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Domingo, 20 de mayo de 2012

VALE DECIR

La disputa por el Beagle

El neoyorquino Craig Dershowitz piensa en su perro Knuckles no como en una mascota sino como un hijo. De allí que lleve casi cinco meses y más de 30 mil dólares gastados en una pelea judicial con Sarah Brega, su ex novia, por la tenencia del can. La cosa fue más o menos así: después de separarse, ambos acordaron que sería él quien viviese con esta cruza de Beagle y Pug. La decisión duró un suspiro: de la noche a la mañana, Brega cambió de parecer y se mudó a California, llevándose al animalito con ella.

Eso fue el punto de partida de esta extraña disputa legal de ribetes que tranquilamente podrían ser los de una lucha por la tutela de los niños (los de verdad, con dos piernas, dos brazos, sin pelo en el lomo ni hocico). Quién sabe, quizás inspire una película de Hollywood. Al fin de cuentas, la realidad ya ha superado a la ficción, con el caso llegando a la Corte Suprema de Manhattan, y llevando al desolado hombre de 34 años a la bancarrota.

Hasta ahora el querellante ha perdido más que a su “bebé”; también se le han filtrado todos los ahorros y ahora, desesperado, ha pedido ayuda virtual para rescatar a Knuckles. Con el objetivo de financiar su causa, el norteamericano abrió una cuenta en IndieGoGo, sitio de crowdfunding que ayuda a reunir dinero a base de donaciones. A cambio de unos pesos y bajo el lema “Rescata a Knux”, Craig ofrece remeras, canciones, besos virtuales, entrar gratis a un boliche (es patovica de una disco y puede colar a sus contribuyentes), retratos del can y hasta graffiti, en murales a cargo de artistas amigos. Con la meta de recaudar 20 mil dólares para pagar los gastos judiciales, recibe donaciones desde 10 hasta 10 mil dólares. Por el momento sólo ha logrado reunir poco más de tres mil.

A todo esto, Brega sostiene que el can lleva una vida sana y feliz en California, “donde tiene una habitación amplia para jugar que está frente a una playa especial para perros”, pero Dershowitz insiste. Y exagera sin pudor: “Knux ha tocado muchas vidas. Lo extrañan por toda Nueva York”. Al parecer, el trascendental canino ha dejado un batallón de personas que lo esperan y algunas anécdotas que su Craig comparte con lágrimas en los ojos: “Cada vez que yo llegaba a casa, me recibía correteando, ofreciéndome su juguete como diciendo ‘Papá, te extrañé; toma mi objeto preferido en el mundo’.” ¿No será mucho?

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