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Domingo, 26 de diciembre de 2010

VALE DECIR

Sólo hago pop, pop para divertirse

 Por Alejandro Soifer

“No se puede escribir poesía después de Auschwitz”, sentencia la frase repetida hasta el cansancio del filósofo judeo-alemán Theodor Adorno. Poesía no, ¿humor sí?

Un Adolf Hitler con anteojos de marco negro ancho, su típico peinado y bigotito ahora resignificados como marca de un estilo rebelde cool y una remera blanca con la inscripción “I Love Juice” (“Amo el jugo” en un juego fonético que lo hace parecer decir “I Love Jews” = “Amo a los judíos”) no se plantea tales preguntas, sólo lo hace. Desde el webcomic Hipster Hitler (http://hipsterhitler.com/) se vienen burlando de la figura del dictador dibujándolo, haciéndolo hablar, vistiéndolo con remeras con inscripciones cínicas que mezclan los gustos de la juventud más snob con referencias al nazismo y haciéndolo desenvolverse como un hipster: un muchacho burgués de clase media, algo fastidioso y superado que descoloca a sus secuaces nazis con salidas ingeniosas e irónicas. Cada tira cómica presenta la incongruencia de ver al dictador en actitudes de un adolescente caprichoso y denso. Lo podemos ver despatarrado en un sofá leyendo una revista y negándose a firmar una orden porque tiene fiaca, llevando una camisa leñadora arriba de una remera con la inscripción “Save the Panzer” con el dibujo de uno de los famosos tanques alemanes del que sobresale un oso panda, llorando desconsolado porque el médico le diagnosticó sífilis, una enfermedad “tan normal” o incluso afeitándose el bigote para ser distinto en época de Halloween cuando “todo el mundo” se disfraza de él.

El sitio une dos grandes pasiones de los últimos tiempos en internet: burlarse de Hitler y de las tendencias predominantes entre la juventud actual.

Hace ya un tiempo largo que Adolf Hitler empezó a ser reinterpretado como una especie de icono pop desde el lado de la burla. Al éxito de la parodia en YouTube a una escena de la película La Caída donde el subtitulado cambiado lo hacía aparecer quejándose de cualquier cosa (vale la pena buscarlo) a la vuelta de tuerca caricaturesca con la que Quentin Tarantino lo retrató en su último filme (Bastardos sin gloria), el dictador ha dejado de ser sólo un tótem que emana maldad.

Por el otro lado, el movimiento hipster contemporáneo es un blanco fácil: los modales afectados y globalizados de una moda que intenta emular a la rebelión juvenil beatnik ya habían sido burlados con éxito en los blogs Hipster Puppies (hipsterpuppies.tumblr.com) y Hipster Kitty (www.hipsterkitty.com).

Hipster Hitler, sin embargo, alcanzó una nueva síntesis más poderosa que lo ha convertido muy comentado en la web, ofreciendo una moderada cuota de gracia para un público dispuesto a reírse de la forma sutil en que los valores narcisistas, snobs y de grupo cerrado de la tendencia juvenil indie actual se emparentan con ciertas formas de fascismo. Y si no, ahí está el Micky Vainilla de Capusotto para explicarlo mejor.

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