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Domingo, 24 de junio de 2007

SALí

Hoy: a comer

El Estocolmo del placer

El Club Sueco, un lugar para descubrir

Por Cecilia Sosa

¿Abba, Roxette, los Premios Nobel, Ingmar Bergman, los colores de Boca y un frío polar? Suecia todavía puede deparar algunas sorpresas. Quinto piso ascensor y en pleno microcentro porteño se abre un brillante paraíso nórdico. En Tacuarí y Moreno, en un edificio de oficinas se esconde el Club Sueco. El lugar no podría ser más encantador: un señorial salón de extrañísimos aires ‘70 que se duplica mágicamente, un parquet sublime para patinar entero, delicadas mesitas vestidas de blanco y un inmenso ventanal que recorre el salón de punta a punta. Y en el fondo, el puerto de Estocolmo recortado contra el azul helado del Mar del Norte.

El lugar recibe para desayunos (suecos) y almuerzos de otro mundo preparados por Nancy y Martín, los adorables chefs de la casa y, desde hace dos meses, flamantes concesionarios del lugar. Los platos están para el Nobel. ¿Una entrada? Degustación de lachas (arenques con crema y pepinillos en mostaza) y salmones (ahumado, gravadlax y en marinada de limón) o la exquisita sopa de hongos. Pasando a lo importante, no lo dude: deliciosas köttbullar (albóndigas de ternera y cerdo) con puré y salsa de grosellas rojas, guiso de cordero, biff à la Lindström (hamburguesas) con alcaparras y remolachas agridulces y las infaltables janssons frestelse (papas a la crema con cebolla, anchoas y pan rallado). ¿De postre? Panqueques de arándanos o kladdkaka (una torta de chocolate con salsa de frutos rojos). Para los más aventureros, sopa de ruibarbo o la irresistible mousse de akuavit, un fuertísimo aguardiente que también se sirve en vasito.

Ante la vista de tan espléndida barra del coqueto salón de entrada, la dupla no se resistió: desde la semana pasada, el club abre también los jueves para after office donde se consiguen ardientes Bloddy Marys y osadas variantes con vodka sueco. Las veladas se continúan con cenas que ofrecen infartantes menúes en tres pasos. Imposible resistirse a tanto embrujo.

El Club Sueco queda en Tacuarí 147, piso 5. Abre de lunes a viernes de 12 a 15 y jueves de 18 al cierre. Reservas al 4342-0888.

Fonda de película

Cocina argentina abundante, con un toque gourmet

Por Julieta Goldman

Imposible no ver el lugar al pasar por la cuadra. Potentes luces blancas y un enorme panel de vidrio dejan ver esta nueva casona, abierta hace tres meses, que se caracteriza por sumar las virtudes de la gastronomía moderna a la simpleza y abundancia de una fonda.

En sus amplios y circulares 160 metros cuadrados, Casa Blanca ofrece una ambientación relajada en blanco y madera, tango a volumen amable como para mantener una charla, parrilla y cocina a la vista y un privilegiado espacio que al llegar la primavera será el favorito: un agradable patio con álamos y aroma a espinillo y quebracho, proveniente del horno de barro que corona el lugar y da los exquisitos panes de la fonda.

La oferta gastronómica se basa en clásicos de la cocina argentina: carnes, achuras, pastas, ensaladas varias y, por supuesto, que no falte un buen vino. En los cortes de parrilla, se distinguen el asado de tira, el bife de chorizo y el ojo de bife, acompañado con algún toque gourmet, como ensalada de rúcula, tomate y ajo, o papa rota con oliva y pimienta negra fresca. Una rica propuesta en pastas es el penne de la fonda (salsa Alfredo con tiras de pollo, pimientos y cilantro), o los spaguettis versión bolognesa, con pequeñas albóndigas. Para ir cerrando y volver a casa con el botón del pantalón abierto, algunas opciones dulces completan el listado de tradiciones porteñas: flan casero, queso y dulce o torta de chocolate caliente con bocha de helado.

De las paredes de Casa Blanca no cuelgan fotos de la película más conocida de la historia del cine. Tampoco de sus protagonistas Humphrey Bogart e Ingrid Bergman. Pero la imagen histórica del actor emblemático, llevándose un cigarrillo a la boca, se puede reproducir a la perfección: el salón cuenta con sector para fumadores, ideal para hacer un recreo y seguir arremetiendo cuchillo y tenedor en los abundantes platos que parecieran no tener fin. Comer hasta reventar podría ser el gran lema de toda fonda, aplicado obedientemente en la casa más blanca de Palermo.

Casa Blanca Fonda queda en Cabrera 5125, 4834-6523. Abierto todos los días, de 12 a 15.30 y de 19.30 a 0.30.

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