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Domingo, 9 de enero de 2011

SALí

A conocer barrios obreros de Buenos Aires

 Por Ignacio Molina

El barrio que fue arrabal

El Cafferata, en Parque Chacabuco

“Libertad, Igualdad, Fraternidad” fueron las consignas enarboladas por la Revolución Francesa a fines del siglo XVIII y también fueron los nombres de las tres principales calles del barrio Cafferata de Buenos Aires hasta que una de ellas fue rebautizada como “República”. Inaugurado en 1921 por la Comisión Nacional de Casas Baratas, este pintoresco barrio homenajea desde su nombre al cordobés Juan Félix Cafferata, diputado demócrata progresista que seis años antes había firmado el proyecto de ley que crearía esa comisión dedicada a construir microbarrios que posibilitaran el acceso a la vivienda propia a familias de bajos recursos. Este barrio, ubicado a pocas cuadras del Parque Chacabuco, fue el segundo inaugurado por la comisión y está compuesto por 161 casas ubicadas alrededor de un gran edificio central (donde ahora funciona la escuela pública Antonio A. Zinny). Todos los chalets, de dos plantas y de tres o cuatro ambientes, son de estilo inglés, con tejas francesas y españolas, y cuentan con amplios fondos y pequeños jardines delanteros. Hoy, pese a los intentos de modernización insinuados por algunos propietarios, en sus calles y veredas, sembradas de aromos, palos borrachos y gomeros, aún es posible respirar un aire similar al que se intuye que se respiraba noventa años atrás. En 1927, apenas seis años después de entregadas las llaves a los primeros moradores, el poeta Pascual Contursi se inspiró en una historia de amor del barrio para escribir “Ventanita de arrabal”, un tango que interpretaría Carlos Gardel: En el barrio Cafferata / en un viejo conventillo / con los pisos de ladrillo / minga de puerta cancel / donde van los organitos / su lamento rezongado / está la piba esperando / que pase el muchacho aquel.

El barrio Cafferata queda en Parque Chacabuco, entre las avenidas Asamblea y José María Moreno, y las calles Estrada y Riglos.


Escondido

El barrio Rawson, del que fue vecino Cortázar, en Agronomía

“Aire, Luz y Sol para los niños argentinos, Viviendas de la Ley 9677”, se lee en la tapa de un boletín publicado por la Comisión Nacional de Casas Baratas en 1934, año en que se inauguró uno de los barrios más lindos, apacibles y escondidos de Buenos Aires. Así aludía al Rawson Julio Cortázar, su habitante más ilustre, en “Omnibus”, uno de los cuentos incluidos en el libro Bestiario, editado en 1951: “A las dos de la tarde, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía”. Delimitado por la avenida San Martín y las calles Tinogasta (lindera con el club Comunicaciones) y Zamudio (vecina a los terrenos de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA), el Rawson es fronterizo con el primero de los barrios que se mencionan en el fragmento citado y forma parte del segundo. Está conformado por 104 casas individuales de cinco ambientes de estilo Tudor y nueve edificios, de tres pisos y ocho departamentos cada uno, construidos sobre un gran parque fraccionado en manzanas separadas por tranquilas calles por las que raramente circulan autos ajenos al lugar. En el ángulo del barrio más alejado de la avenida hay una pequeña y hermosa plaza. Allí se reúnen por estos días los vecinos para luchar contra los empresarios que, con el potencial aval de la Legislatura de la Ciudad, proyectan construir un estadio cubierto en el club Comunicaciones. Este emprendimiento, según ellos, tendría un alto impacto ambiental: provocaría la destrucción de una gran cantidad de árboles y la desaparición de unas veinte especies de aves que habitan la zona.

El barrio Rawson queda en Agronomía, entre la avenida San Martín y las calles Zamudio y Tinogasta.


Ciudad jardín peronista

El barrio Cornelio Saavedra, en Saavedra

La política de viviendas populares impulsada por el gobierno de Juan Domingo Perón desató las críticas de las clases medias y altas, que no veían con buenos ojos que ahora “los cabecitas negras” tuvieran acceso a viviendas tan dignas como las suyas. De ahí surgieron las míticas frases “estos van a hacer asados con el parquet”, “van a vender la grifería” o “van a plantar verduras en la bañadera”, antecesoras de las frases de la misma estirpe que pudieron escucharse en los recientes días de diciembre ante los conflictos habitacionales de sectores marginados. Tal vez el barrio más bonito construido por el gobierno peronista fue el bautizado con el nombre de su líder (pocos años después, la dictadura autodenominada Revolución Libertadora le cambiaría el nombre por el de Cornelio Saavedra): construido en un gran terreno sobre un borde de la ciudad, entre la avenida Crisólogo Larralde, el parque General Paz (dentro del cual se encuentra el Museo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires) y la avenida del mismo nombre, está compuesto por un total de 421 casas planeadas bajo el concepto urbanístico “ciudad-jardín”. Entre calles curvadas y grandes parques, sus chalets ostentan el estilo californiano de moda en aquella época. Tienen paredes blancas y jardines delanteros y traseros, y desde la entrada de todos ellos se puede observar la cúpula de la iglesia que, junto a una escuela, un centro comercial y una estación de servicio (donde originalmente había un cine-teatro), se encuentra en el centro geográfico del barrio. Si bien fue pensado para familias de la clase obrera, hoy, sesenta años después, el valor de sus propiedades lo convierte en un típico barrio de clase media alta porteña.

El barrio Cornelio Saavedra queda en Saavedra, entre el parque General Paz y las avenidas Crisólogo Larralde y General Paz.


Héroe de la clase trabajadora

El barrio Grafa en Villa Pueyrredón

Cierto sector de Villa Pueyrredón (barrio ubicado en el noroeste de la Ciudad de Buenos Aires) podría funcionar como una metáfora de la historia socioeconómica argentina del siglo XX: a fines de la década del veinte se inauguró allí una fábrica textil que llegaría a emplear a más de 7000 personas; durante el primer gobierno peronista se construyó un barrio de departamentos baratos destinados a los trabajadores de la planta; durante la última tiranía cívico-militar la fábrica cerró definitivamente sus puertas, y durante la década del noventa se instaló en ese mismo predio un hipermercado de capitales extranjeros. La fábrica era la Grafa (Grandes Fábricas Argentinas), y el barrio de pabellones o monoblocks, inaugurado en 1950 en el marco del Plan de Vivienda Social Eva Perón, se denominó 17 de Octubre hasta que la dictadura liderada por Pedro Eugenio Aramburu la rebautizó General José de San Martín. Conocido popularmente como Grafa, este barrio ocupa once hectáreas y tiene casi mil departamentos de dos y tres dormitorios. Arquitectónicamente, es una muestra de uno de los dos estilos que llevó a cabo el proyecto urbanístico del peronismo: así como el actualmente conocido Cornelio Saavedra fue el ícono de los barrios de chalets californianos, este fue inspirado (al igual que varios otros, como Los Perales de Mataderos) en barrios obreros de Rusia y Alemania. Hoy el Grafa posee una iglesia, una plaza central y un centro comercial y, ya sin el amparo de la fábrica que lo vio nacer, sus habitantes pertenecen a la clase media trabajadora que debe ingeniárselas día tras día para ganarse la vida en una sociedad desindustrializada.

El barrio Grafa queda en Villa Pueyrredón, entre la avenida General Paz y las calles Bolivia y Alvarez Prado.


Fotos: Pablo Mehanna

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