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Domingo, 11 de diciembre de 2011

VALE DECIR

El juego del miedo

De las múltiples esferas que nutren la mentalidad neonazi, dos ejemplos de la semana dejan a la vista que su ludismo goza de preocupante buena salud. Para empezar, en Viena, un hombre llamado Roland Marte ha estado vendiendo vino y aguardiente con una particularidad: la etiqueta viene con variedad de imágenes, todas de Adolf Hitler. Alertado por un miembro del Partido Verde, un fiscal se hizo eco de la oferta etílica y ahora investiga si el extremista ha roto la ley que prohíbe glorificar o hacer apología de la era del Führer. No ha de ser tan difícil averiguarlo, en tanto la web de R.M. –a través de la cual llevaba adelante la espirituosa transacción y venta– autodefinía sus productos como “botellas nostálgicas de otrora grandes personajes históricos”.

Pero no sólo de copas viven los oscurantistas: también necesitan sus juegos. Y los tradicionales, al parecer, les quedan chicos. Por eso, con el objetivo de financiar sus actividades ilegales, un grupo terrorista alemán ha creado Pogromly, versión neonazi del Monopoly. Con una esvástica como punto de inicio, esta reinterpretación del clásico Hasbro ya no se centra en el desarrollo inmobiliario de Atlantic City: usa el marco como moneda oficial, reemplaza los ferrocarriles por campos de concentración (Dachau y Buchenwald, entre ellos) y permite la compra de “fábricas de gas”.

Según informa The Telegraph, el mórbido juego –que cuesta unos 80 dólares– es obra del grupo Nacional Socialista Underground (NSU), acusado de asesinar a, al menos, una decena de personas entre 2000 y 2007 y de robar 14 bancos. La policía va tras su rastro; el mes pasado, por ejemplo, allanó un centro de operación del NSU donde fabricaban bombas e, inesperadamente, encontró varios Pogromly. Porque Dios no jugará a los dados, pero el Diablo sí.

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