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Domingo, 5 de septiembre de 2010

VALE DECIR

Pisky

James Gilpin tiene diabetes. Otra gente no tiene mucho más que hacer al respecto, pero Gilpin es un investigador que trabaja en la implementación de nuevas tecnologías biomédicas. Entonces se le ocurrió utilizar la orina de los ancianos con diabetes, muy rica en azúcar, para fabricar whisky.

La “materia prima” se obtiene de voluntarios como Patricia, la abuela de Gilpin. La orina es purificada de la misma forma que se hace con el agua y el azúcar se usa para asistir al proceso de fermentación. El resto del proceso es más o menos tradicional.

El whisky resultante es posible que nunca salga a la venta. James Gilpin también es un diseñador y este proyecto es una obra de arte que plantea, como dice él, la siguiente pregunta: ¿es posible sugerir la reutilización de los recursos biológicos que nuestros mayores producen en exceso?

Sin llegar al grotesco de aquella familia japonesa que mantenía al abuelo momia para cobrar su jubilación, la obra de Gilpin parece sugerir otra pregunta que nadie sabe responder: ¿dónde van a ir a parar cada vez más abuelos?

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