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Domingo, 30 de diciembre de 2012

SALí

A comer en restaurantes con mas de 50 años de vida

 Por Virginia Ostinelli

Barrio, pizza y cordialidad

El Cedrón, torito de Mataderos

En una tradicional esquina de Mataderos, y ya con más de 70 años de vigencia, se encuentra El Cedrón, una pizzería que debe su nombre a su fundador, Don Manuel Cedrón. Cuenta la historia que todo comenzó en los años ’30, cuando Don Manuel compró un bodegón llamado Primera Curva. Pero más allá de esta partida de nacimiento, fue en la década de 1960 cuando realmente El Cedrón adquirió su fama y prestigio, hasta convertirse en uno de los iconos de las pizzerías porteñas actuales.

En El Cedrón el tiempo pasa con su propia cadencia: el local fue sometido a muy pocas restauraciones y aún hoy conserva detalles arquitectónicos de sus años mozos, manteniendo todo lo pintoresco de aquel tiempo. El salón principal es enorme, la vereda está techada y cuenta con varias mesas que agrandan aún más su capacidad.

La decoración es bien tradicional. La mayoría de las paredes sigue una lógica gastronómica, cubierta por estrictos azulejos. También cuelgan cuadros de grandes figuras, como Alberto Castillo y Pedro Mafia, entre otros.

En un clásico mostrador de estaño se exhiben no sólo los postres y las tentadoras pizzas sino que además sirve de espacio de apoyo para muchos clientes que mantienen el consabido ritual de comer la pizza de parado, en lo que es tal vez el fast-food más autóctono de la ciudad porteña.

El barrio suma a la impronta de este lugar. En la esquina da la bienvenida el busto del boxeador Justo Suárez, más conocido como el Torito de Mataderos. Y entre el público que concurre, se cuentan desde hinchas de Nueva Chicago hasta familias enteras, y muchos solitarios que aprovechan el amplio espacio para beber un café leyendo el diario matutino. Los habitués se saludan con los mozos, que son nobles, ágiles y conversadores, supervisados por encargados atentos y serviciales.

La carta, obviamente, tiene como protagonista una gran variedad de pizzas, que es el alma de El Cedrón. Pero no se queda sólo ahí: los clientes más fieles hicieron famosa a la milanesa napolitana con fritas ($55), y otra opción recomendada, en la esquina light del ring, es el filete de merluza con puré ($45). Vale la pena notar que todos los platos son para compartir.

En lo que respecta a las pizzas, las más populares son las de espinaca y salsa blanca y la fugazzeta, ambas salen $75 y son muy sustanciosas. La mejor, para muchos, es la calabresa, con longaniza y tomate natural, a $80.

De noche, el corazón de Mataderos muestra una esquina totalmente iluminada. Allí está El Cedrón, un local que invita a todos aquellos que anden por allí a conocer y disfrutar de una de las mejores pizzas de Buenos Aires.

El Cedrón queda en Juan Bautista Alberdi 6101. Teléfono: 4687-0387. Horario de atención: todos los días de 7 a 2.


Una trinchera de la tradición

Lo de Jesús, fiel a sus raíces

Pocos barrios porteños han sufrido un cambio (físico y espiritual) tan rotundo como el de Palermo, pasando en apenas una década y media de ser un arrabal literario a convertirse en polo gastronómico y comercial. Pero casi como si estuviese ajeno a todo esto, Lo de Jesús mantiene el espíritu de siempre, celebrando ahora sus 60 años de existencia.

Según la historia oficial, el restaurante fue fundado por don Jesús Pernas, un simpático español nacido en Vigo, que arrancó con el formato de almacén de ramos generales y despacho de bebidas. En la esquina de Cabrera y Gurruchaga armó su pequeño reinado, famoso por los sándwiches de jamón y queso que el mismo Jesús preparaba a legiones de taxistas y vecinos. En aquel entonces, Palermo Viejo era un barrio orillero, frecuentado por mecánicos, almaceneros, costureras, albañiles y obreros. Hoy, lejos de aquella realidad, y después de seis largas décadas, el local mantiene una propuesta de tradición y buena comida, si bien la clientela es definitivamente otra.

El restaurante cuenta con un salón principal no muy grande pero cómodo y espacioso. Los pisos son de cerámica en damero, las mesas aparecen vestidas con manteles blancos, y el cuadro se termina con sillas Thonet, boiserie con percheros de bronce y espejos esfumados. Las paredes están cubiertas por fotos y posters antiguos, y destaca además una reliquia gastronómica que es imposible pasar por alto: la máquina de cortar el fiambre, fabricada en 1928.

