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Domingo, 6 de abril de 2014

VALE DECIR

PRENDIDOS A LA LITERATURA

“Cuando mi copia de segunda mano de Matar a un ruiseñor, la novela de Harper Lee, comenzó a deshacerse en mis manos, pensé en cuántas personas la habrían leído desde que fue impresa a fines de los ’60 y quise preservarla de alguna manera”, cuenta la británica Sarah Pounder sobre la génesis de un proyecto que ha dejado a más de un bibliófilo chocho de contento. Y a otros, no tanto. Porque, en efecto, los broches cuidadosamente diseñados y fabricados por la muchacha con base en Londres están hechos a base de libros. Ejemplares rotos o casi destruidos que la dama encuentra y recicla, creando elegantes y artesanales prendedores que capturan el espíritu del título que les ha dado la vida. Así, cada producto de House of Ismay (tal es la marca de Pounder, que tiene tienda virtual en el sitio Etsy) llega con bonitillo nivel de detalle: para El viento en los sauces, una rana; El señor de las moscas, una mosca; Las aventuras de Sherlock Holmes, una pipa. Adorables, fácilmente identificables, con respaldo de madera y varias capaz de barniz más el alfiler trasero, esta licenciada en Artes del libro continúa sumando sus económicos modelos. Y desafíos. Habrá que verla cuando llegue el turno de “abrochar” títulos como El hombre invisible. O el Discurso del método.

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