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Domingo, 8 de febrero de 2004

VALE DECIR

Vale decir

M.C. KAROL
“Por este trabajo creativo, los bendigo de todo corazón”, dicen que dijo nada
menos que el papa Juan Pablo II tras presenciar un espectáculo de breakdance (¿?) montado en el Vaticano por una organización cultural polaca destinada a ayudar a los jóvenes pobres y marginados de su país. Hubo aplausos y vitoreo, pero nada de, por supuesto, exhibiciones de moonwalking a lo Michael Jackson. Es que, al parecer, eso sí que estaría pasado de moda.

PATO POR LIEBRE
The Darkness, una de las bandas más exitosas de este momento en los Estados Unidos, debió hacer alguna que otra “concesión artística” para alcanzar la cima del ranking. Básicamente, el sucio trabajo de limpieza de las discográficas, en pos de adecuar sus letras al gusto de los padres más mojigatos, que después de todo son los que pagan los CD de los nenes. Los Darkness confesaron haber tenido que regrabar algunos tracks de su álbum de tal manera que las puteadas y otras “malas palabras” no ofendieran a algunos potenciales compradores. Permission to Land –tal es el nombre del disco– había llegado al puesto número uno de ventas en su versión original (esto es, con “improperios” y todo), pero debieron editar una versión alternativa para aquellos locales que suelen ser frecuentados por almas más susceptibles. Sólo que el procedimiento utilizado no ha quedado del todo claro para algunos: en una canción, por ejemplo, se limitaron a cambiar la palabra fuck por duck (pato). El cantante Justin Hawkins se autofelicitó por la estrategia en alguna entrevista publicada en medios norteamericanos, diciendo que “en (la canción) Black Shuck, donde canto: ‘A ese perro no le importa un carajo (fuck)’, lo he cambiado por pato (duck), y me he salido con la mía. Uno puede bien probar un acercamiento absurdo al asunto, o intentar una variante que tenga algún sentido. Yo prefiero el acercamiento absurdo”.

LOS RUBIOS
Los ecologistas del otro lado del mundo ponen el grito en el cielo: un zoológico-safari chino acaba de teñir de rojo y amarillo a sus monos para celebrar el Año Nuevo (el año nuevo chino, por supuesto). Se trata del Forest Safari Park de la ciudad de Shenyang, provincia de Liaoning, y la iniciativa no tuvo otro objetivo que marcar el comienzo del Año del Mono. “Primero debimos anestesiarlos –confesó un vocero del parque–. Y al despertar parecieron sorprendidos ante su nuevo aspecto. Pero al rato se los veía felices.” Xu Dianju, presidente del hospital para animales salvajes del safari, contó que también colorearon el pelo de algunos caballos para hacerlos parecer cebras. A todo esto, Zhu Chengwei, el director de la Estación local de Protección de la Vida Silvestre, dijo que las autoridades deberían haber testeado el proceso de tintura antes de aplicarlo en los macacos. La principal preocupación de Chengwei fue por el riesgo de que los primates se lamieran el pelo teñido, ya que la crema utilizada para convertirlos en blondas criaturitas contiene químicos que podrían afectar su sistema digestivo. “Pero estos monos no tienen el hábito de pasarse la lengua –argumentó en defensa propia el parquezoológico–, así que no hay peligro de que se coman la crema por accidente. A juzgar por la reacción que tuvieron al verse teñidos, no se alteraron ni se sobreexcitaron.” Salvo al darse cuenta, finalmente, de que también de ese lado del mundo –y aunque la mona teñida, mona queda– todos las prefieren rubias.

LOS ALFILES SATANICOS
Para tranquilidad de todos los fanáticos del “juego-ciencia” por excelencia, la Iglesia Ortodoxa Rusa acaba de declarar que no planea condenar al ajedrez como una “obra del diablo”. Nadie les preguntó, pensarán, mal, unos cuantos malpensados, pero la verdad es que sí, alguien les reclamó que tomaran cartas en el asunto (y a propósito, habría que ver qué piensa la institución sobre los juegos de cartas). La demanda provino de un joven feligrés un tanto fundamentalista que se tomó el trabajo de encabezar una campaña y organizar una petición en la que se aseguraba que el juego de tablero en cuestión era uno de los medios de manifestación del mismísimo Belcebú. Para dar por cerrado el caso, el arzobispo Wikenti de la región de Yekaterinburg se pronunció públicamente con estas palabras: “El ajedrez es un juego tranquilo e inteligente que sirve de estímulo para pensar. No es un pecado. Son los juegos apasionados y excitantes que causan confusión, odio e irritación, los que están prohibidos por nuestra institución, incluyendo algunos videogames”. Los asociaciones de practicantes de Damas y de Scrabble, entonces –y sólo entonces– respiraron aliviados.

RING RING
Los programadores de los cines de Village Recoleta parecen haber sido afectados por la ola de calor de las semanas pasadas. Ocurre que en la última quincena de enero se estrenó The Ring, que es la película nipona cuya exitosa remake norteamericana fue estrenada el año pasado como La llamada. Demasiadas referencias terminaron cruzándose y haciendo cortocircuito. Y si el título de la original en inglés (y al juzgar por la gráfica de sus afiches, también en japonés, Ringu) hace alusión a las llamadas telefónicas que anuncian la inminente muerte a sus protagonistas tanto como a la circulación de la maldición que ocupa el centro de la película, los folletos de los recoletos cines capitalinos no pudieron menos que intentar condensar tanta información como fuera. Así es que la semana de estreno la anunciaron como El anillo (otra acepción para The Ring) y a la siguiente como El ring (y entre paréntesis: La llamada), con lo cual al asunto se le superpusieron alusiones pugilísticas y alguna sutil llamada al éxito actual de la trilogía de J.R.R. Tolkien. Próximos estrenos: El redondel, El tubazo y El agujero de la telefónica.

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