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Domingo, 26 de febrero de 2012

SALí

A comer y beber con amigos

 Por Martin Auzmendi

Más que un bar

Orsai, un adelantado

Fuimos notando a medida que avanzábamos que Orsai dejaba de ser un blog o una revista, incluso dejaba de ser una editorial, y se convertía en un proyecto de los lectores”, explicó Hernán Casciari en la charla que dio en TEDx Río de la Plata, antes de agregar que lo que surgió fue la idea de hacer “un lugar de encuentro entre la gente que lee la revista”. Comequechu, ladero de Casciari, lo explica de una manera contundente: “Una locura: lo hablamos una noche allá en Barcelona y me vine a Buenos Aires. Hasta dejé mi camioneta estacionada en una esquina, no sé si todavía estará ahí”. A través del blog convocaron a gente que quisiera participar del proyecto, se asociaron a otras personas que no conocían y, en un par de meses, abrieron el bar, a tiempo para presentar allí mismo la Orsai N0 4.

Difícil entender el bar sin conocer la historia de la revista, blog y editorial Orsai. No porque haya que hacer un ejercicio intelectual, sino para entender el clima de complicidad, de club que se siente en Humberto Primo 471. En las mesas, la gente bebe cerveza, un vermouth Mercedino (Cinzano, Fernet y soda) o toman un Garancini, hecho con Gancia, Campari, limón y tónica, inspirado en lo que se bebía en los bares de Mercedes, el pueblo originario de Casciari. Las lámparas que iluminan las mesas llevan en sus pantallas imágenes de las páginas publicadas. Y en todas las mesas alguien tiene la revista número 5, la primera de 2012.

En la cocina, Comequechu saca pizzas dentro de una ola de calor que excede la habitación y golpea hasta en la barra. Hay lugar para unas 60 personas, en su mayoría grupos que charlan, discuten, la pasan bien. Queda claro que Orsai no es un bar donde buscar intimidad.

El hacedor de pizzas pone a prueba cada noche la fama ganada del otro lado del océano: ofrece una buena napolitana, jamón y morrones, mozzarella y las dos estrellas de la casa: la Afrodisíaca, con nueces y apio, y la Gran Comequechu, con champiñones y cebolla caramelizada. Las pizzas cuestan entre $45 y $65, los tragos $30.

Noches de dibujantes, de escritores. Noche de lecturas y de encuentros en la madrugada. Todo en el corazón histórico de San Telmo. Y así como Orsai es más que un blog, revista o editorial, el bar es más que un espacio donde comer y beber. Casciari dijo que, en su imaginación, el de San Telmo será el primero de otros dos bares, para “formar un triángulo iberoamericano de la cultura o de los borrachos que leen”. Un detalle: a una cuadra, sobre la misma calle, abrió Starbucks, parte de la inmensa cadena norteamericana. Starbucks está en posición lícita, mientras que Orsai está, bueno, siempre en Orsai.

Orsai queda en Humberto Primo 471. Horario de atención: miércoles a sábados de 18 al cierre. Teléfono: 4300-7783.


Todos los fuegos el fuego

Mary Carmen, parrilla gourmet

En el cuento “El cielo de los argentinos”, Roberto Fontanarrosa junta a unos amigos –como en tantas otras de sus historias–, pero para justificar el título lo hace alrededor del ritual popular del asado. La picada, la discusión sobre los vinos, la previa del partido de fútbol, las opiniones sobre cuánta carne tirar al fuego. Ese es el cielo. Amigos y asado forman una dupla de placer social e histórico, que atraviesa las clases sociales. La forma más simple de emular ese encuentro es en una parrilla, de las que hay cientos en la ciudad: más caras, más baratas, chic y sofisticadas unas, reas y populares las otras. Mejores y peores, en polos gastronómicas y en los barrios. Cada grupo de amigos tiene una elegida y siempre es bueno conocer una nueva.

Mary Carmen viene trabajando desde 1971, ganándose día a día un prestigio único en Villa Devoto. Fuera de los polos gastronómicos y las modas, este lugar construyó su historia propia. Allí, además de carnes a las brasas, se va por las pastas amasadas a mano. También es el lugar donde comer una buena milanesa napolitana o probar una contundente torre de bondiola, que incluye panceta ahumada, tomates secos confitados al disco y batatas caramelizadas. El restaurante pertenece a la familia Mastroviti y a los Catena, dos apellidos unidos en una esquina, con Diego Mastroviti en la parrilla y Karina Catena en la cocina. El lugar emana cierto espíritu de bodegón, de esos a los que van familias enteras para almorzar un domingo, de esos donde grupos de amigos arman la mesa más grande posible.

