fue como sacar una foto, que después incorporó de una manera brillante a la situación de encierro.

Yo no grabé en esa canción, lo hice en “Ansiada libertad”. En el concierto que se hizo en el Bauen participé con el saxo en muchos temas. En un momento dado, en bambalinas, uno de ellos dijo: “¿Ven que de la cárcel no sólo sale mierda? De acá también pueden salir cosas buenas”. Por cada músico había cuatro policías penitenciarios, pero lo que más me emocionó fue ver a sus familiares. Estos tipos, que se tienen que comer el garrón, de repente te presentaban a sus hijos y vos veías que estaban orgullosos de lo que hacían sus padres. Había mucho amor, pudieron construir esos lazos que los sostienen.

La canción les dio una herramienta para aliviar un poco su situación. Esa palabra, “aliviar”, me pareció muy precisa. La cárcel es una cosa cuando te la cuentan y otra cuando estás ahí. Me gustó poder sentir que en ese pabellón había una pequeña burbuja de oxígeno ante tanto padecimiento. La gente tenía la opción de estudiar o de hacer algo. Después me enteré de que, estadísticamente, los que pasan por estos pabellones son los que tienen menor reincidencia. Así también suman otro sentido a este tipo de iniciativas.

A partir de esta experiencia, empecé a escuchar las canciones desde otro lugar, a diferenciar entre todo el abanico aquellas que nacen de una percepción, de una ficción, de un estado, o las surgidas del oficio que pueden hacer que se escriba una muy buena letra. Pero cuando tenés una necesidad que te revuelve las tripas y lográs encontrar una manera de expresarlo, como en el caso de ellos, se nota. Cuando la canción es un grito, que puede ser de libertad, de auxilio o de amor, conmueve. Y no es fácil encontrar hoy expresiones que verdaderamente conmuevan.

Sergio Dawi, saxofonista de Los Redonditos de Ricota y de Dosaxos2, presenta Videosaxmachine, un espectáculo audiovisual que va del rock a la electrónica, pasando por el funk. En cada show, Dawi cuenta con un invitado especial: Gillespi (el sábado 16) y Andrea Prodan (el 23). A las 21.30 en el C. C. Caras y Caretas (Venezuela 330).

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