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Domingo, 1 de marzo de 2015

VALE DECIR

ME CAIGO Y... TARDO BASTANTE EN LEVANTARME

“Los medios de comunicación la han apodado ‘Sleepy Hollow’, y no porque la aldea Kalachi, al norte de Kazajistán, albergue un jinete sin cabeza. Un mal mucho más pernicioso se cierne sobre sus 600 habitantes. Un mal oculto y, hasta el momento, inexplicable.” Entre el fatalismo, el suspense y, por qué no, la ciencia ficción se ciñe el tono del diario francés Le Monde al inaugurar una reciente crónica: la del pueblo que, desde el 2010, sufre una misteriosa epidemia de sueño, con residentes que pierden la conciencia repentinamente y quedan en tal estado entre dos y seis días. “El fenómeno, que se produce en oleadas, incluso ha aumentado significativamente desde marzo de 2013”, aporta el Siberian Times, que sigue el caso desde hace meses. Y entre cuyos relatos incluye cómo ocho niños se desmayan en el primer día de clases, o 20 personas caen rendidas simultáneamente y no amanecen hasta casi alcanzada la semana, o 60 vecinos se desvanecen a la par, sin motivo aparente...

Apenas algunos casos que despertaron la curiosidad de cantidad de virólogos, toxicólogos, especialistas varios, incapaces todos de determinar la causa del “mal del sueño”, como le dicen. Sueño acompañado por alucinaciones, mareos, pérdida de memoria, náuseas... Y aunque algunos señalan a una vieja mina de uranio —cerrada hace más de dos décadas— como posible culpable, estudios determinaron que no es el caso. ¿Vodka adulterado quizá? No, tampoco. Pruebas bacteriológicas y virales en suelo, agua, aire, sangre, tejidos tampoco arribaron a mejor puerto. ¿Obra de Maléfica tal vez? Mmm, imposible; es de cuento de hadas. A tal punto el desconcierto que algunos hablan de “psicosis de masas...”. Por lo pronto, muchos han comenzado a irse. Como Vera Kolesnichenko, de 31, asustada tras un episodio de sueño y posterior delirio de su hija de 4 años: “Se despertó y se largó a llorar al grito de ‘¡Mamá, tenés tres ojos!’”. Marina Felk, una residente de antaño, en cambio, niega a abandonar su casa: “Tengo todo lo que necesito aquí. Mi hogar, mis tres vacas. No tengo miedo de dormirme”. Eso lo dice ahora; quizá cuando las vacas vuelen...

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