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Domingo, 8 de abril de 2007

VALE DECIR

Libres como el viento

Así es Love Land, el parque temático sexual de la ciudad de Cheju, Corea del Sur, en el que toda la decoración —la estatuaria, para ser más precisos— está dominada por un único asunto: el erotismo. El predio ocupa un espacio equivalente a dos estadios de fútbol y pretende, según lo ha presentado un cronista de la revista alemana Der Spiegel, borrar de un solo golpe el extendido prejuicio según el cual los orientales son un montón de mojigatos. De hecho, Love Land explota de lleno la fantasía seguramente no menos extendida, en cualquier hemisferio, de tener sexo a la intemperie, a través de sus monumentales representaciones porno soft. El lugar elegido para erigir semejante parque no es casual: un par de décadas atrás, era a esa misma zona donde iban los recién casados a pasar su luna de miel, y a concretar un necesario proceso de aprendizaje sexual, con “desvirgadores” profesionales encargados de romper el hielo en relaciones muchas veces arregladas. Hoy, el imaginario del sexo gigante y al fresco incluye posiciones acrobáticas, oralidades varias y encuentros múltiples, y se extiende a servicios tales como los bebederos y los baños. En sus verdes jardines no pasan inadvertidos los penes hipertróficos ni los pezones montañosos.

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