¿Qué comer en Mary Carmen? Diego recomienda algunos platos: “Se puede empezar por los quesos a las brasas, que incluyen provolone, de cabra, brie de oveja y queso ahumado; seguir con el pollo asado estilo francés. Los domingos hay que probar las tablas a las brasas, con todos los tipos de cortes para compartir”. Diego prefiere decir “parrilla gourmet” para definir lo que hace, que es la utilización de distintos tipos de cocciones en el fuego, desde la grilla, las brasas, el disco o la plancha, entre otras técnicas. Un juego que extendió la propuesta de platos más allá del parrillón tradicional.

La clave de su éxito atrayendo grupos de amigos parece residir en esa variedad de platos, en las porciones generosas, en una carta de vinos que incluye etiquetas populares y en el clima bullicioso. Más allá de las brasas, hay que probar la lasagna y las cintas salteadas con frutos de mar, a cargo de Karina. Para el final, hasta cinco amigos pueden compartir el Gran Postre Las Leñas, un plato lleno de almendrado, dos gustos de helado, crema chantilly, nueces, salsa de chocolate y merenguitos. Un final dulce para festejar la amistad.

Mary Carmen queda en Llavallol 5402. Horario de atención:

miércoles a domingos al mediodía. Viernes y sábados por la noche. A partir de marzo abrirá también los jueves a la noche. Teléfono: 4571-9488.


Pool, birras y rica comida

Breoghan, un lugar generoso

Los elaboradores de cerveza artesanal forman una comunidad propia, una comunidad que se reúne, intercambia información, hace degustaciones de sus productos y participa en fiestas cerveceras. Este espíritu de fraternidad, o mejor, de complicidad, se traslada muchas veces a los bares especializados en cerveza. Basta con ir a Antares, Danilas, Buena Birra Social Club o a alguno de los dos Cervelar para percibirlo. Allí, entre todo el resto, siempre se distinguen grupos de amigos que comparten el amor por esta bebida y que rastrean los mejores lugares donde beberla. En esa lista de buenos lugares debe sumarse sin dudas Breoghan, con flamante local en San Telmo.

Los responsables de armar el proyecto son Angel Godoy junto a Nicolás y Ramiro Rodríguez. Este último es el que hace la cerveza. La fabricación se hacía en Pilar, pero ahora están mudando la producción al bar, para transformarlo en un verdadero brew pub, es decir, un bar que elabora in situ su propia cerveza.

“Nuestras cervezas son la Cream Stout, Irish Red y una Golden estilo belga que hacemos con una levadura especiada”, cuenta Ramiro en la barra del bar, mientras dos clientes juegan tranquilos en la mesa de pool. El lugar cuenta también con dos livings en el sector que da a la calle, la barra está al fondo y no hay televisión, una ausencia agradecida, que le da un clima especial, íntimo, necesario para aislarse del bullicio catódico. Las pizarras anuncian las promociones y los happy hour: Fernet con Cola, Cuba Libre y Gin Tonic, todos a 2 x $30.

Pensados para compartir entre varios, los platos son abundantes y contundentes. Ofrecen muy ricas papas Breoghan, cubiertas de mozzarella, queso crema, panceta, cebolla de verdeo y “el toque secreto que las hace únicas”, según dice la carta. Hay también rabas, huevos revueltos estilo hindú, clásico fish and chips y el tradicional Irish Stew, un guiso de cordero irlandés que no puede faltar en un pub. Se puede comer por unos $40 e irse sin hambre.

Como todo buen bar, Breoghan abre todos los días, desde bien temprano para cerrar tan tarde como dure la sed. “Casi todos los días seguimos hasta las 5, a veces los lunes terminamos más tarde, porque viene mucha gente que trabaja en otros bares, aprovechando que es su día libre”, asegura Ramiro, dando cuenta de algo que puede parecer extraño para los que no trabajan en gastronomía, pero que es conocido por los que sí lo hacen. Los lunes es, también, el día del torneo de pool, que entrega premios al final de la jornada, casi de madrugada.

El resumen de la historia podría decir así: muy buena cerveza artesanal, mesa de pool, hora feliz, comida generosa y premios: ¿qué más se le puede pedir a un lugar?

Breoghan Brew Pub queda en Bolívar 860. Horario de atención: todos los días de 18 al cierre. Teléfono: 4300-9439.


Fotos: Pablo Mehanna

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