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Domingo, 16 de diciembre de 2007

SALí

A comer

Cocina alemana nacida en el mar
Gretel Restaurante, de Pinamar a Las Cañitas

Por Julieta Goldman

Quienes haya pasado alguna vez una temporada de verano en Pinamar o en Valeria del Mar sabrán de qué se trata. Una distinguida casa familiar de repostería europea con riquísimas facturas para la hora del clásico mate en la playa o la merienda hogareña. Sus clientes solían hacer largas colas para llevarse a cuestas docenas de facturas, strudel, panes, budines, brownies u otras elaboraciones caseras. Años más tarde se sumó a esta propuesta pastelera una nueva opción, la tabla de fiambres alemanes que acompañaba las cervezas de algunos acalorados que elegían hacer una previa antes de encarar una de esas largas noches agitadas de vacaciones. Para rematar el éxito germano se agregaron platos ultratípicos: el chucrut, los chorizos y las costillas de cerdo, entre otros.

Aquella casa clásica de repostería europea pasó a ser un restaurante café que, después de quince años de fructífero trabajo en la Costa Atlántica, aterrizó en Capital Federal bajo el mismo nombre, Gretel Restaurante. Con la madera como elemento predominante de decoración, el local de Las Cañitas mantiene el ambiente familiar que los anfitriones se proponen darle a este reducto heterogéneo de comida internacional con especialidades alemanas.

Para introducirse en el mundo de las especialidades alemanas, lo mejor será probar el Goulasch con Spätzle, alguna tabla de fiambres o el strudel tibio con helado. Además hay variedad de pastas con salsas tentadoras y postres llamativos como peras al azafrán con helado o praliné de nueces. Las porciones son abundantes, así que será mejor tomar partido por un solo lugar del mapa de opciones. Paladares más clásicos pueden degustar lomos, tabla de frutos de mar, pechuga a la naranja o salmón rosado a la crema de azafrán con arroz.

Gretel queda en Migueletes 1183. Abierto todos los días, mediodía y noche. Lunes por la noche, cerrado. Teléfono: 4777-0949.

Asado a la Paysandú
Una parrilla bien argentina, con dueños uruguayos y sin chivito

Por el nombre de esta parrilla estamos ante una certeza: algo de Uruguay está involucrado en el asunto. En realidad es mucho más que algo. En ella trabaja toda una familia de la zona de Paysandú y hasta el mozo, Raulito, también es uruguayo. Desde hace tres años comandan este pequeño y cálido paraje carnívoro, a pocas cuadras de Parque Rivadavia, que se mueve con clientes del barrio y alguno que otro que viaja desde Villa Urquiza u otras comarcas.

Las pocas mesas del salón, más algunas distribuidas en la vereda, por lo general están siempre llenas. Mejor llegar temprano, porque las reservas se manejan solo hasta las nueve de la noche. Es probable que al pasar caminando por la puerta el lugar pase inadvertido, pero están trabajando en el armado de un cartel con fileteado incluido. Aunque el olorcito del carbón funciona como guía: imposible ignorarlo.

Además de las pizarras con las sugerencias del chef, hay un completo menú con opciones diversas que exceden el rubro parrilla: panacce de vegetales, matambre a la pizza, milanesas, pastas, tiramisú, mousse de chocolate, ensalada rusa y más. Las parrilladas de tres combinaciones (común, completa y especial) son para compartir entre dos y tres personas (y más también) e incluyen todo tipo de achuras, cortes de carne, pollo y queso provolone. Muy aconsejables las mollejas y los chinchulines servidos sustentadamente. Y para acompañar también se recomienda pedir la porción de megabatatas fritas, una dosis de felicidad para estómagos que aún guardan un poquito de lugar. Otro motivo de alegría son los precios, que están en su justa medida sin causar sobresaltos en las billeteras. Eso sí, no esperen el legítimo chivito uruguayo porque por ahora no lo van a encontrar.

La Oriental queda en Rivadavia 4298.
Abre todos los días mediodía y noche, menos los lunes. Teléfono: 4958 4999.
También tienen servicio de delivery.

Golpeando a las puertas del cielo
Dylan, la heladería más completa de San Telmo

Por Natali Schejtman

No hay duda de que San Telmo se está convirtiendo en un polo alto de turismo y paseos varios. Por eso no es de extrañar que a las propuestas culinarias se le sume una heladería que ya tenía su primera sucursal en Barracas y que ahora aparece nuevita y deseosa de recibir a todos aquellos que quieran probar sus vasitos o cucuruchos, así como también a los que hayan emprendido el juego más recomendable del verano: elegir un gusto e ir heladería por heladería, durante los meses de aire-sopa, testeando cuál es la mejor para cada gusto.

Si en la sucursal primigenia de Dylan –cuyo nombre no se debe al del músico, sorpresivamente– la opción heladera se abre hacia la cafetería dulce y salada, esta nueva se aboca definitivamente a las cremas, en un espacio pequeño y bicolor –todo en estricto naranja y negro–, dispuesto a satisfacer las bocas de San Telmo.

La oferta de gustos es muy variada, con algunas especialidades-mezcla de lo más recomendables que ganan sabor en su acumulación: el chocolate patagónico, por ejemplo, una combinación de helados de chocolate y dulce de leche, aromatizado con cointreau y mezclado con bombones rellenos de dulce de leche y microgalletitas bañadas en chocolate blanco. Los frutos del bosque, a su vez, tienen la particularidad de ser un gusto al agua, muy fresco, y una combinación de jugos de durazno, naranja, banana, frambuesa y pulpas varias. También, la crema irish propone sumar a la crema americana dosis de licor, merenguitos, brownie y dulce de leche, nada menos. Y hay mucho, mucho más bajo el sol.

Dylan queda en Perú 1086 y en Gral. Daniel Cerri 1498
Delivery: 0810-333-39526

Los gustos de Panna
Un clásico con tentaciones del mejor dulce de leche

Ya hace veinte años que esta heladería derrite las más disciplinadas conductas nutricionales, haciéndolas tentar con el que probablemente sea uno de los mejores dulces de leche de la ciudad, en sus variantes con nuez, mousse, granizado y tentación (con dulce de leche natural), entre muchos otros sabores de antología.

En una esquina de Barrio Norte, este local –con bar, desayuno, diarios y mesas al aire libre– recibe a una clientela firme que también accede a las novedades de la carta, como el Mascarpone con frutos rojos y la crema Bon-o-bon, las incorporaciones más recientes.

Entre los sabores frutales, se destacan el tradicional limón al agua, la mousse de frambuesa (muy suave e intensa) y el melón. Pero para quienes pasen de los gustos más frugales y prefieran “comer” un helado mucho más que beberlo las opciones abundan, sin caer en los posmogustos hoy tan comunes que les ponen nombre pegadizo a brebajes sospechosos. Aquí, en cambio, se elige el equilibrio para mezclas muy bien reguladas e innovaciones pensadas: el chocolate Panna, por ejemplo, tiene whisky, rhum y pedacitos de chocolate; el italiano, cognac, nueces y granizado; la banana Panna, similar a la split, es generosa en sus raciones de dulce de leche y chocolate y la menta granizada constituye otra de las especialidades.

En definitiva, se trata de una paleta de colores y sabores repartidos en casi cincuenta gustos para que tu verano sea realmente feliz.

Panna queda en Pueyrredón esq. Mansilla. Delivery: 4962-6631

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