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Sábado, 3 de agosto de 2002

VALE DECIR

Vale decir

Un mundo feliz lleno de cosas gratis
Vaya uno a saber cuál es, en ese misterioso mundo que tiene lugar bajo tierra, el concepto dominante de “gratuidad”. Pero lo cierto es que el boleto “promocional” de subtepass con la imagen de la película de Disney Lilo & Stitch puede ayudar a encontrar alguna pista. Si uno lee atentamente el antedicho boleto comprobará que, justo debajo de donde indica su valor por “1 viaje”, se asegura que presentando la tarjeta en cuestión “más dos pesos” uno se lleva una entrada “gratis” para ver la película de Disney en cierta cadena de cines. De ahí a decir que el viaje en subte es gratis, previo desembolso de 70 centavos, hay un paso.

La policía en busca del hombre sorete
Holanda no es sólo quesos, tulipanes y princesas argentinas: el olfato de los detectives de la policía nacional enfrenta en estos momentos uno de los mayores desafíos de su historia. La búsqueda lleva ya un par de años, y no se puede decir que el criminal no haya dejado rastros: se trata de un “defecador serial” que tiene la simpática costumbre de dejar pilas de su propia materia junto a pedazos de papel higiénico en lugares públicos. Su zona de preferencia es Langenzwaag, y hasta ahora su listado de víctimas incluye una cancha de fútbol, una bicisenda, bancos de plaza y diversas casas en construcción. Los sabuesos del Scotland Yard de los Países Bajos se excusan señalando que el sátiro de las heces asesta sus maléficos y olorosos golpes según un cronograma demasiado irregular. Benno van der Akker, futbolista del equipo local, declaró al periódico de la ciudad que “todo empezó hace dos años con una pequeña montañita fuera del campo. Luego pasó al centro y ahora se está metiendo en el área”. Mientras que otro buen, anónimo e higiénico ciudadano opinó que “se trata de un caso muy sucio: la caca de perro es sucia, pero esto es peor; a los responsables se les debería meter la cabeza en su propia mierda”. Hasta el momento, la investigación sigue sin arrojar resultados y los habitantes más paranoicos de Langenzwaag temen que esto se convierta en una nueva excusa para que las fuerzas de la ley sigan metiendo las narices en las zonas más pudendas de la ciudadanía.


Ocultando el ocultismo
“La nueva ley constituye toda una amenaza para la integración rumana y estamos dispuestas a hacer lo que sea necesario para proteger nuestros intereses.” La que ha decidido hacer pública su iracunda protesta no es otra que Rodica Gheorghe, una representante de la Asociación Nacional de Brujas de Rumania, raro espécimen de ONG del que todos descreen, pero que lo hay, lo hay. Y la queja tiene sus razones: la legislación tan resistida por las chicas de verruga y escoba voladora es una en virtud de la cual sus prácticas quedan totalmente proscriptas en la televisión. Aparentemente, la medida respondería a las intenciones del gobierno de asociarse finalmente con la Unión Europea. Ellas insisten en que la medida es discriminatoria, que sólo debería penarse la magia negra y que se trata de otra clara arremetida de los curas cristianos, sobrepasados por los inigualables poderes de la “magia blanca”. “Es indignante y no estamos dispuestas a aceptarlo”, continúa Rodica. “Hemos sido perseguidas desde los tiempos de la Inquisición porque nuestros poderes son mayores que los de los sacerdotes católicos.” Poco intimidado por los reclamos, el vocero del Concilio del Audiovisual Nacional, Cludiu Rusu, dijo que “los programas con curanderos milagrosos que aseguran poder cambiar el mundo son muy dañinos, en especial para los espectadores más jóvenes. No podemos permitir que las personas con problemas crean que esas brujas son capaces de todo lo que dicen”. Las Cachavachas rumanas replicaron con la amenaza de echarles un maleficio a todos si no cambian de opinión.

 

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