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Domingo, 5 de junio de 2016

VALE DECIR

LOS ESCALADORES DEL 30

Mucho, mucho, mucho antes de que se impusiese la moda del rooftopping (léase, trepar rascacielos sin cuerdas ni seguridad, valiéndose de manos y paso firme, fotografiándose a altas alturas), un grupo de estudiantes británicos de la Universidad de Cambridge se revelaba ante la autoridad con una práctica similar: escalando las antiquísimos construcciones del campus (la Cámara del Senado o el King’s College, entre ellos) sin protección, por las noches; en ocasiones, vistiendo saco y corbata, conforme el look de la época. Después de todo, se trata de una sociedad secreta de la década del 30; “punks antes de que el punk siquiera existiera”, a decir de ciertas voces en tema. Empero, acaso más curioso que inaugurar una práctica que se ha mantenido por décadas entre alumnos de la prestigiosa institución, es que el susodicho grupo escribió y editó ¡una guía! intitulada The Night Climbers of Cambridge, donde dejaba asentados útiles consejos sobre dónde apoyar tal o cual pie en tal o cual edificio. Firmada por Whipplesnaith -seudónimo del entonces estudiante Noël Howard Symington, líder de la propuesta clandestina-, la primera edición salió en octubre de 1937, y fue lanzada por una editorial de renombre (la primera que publicó las primeras traducciones de Proust al inglés). Con fotografías de estos chicos bien en pleno acto, en ocasiones a 50 o 60 metros de altura, una segunda edición vio la luz a comienzos de los 50, volviéndose desde entonces material de culto para exploradores urbanos, sumamente difícil de obtener. En 2007, en el 70 aniversario de esta guía práctica, apareció una última “edición autorizada” que no llegó a las grandes librerías pero, así y todo, vendió unos cuantos miles de ejemplares. Respetuosa de su original, por supuesto, que no escatimaba en detalles. Un ejemplo: “Cuando rodee cada pilar, la totalidad de su cuerpo -salvo manos y pies- estarán sobre el negro vacío. Los pies, sobre losas de piedra inclinadas hacia abajo en un ángulo exterior de 35 grados; los dedos y codos, haciendo fricción de retención en la columna vertical. El suelo, a precisamente 30 metros bajo suyo. Si se cae, al menos tendrá tres segundos más de vida”. La precisión típica de Cambridge.

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