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Domingo, 29 de julio de 2007

VALE DECIR

La siesta de todos

Estos son plebiscitos, señores: a principios del 2008, la ciudadanía húngara concurrirá a las urnas para pronunciarse acerca de un proyecto de “legalización de la siesta”. Así lo anunció el martes pasado la Comisión Electoral Nacional: “¿Están ustedes de acuerdo para que el Parlamento de la República de Hungría cree una ley sobre la introducción del descanso vespertino?”, podía leerse en el sitio oficial de la Comisión, entre otros ítem que serán sometidos a consulta popular. La propuesta de convertir la siesta en un asunto correspondiente a las leyes laborales es de un ciudadano, que deberá todavía reunir unas 200 mil firmas para que, efectivamente, el proyecto sea incluido en el referéndum. “Dado que la iniciativa cumple con todas las condiciones de forma y de contenido exigidas por la ley, la Comisión no encuentra obstáculos para aceptar la petición”, indica el sitio oficial. Hasta ahora se han realizado, históricamente, solo dos consultas populares exitosas: las que permitieron el ingreso de Hungría a la Unión Europea (UE) y a la OTAN.

Piquín en Pekín

Al contrario de lo que reclamaba Roberto Galán, habrá que besarse menos. Al menos si uno planea apersonarse en la capital china para presenciar los Juegos Olímpicos 2008. Según se anunció esta semana, cualquier pareja que quede registrada en pleno beso amoroso por las cámaras de vigilancia apostadas en los estadios en los que se llevarán a cabo las distintas competencias recibirá un apercibimiento por parte de la policía local. Las computadoras de la ley ya están preparadas para tipificar todo “acto íntimo entre amantes” como un delito, según informó la agencia oficial Xinhua. La futura sede olímpica exhibirá desde agosto señales bilingües con un símbolo que representa un “ojo negro”, indicando que se está “ingresando en una zona de seguridad vigilada por cámaras: estas señales le recordarán al público que debe comportarse en los lugares públicos y que debe proteger su privacidad en esas áreas”. Al parecer —también según fuentes oficiales, de las oficinas de Seguridad Pública chinas— hace poco se llevó a cabo una encuesta que concluyó que a muchos chinos les parece “de peor gusto besarse en público que escupir en la calle”. Y eso que las escupidas son una de las costumbres que las autoridades han estado tratando de erradicar en los últimos tiempos. Así que ya saben quienes quieran asistir a los próximos juegos: nada de saliva.

Ojo de gato

Un caso para los expedientes X: un gato que vive en un geriátrico norteamericano, en Rhode Island, indica con bastante precisión cuándo alguno de los jovatos está a punto de pasar a mejor vida. Oscar —así bautizaron al morrongo— tiene la tenebrosa costumbre de pasar a visitar a los ancianos ya preseleccionados por la Parca. Si alguien quiere considerarlo una coincidencia, está en su derecho, pero, tal como se lo ha indicado el médico geriatra Oscar Sosa a la revista The New England Journal of Medicine, ya ha habido una serie de coincidencias más bien extraordinaria. Hasta ahora, les dio la despedida a más de 25 residentes de la clínica. “Oscar parece no cometer muchos errores —explicó Sosa—. Parece entender cuándo los pacientes están a punto de morir.” La doctora Joan Teno, profesora de la Universidad Brown, y profesional a cargo de los pacientes de la clínica, confirma las impresiones de su colega: “El gato siempre se las ingenia para aparecer en las últimas dos horas de vida del paciente. No creo que tenga capacidades paranormales; tal vez haya una explicación química”. El micho en cuestión, de pelo blanco y gris, ha elegido instalarse en el tercer piso del hospital, que es el de los pacientes psiquiátricos, probablemente para que no lo molesten demasiado con preguntas inútiles.

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