El público que concurre es variado, en su mayoría son clientes fieles a los que se suman muchos brasileños, norteamericanos y europeos. Los días de semana, el salón se llena de grupos de hombres que llegan hasta allí atraídos por una carta que conjuga comida rica y abundante, “una fórmula altamente seductora entre los hombres”, dice Ignacio Salinas, uno de los encargados del lugar. Los fines de semanas, el público cambia y las mesas se llenan de familias y alguna que otra celebrity local.

La especialidad de la casa es la carne: el bife de chorizo ($87) llega a la mesa en el punto de cocción pedido, con una precisión muy poco vista. De la parrilla, alimentada con quebracho y carbón, salen más cortes de carne de ternera y pescados: imperdibles son la tira de asado especial ($106) y el pacú (con puré especiado, a $89). Las porciones son generosas, para compartir entre dos.

La carta se completa con platos típicos de los años ’50. Orlando Cano, cocinero autodidacta y santiagueño, prepara con sus propias manos la cotizada tortilla de papas española ($34) y el clásico arroz con leche, a $29.

Si el tiempo acompaña, hay varias mesas rodeando la esquina, ideal para sentarse a comer el abundante antipasto ($130) y tomar mientras un vermut homenajeando a Don Jesús por haber creado y mantenido este emblema de la culinaria porteña.

Lo de Jesús queda en Gurruchaga 1406. Teléfono: 4831-1961. Horario de atención: todos los días de 12 a 16 y de 17.30 al cierre.


Sin cerveza no hay picada

Cervecería López, una reunión entre amigos

Allá por el año 1943 existía sobre la Avenida Alvarez Thomas una cancha de bochas. Pero hace 68 años ese mismo predio está bien ocupado por Cervecería López, un bodegón que abrió sus puertas al barrio, y ya nunca más las cerró.

El establecimiento cuenta con dos amplios salones con largas mesas, ideal para reuniones con amigos. La decoración es bien barrial, y recuerda el ambiente de un club. De las paredes cuelgan jamones, paelleras y banderines de distintos equipos de fútbol, que los mismos clientes fueron llevando. En el piso, mosaicos; en el techo, madera, ventiladores y luces alumbran tenuemente y permiten los juegos de luz y sombras. Los bodegones se pueden definir, entre otras maneras, como restaurantes varados en el tiempo, que mantienen tradiciones culinarias de generaciones pasadas impermeables a las tormentas del cambio. Cervecería López hace honor a esta descripción y le agrega un toque familiar, amistoso y una cordial atención.

Los mozos saben de la A a la Z cada una de las opciones de la carta; son rápidos, no se distraen y hasta se permiten conversar un rato con los clientes sentados a la mesa, sin dejar de prestar atención a las mesas vecinas.

La carta es extensa y ofrece mucho para probar: platos en su mayoría conocidos y populares. Lo más pedido y característico es la llamada Picada López (media picada sale $149, comen de 2 a 3 personas e incluye 10 productos a elección, como jamón crudo, queso gruyère, longaniza calabresa, morrones asados y berenjena a la vinagreta). Para beber, claro, cerveza fría tirada directo del barril, servida en distintos tamaños: imperial, avión, jarra, balón, florero. Del lado de la cocina, la carta propone variantes como la porción de asado de tira: es muy sabrosa, el punto de la carne está bien logrado y se comparte hasta entre tres personas ($106,50). Otra buena opción son las pastas, donde destacan los económicos ñoquis de papa en salsa rosa a $27,50. Si queda lugar para el postre, no hay que dejar pasar el clásico panqueque con dulce de leche, una delicia que cuesta $31,50.

Una postal bastante usual en el gran salón de Cervecería López es que se forme una sola mesa larga entre los que ya estaban sentados y otros que acaban de llegar. Como si todos se conociesen y se saludasen por su nombre, más allá de que siempre se suman curiosos que se acercan por recomendación, y son aceptados como uno más dentro de ese gran grupo fiel a la cerveza y a la picada.

Cervecería López queda en Avenida Alvarez Thomas 2136. Teléfono: 4553-5682 / 4552-0275. Horario de atención: todos los días de 12 a 16 y de 20 al cierre.


Fotos: Pablo Mehanna

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