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Domingo, 7 de julio de 2013

FAN › UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA. PABLO DACAL Y “CORAZóN Y HUESO”, DE DANIEL MELINGO

Bomba y carrocería

 Por Pablo Dacal

La mejor canción es la última, en ella late nuestro tiempo presente. En los últimos años el beat de la cuestión es el corazón y tiene un fuerte: allí está nuestra bomba fantasma sin estallar, es el motor y el lugar de las canciones.

Conocí a Daniel Melingo en las noches de Almagro, algunos años atrás. Seguí sus discos y conciertos desde que recuerdo, el artista intenso que estuvo al costado del camino en momentos fundamentales del rock argentino durante la década gloriosa y apoteótica de los ’80, partió en los ’90 a Europa y regresó con el tango de rehén para el nuevo siglo. Pero recién hace unos años pude verlo en el Rivas de San Telmo, experimentando con Pablo Grinjot y Rodrigo Guerra sobre un incierto pasado apócrifo de la música griega. El riesgo y la celebración fueron tales que me sumé al combo por algunos meses, aprendiendo el repertorio y sus códigos, ensayando los miércoles en La Aromática, una cocina que fue mi propia casa y donde vivimos las mejores noches previas al Bicentenario.

Allí, en Almagro, a fines de 2009 hubo un ciclo llamado Rebétiko: cuatro noches que fueron mil en las que se acercaban Melingo y su compadre Rodrigo cargados con el bouzuki, el oud y la Macbook del troesma entre cuadernos, cables y discos rígidos. Juntos tocamos durante algún tiempo un repertorio de canciones inconclusas, viejas perlas de Los Twist, tangos y milongas propias y ajenas, algo de música rebétika tradicional griega y algunas versiones de ocasión, de Fernando Cabrera a poemas de Carriego en ritmo de bolero. Con el verano llegó el nuevo año y las cosas siguieron su rumbo, yo cambié de barrio y comenzaron las giras; el proyecto quedó en su tiempo y el troesma comenzó a grabar algunas de aquellas canciones y otras nuevas. De todo me fui enterando tras su paso, los demos y grabaciones que avanzaron a ritmo pausado hasta llegar al disco que las hiciera presentes.

“Corazón y hueso” no estaba en aquel repertorio taciturno, creo que la encontraron durante los meses de grabación. Fue escrita por Daniel junto a María Celeste Torre, su compañera, cuando buscaban un nombre para el disco y una canción que lo presentara en su diferencia, una balada en tono Favio que abriera las puertas del mundo.

Al escucharla me cautivaron instantáneamente su espíritu andante y misterioso, su manera precisa de nombrar lo que acecha sin nombrarlo, su primitivismo y aire contemporáneo al desarmar la canción mientras la melodía insiste en regresar. No es tango ni vals ni milonga, no es ranchera ni zamba ni chacarera, pero es canción criolla y argentina, nueva y añeja como un órgano vivo. Algo se acerca y no dejará nada en pie tras su paso, volveremos a quedar corazón y hueso, motor y estructura, bomba y carrocería para estar vivos nuevamente.

Tuve el gusto y honor de versionar la canción con el troesma para un documental sobre la música rioplatense que Andrés Mayo está produciendo desde hace un tiempo. Cantamos la canción un enero en el Delta del Tigre, versiones variadas hasta encontrar cadencia y estilo. Fue un momento mágico ese viaje al caer la tarde, cantar juntos esa ilusión que nos sigue y entregarnos de nuevo. No hay músculo ni hay piel, hay motor y estructura. Corazón y hueso, ése es el lugar.


Daniel Melingo fue integrante de la banda de Charly García, de Los Abuelos de la Nada y fue cofundador de Los Twist. En la primera mitad de los ’90 formó en España la banda Lions in Love. Hace años que ingresó en el mundo del tango y de allí ha salido sólo para volver a él con aires renovadores. Como solista, editó los discos Tangos bajos (2008), Ufa (2000), Santa Milonga (2004) y Maldito tango (2008). Su último disco se llama Corazón y hueso y fue editado en 2011.

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Imagen: Pablo Piovano
 
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