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Domingo, 23 de diciembre de 2012

VALE DECIR

Hecha la ley, hecha la plancha

Suena a gag de dibujo animado (probablemente lo sea), pero ocurrió en la vida real: un polaco intentó impresionar a su mujer haciendo las tareas domésticas; entre ellas, planchar. Pero de la peor manera posible Tomas Paczkowski, de 32 años, entendió que no era tan sencillo (ni seguro) como aparentaba. “Decidí hacerlo mientras ella estaba en el trabajo”, inicia el relato el distraído muchacho.

“Las mujeres siempre atienden muchas tareas a la vez; pensé que podía hacer lo mismo”, continúa el muchacho a la hora de explicar por qué, mientras la plancha se calentaba, abrió una lata de cerveza, prendió la tevé y sintonizó boxeo. El problema fue que estaba tan absorto en la pantalla chica que, cuando sonó el teléfono de su casa, en vez de levantar el adminículo comunicacional, tomó el candente antiarrugas por equivocación y, sin reparar en su error, lo presionó contra su oreja. Recién entonces descubrió, a los gritos, que se trataba de la más literal hot line de su vida.

Corriendo llegó al baño, donde echó agua sobre la dolorosa quemadura. ¿El resultado? “Me dejó un ojo negro; ahora parece que fui protagonista de un round de boxeo en vez de un mero espectador televisivo”, bromea el hombre que, por consejo médico, dice haberse retirado definitivamente de las labores cotidianas. Una buena excusa que, sin lugar a duda, dejó marca.

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