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Domingo, 14 de julio de 2013

VALE DECIR

El método

Aunque, de buenas a primeras, las imágenes que circulan sobre Ibrahim Yucel, un turco de 42 años, podrían recordar a Hannibal Lecter, lejos del canibalismo gira su historia. Ocurre que este hombre prometió a Dios, a su difunto padre y a su esposa que dejaría de fumar, pero al flaquearle la fuerza de voluntad y ser incapaz de mantener su palabra, fabricó una jaula estilo medieval para llevar en la cabeza y evitar rendirse a tamaña tentación.

Inspirado en los cascos para motocicleta, el peculiar diseño tiene las rejas tan estrechas que ni un pitillo cabe entre las rendijas. Así, cada mañana, Yucel mete la bocha, cierra el artilugio y entrega la llave a su mujer, previo a irse a trabajar. Ergo, adicción superada. Aunque sea a la fuerza.

Al parecer, este fumador empedernido –que liquidó dos atados al día por más de dos décadas– comprendió que necesitaba dejar el tabaco el día que su papá murió de cáncer de pulmón. Desde entonces, intentó e intentó con distintos métodos, fallidamente, hasta que vio un motoquero y se le prendió la lamparita. Así fue como puso manos a la obra, consiguió cantidad de alambre de cobre y dio forma a su curioso producto.

Aunque ahora cuenta con el apoyo incondicional de su familia, que lo felicita por la intentona, su mujer Allah y su hija Qur’an han admitido que, al comienzo, el casco demencial les daba un poquito de vergüenza. Es comprensible: el hombre sólo puede beber con pajita, comer galletitas finas y las manos no le llegan al rostro. De allí que se deduzca que el método (de tortura) también sería apto para quienes quieran bajar de peso. Lo que faltarán, cabe imaginar, serán los voluntarios.

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