radar

Domingo, 12 de mayo de 2013

VALE DECIR

Ser o no ser

Phillip Michael Schaeffer no se hizo de fama y se echó a dormir, prefirió robarla y ver qué pasaba. Desde fines del mes pasado, el norteamericano de 53 años ha sido noticia en todas partes por una peculiar estafa que protagonizó en un hospital de St. Cloud, Minnesota. Allí ingresó el 20 de abril para recibir atención médica y, a la hora de dar su nombre, tomó una identidad prestada, asegurando que era David Gilmour, guitarrista, vocalista y compositor —junto a Roger Waters— de la mítica banda británica Pink Floyd. Los entusiastas galenos, al ver que no tenía seguro médico, se apuraron a dorarle la píldora y, de cara al supuesto rockstar, lo atendieron sin cobrarle un céntimo. Jugando bien sus cartas, Schaeffer decidió retribuir las gentilezas ¡firmando autógrafos!

Y el pillaje no hubiera tenido fracturas de no ser por la sospecha de algunos miembros del hospital. “Al día siguiente, hubo una discusión entre los miembros del staff de seguridad que llevó a creer que no se trataba, en realidad, de David Gilmour”, explicó Jeanine Nistler, vocera del nosocomio, y agregó que “se revisaron las capturas de las cámaras para comparar las imágenes de la cinta con fotos en Internet del músico”, llegando a la conclusión de que —en efecto— el hombre los había engañado.

El asunto se puso tenso cuatro días más tarde, cuando Schaeffer regresó a la clínica para continuar su tratamiento —gratis, claro— y hasta presentó papelerío de su supuesto seguro médico británico. Hilando fino, los médicos comenzaron a cuestionarlo y él solo atinó a decir que estaba de gira en Canadá y había pasado de visita por Minnesota para atenderse. Afinando el oído, el médico de turno, David Covington, notó que el acento brit del rockero dejaba mucho que desear. Y lo más evidente: ni siquiera se parecía a Gilmour.

Cansado de que el gran imitador les mojara la oreja, otro miembro del personal del hospital buscó a un oficial de policía, le contó velozmente el caso y el agente no pudo menos que congraciarse con los engañados y confrontar a un Phillip que, de cara a la ley, admitió no ser el músico y demás pamplinas. Puesto tras las rejas momentáneamente, el hombre ya se encuentra en libertad, aunque la policía continúa juntando evidencia para acusarlo de fraude. El chiste le costó caro: no sólo es posible que pase una temporada en prisión; también tuvo que pagar la cuenta del hospital, que ascendía a más de cien mil dólares.

Compartir: 

Twitter

 
RADAR
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.