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Domingo, 3 de marzo de 2002

VALE DECIR

VALE DECIR

EL HORROR, EL HORROR
Hay quienes dicen que se trata de una forma de arte válida, en toda su contundencia. Y también están aquellos que opinan que alguna gente simplemente no tiene escrúpulos. Lo cierto es que estos nuevos “souvenirs” neoyorquinos ya han dejado con la boca abierta a más de un paseante o lugareño del SoHo, en la ciudad que nunca duerme: cualquiera que ingrese a Moss, una tienda de decoración y diseños “futuristas”, se encontrará inevitablemente frente a sendas maquetas de las Torres Gemelas y del Pentágono, cada una diseñada con sus respectivos impactos aéreos nítidamente visibles. Ambos modelos están realizados en níquel e integran una colección iniciada por la misma casa de diseño cinco años atrás, bajo el nombre “Edificios de desastre” (que incluía a la planta nuclear de Chernobyl y la cabaña del Unabomber). Entre los insultos de aquellos que se retiran horrorizados de su tienda, el Sr. Moss alcanzó a declarar que en sus piezas (que se venden a 95 dólares) “hay algo que no está desvergonzadamente oculto, sino que proporciona un lugar tangible en el cual depositar los sentimientos del que ha sufrido una pérdida”. Visto y considerando que al señor Moss no le molesta que lo sigan acusando de capitalizar desgracias ajenas, bien podría aprovechar para ampliar su sugestiva colección de desastres con una réplica en material noble, como el latón de las cacerolas, de nuestra querida Casa Rosada.

El empleado del mes
Difícilmente les interese a los empleados y accionistas de la petrolera norteamericana que se quedaron en la calle recientemente, pero los interesados en desembolsar cien dólares –vía internet, en el sitio eBay– podrán adquirir algo que ya es una verdadera reliquia: una copia del Código de Ética de Enron, manual de 64 páginas que se despacha con algunas de las observaciones retrospectivamente más cínicas que haya dado el mundo empresarial. Muchas de ellas son reglas de conducta concernientes al manejo de información confidencial (concepto algo difuso en una compañía que ocultó su desastrosa situación financiera a sus propios accionistas y empleados hasta que la situación se hizo explosiva), pero lo más interesante se encuentra en el prólogo, firmado por su ex-presidente, Kenneth Lay: “Queremos estar orgullosos de Enron y saber que goza de una buena reputación en lo que respecta a la honestidad y la equidad. Ganar tal respeto es uno de los objetivos de nuestras actividades de publicidad y relaciones públicas, pero la reputación de Enron depende en última instancia de su gente, ustedes y yo”. A ver ese aplauso para el empleado del mes.

Si pudiera ser tu héroe
La noticia inflamó los corazones de cientos de miles de adolescentes argentinas. Pero la euforia duró poco: los 6.000 millones de dólares de ayuda que se prometían para la Argentina, según el titular del diario El Cronista, no venían del bolsillo de su ídolo, sino de las arcas del Banco Interamericano de Desarrollo, y eso si hay acuerdo previo de la Argentina con el FMI, tal como anunció el funcionario homónimo del más bien histeriquillo hijo de Julio Iglesias. Una lástima, chicas. Pero, la verdad, ¿todavía no se dieron cuenta que Enriquito promete y promete pero minga de entregar?

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