María Recio se cansó de vivir en la crisis. El miedo al desempleo la tenía muy mal. Finalmente hizo lo que tantos han hecho en su condición: armó las valijas y se fue a buscar una nueva vida.

“Ahora mismo me da miedo volver a España”, explica esta nueva emigrante al diario El Mundo. “Por primera vez siento que tengo una vida propia. Cuento con más tiempo, estoy saliendo con mis amigos y, además, mejoro mi inglés.”

Las vueltas de la vida: hace ochenta años, los españoles venían a hacerse la América, escapando del hambre y la Guerra Civil; hace escasos diez años, los españoles impedían que los inmigrantes entraran a su país, diciendo “aquí no cabemos”. Ahora son ellos de nuevo los que emigran, sin tener ninguna conciencia de la ironía que ello supone.

Los pilotos españoles buscan empleo como camareros en Dublín, los obreros de la construcción levantan edificios en Argelia y los profesores dan clases de español en donde sea.

“La emigración va a ser la única salida para muchos españoles porque esto está muy mal”, cuenta el madrileño David Corral. “Conseguir un trabajo en España supone aferrarse a él con uñas y dientes. El que está fuera del mercado laboral, no puede entrar.”

Ojalá tengan mejor memoria, esta vuelta, y dentro de diez o veinte años sean un poco más benévolos con los inmigrantes que busquen entrar a su país. Al fin y al cabo, el inmigrante de hoy puede ser el patrón de mañana.