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Domingo, 10 de julio de 2016

SALí

DEL OTRO LADO DEL MUNDO

 Por Rodolfo Reich

AL CALOR DE LAS ESPECIAS

Es un horno, aunque no lo parezca: hecho de arcilla, su forma cilíndrica recuerda antes a una gran maceta que a la idea argentina de horno. Pero es el famoso tandoor, traído del noroeste de la India, calentado con carbón hasta superar los 400°C, ideal para cocciones rápidas de brochettes de carnes y vegetales marinados, mientras que en sus paredes se prepara el naan, pan delgado y delicioso. A este horno, y a esta cocina, homenajea Tandoor, restaurante indio con ya nueve años de vida.

La mayoría de las entradas (entre $142 y $165) del restaurante salen de este horno, como el paneer tikka kali mirchi (queso casero y fresco, simil ricota prensada, con vegetales); el tikka de langostinos (macerados con yogurt y especias) o el generoso kebab de cordero. Los principales se dividen entre vegetarianos, pescados, pollo o cordero. Entre lo más pedido, está el cordero ismaili de Bombay, de carne muy tierna en una salsa intensa, con cilantro, menta, comino, coriandro y frutos secos, entre otros. Le siguen los suaves langostinos de la costa Malabar, con leche de coco y tamarindo, mientras que el masoor tadka dal ($158, lleva lentejas, tomate, cebollas, limón, especias y una suerte de aliño de semillas fritas de mostaza, comino, ají seco y ajo) es imperdible. A no asustarse: el picante es medido (se puede solicitar más a gusto), mientras que la potencia -presente– es responsabilidad de las especias.

Tandoor es una de las mejores cocinas indias de Buenos Aires: por calidad, por sabor (mientras que en muchos lugares todos los platos se parecen, aquí cada uno tiene su identidad) y también por el local: lejos de caer en el pastiche folclórico típico, el lugar apuesta a la intimidad, con elegidos objetos traídos de la India, cubiertos de cobre, grandes ventanales, iluminación tenue, velas y mesas vestidas de blanco. Vale también la pena pasar de mediodía, y aprovechar un menú imbatible: principal, naan o arroz, postre y bebida entre $170 y $190.

Un horno, un país y su diversidad regional. Eso es Tandoor.

Tandoor queda en Laprida 1293. Teléfono: 4821-3676. Horario de atención: todos los días, mediodía y noche.


DE TAIWAN A BELGRANO

No se trata del archiconocido personaje de los Simpsons, sino de Apu Chen, de familia de larga estirpe gastronómica, en Taiwan y en Argentina. A él se debe el nombre de Restó Apu, heredero del anterior Hsiang Ting Tang, que junto al exitoso Palitos, conforman la apuesta culinaria de la familia Chen en el Barrio Chino. Y con Apu (que va por los dos años de vida) le dan un necesario upgrade a la vapuleada cocina china de esta zona de Buenos Aires, presentando platos que van más allá de los consabidos clichés conocidos por los porteños (léase los diversos “chop”: mein, fan, suei...).

En Apu lo mejor es ir de a varios, pedir mucho y al medio, y hacer así una gran fiesta que tendrá base en la tradición taiwanesa, con agregados de distintas regiones de China. En ese combo ideal debe haber, sí o sí, alguno de los “fideos en caldo” (rondan los $140), todos sabrosos y con distintos niveles de intensidad: desde la sopa espesa agripicante a una suave de cerdo con cha tsai, pasando por la Volvan (“súper picante”, advierten). También, fideos de arroz (de la versión finita, tipo cabello de ángel) salteados: el de “la casa” trae carne, langostinos y verduras varias, a $160; carne vacuna imperial (con bambú, ají, maní y verduras, $175) y unos langostinos “General Tao” agridulces ($260).

Todos los platos son generosos (con dos, comen tres) y muchas opciones, desde las más conocidas y aporteñadas (como el chop suei en todas sus versiones, desde $105) a las especialidades propias (el muslo de pollo ahumado con canela y anís, $190). Para beber, pocas etiquetas de vino a precio amable, cervezas y la recomendación de la casa, el té.

El ambiente es cómodo, más lindo que la media del barrio, con detalles que se agradecen: buena salsa picante, palillos no descartables, doble puerta que evita el frío, pocos y bonitos objetos a modo de decoración. El servicio no es profesional, pero la rica comida y los precios amables (unos $200 por persona) lo convierten en un best seller de la ciudad. No falla.

Nueva Casa Japonesa queda en Humberto Primo 2357. Teléfono: 4941-6491. Atención restaurante: lunes a sábados de 12 a 16.30; despensa: lunes a sábados de 9 a 19.30.


MOZO, HAY UNA ANGUILA EN MI PLATO

Bastión de la comunidad nipona porteña, la Casa Japonesa se mudó y creció. Y aprovechando su nuevo lugar, abrió además un restaurante, un primer piso con cocina a la vista y sopas como protagonistas.

Llegar a la Nueva Casa Japonesa logra un bienvenido efecto sorpresa: por su entrada (un garage donde llegan camiones con productos importados), pero también por la propuesta de la carta. Aquí se sirven principalmente ramen y udon, dos caldos tradicionales japoneses. A cargo está el joven chef Nicolás (Tatake Ryumon), tercera generación de su familia en Argentina, con más de una década de experiencia, incluyendo un año en Japón donde estudió su gastronomía tradicional. De ese viaje y de los sabores de su infancia vino la idea de las sopas. “Hay muchos japoneses que hace años que no probaban estos sabores”, cuenta.

En total ofrecen cinco ramen (el más clásico es el tonkotsu, con cerdo) y cuatro udon (el kitsune incluye cerdo, tofu frito, kamaboko –pastel de pescado–, huevo, hongos, algas y vegetales). Ambos salen $120, o $180 en “set”, con pickles, arroz, agua o gaseosa. La diferencia entre ellos es inmensa: el udon es ligero, a base de un caldo hecho con bonito seco; el ramen es graso, exigiendo seis horas de cocción de huesos para extraer su sabor y gelatina. Los fideos para el ramen los hacen in situ, son alcalinos, para resistir firmes a la cocción larga; los del udon son gruesos, importados de Japón.

Hay más para elegir: gyozas ($60) y langostinos rebozados ($75), un curry japonés ($130), un salteado de carne en una salsa dulce ($130). Y, la estrella de la carta, el exclusivo Una Don ($280), una anguila traída congelada de Japón, de carne blanca, glaseada en una salsa que incluye soja, mirim, azúcar y sake, y servida sobre un bol de arroz compacto. Delicia.

Es una cocina que hace honor a lo que Japón piensa de su gastronomía: cada plato es bellísimo, sumando texturas, temperaturas, pickles, colores. A un mes de abierto, ya la Nueva Casa Japonesa es una de las grandes noticias gastronómicas del año.

Restó Apu queda en Arribeños 2243. Teléfono: 4788-0125. Horario de atención: miércoles a lunes, mediodía y noche.


Fotos: Pablo Mehanna

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