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Domingo, 14 de septiembre de 2014

A VOS TE SACCO

JOE SACCO es la figura más destacada del periodismo en historieta a nivel mundial. Bosnia y Palestina son los escenarios centrales en los que ejerció su peculiar mezcla de Jon Lee Anderson y Robert Crumb, de crónica y comic, noticia y dibujo, para hablar de los efectos de la violencia sobre la población civil. Y en La Gran Guerra revisa la batalla del Somme, de cien años atrás, en un impresionante dibujo doblado veinticuatro veces dentro de un libro de formato apaisado, sin diálogo ni texto. Sacco es uno de los principales invitados internacionales que vendrán a Comicópolis, donde también se exhibirá parte de su obra. En esta entrevista, recorre el camino que desde su infancia lo llevó de su Malta natal a Australia y a los Estados Unidos, donde reside, para convertirse en un trotamundos que no puede dejar de desear la paz en medio de las guerras que nunca se acaban.

 Por Martín Pérez

Un solo dibujo, pero de diez metros de largo. Así es como el dibujante Joe Sacco decidió contar el primer día de la batalla del Somme, uno de los momentos clave de esa matanza conocida como Primera Guerra Mundial. Sin un solo diálogo, sin un solo texto explicativo, solamente un largo y detallado dibujo, doblado veinticuatro veces dentro de un libro de formato apaisado. En realidad, apenas tapa y contratapa, entre las que se pliega una y otra vez a la manera de un bandoneón esa larga panorámica dibujada que recorre todo lo que sucede en una batalla, que muestra silenciosamente –como escribe Sacco en el prólogo de La Gran Guerra– lo que sucede entre el general y el cementerio, “deseando que, aun después de cien años, el mal gusto no haya sido lavado de nuestra bocas”.

Nacido en la isla de Malta, pero criado en Australia, Sacco asegura que la Primera Guerra forma parte de sus recuerdos escolares, ya que todos los 25 de abril se conmemora allí el trágico desembarco de las fuerzas australianas y neocelandesas en la península turca de Gallipoli. “Cuando era más joven solía bromear preguntándole a la gente cuál era su guerra favorita”, confiesa entre risas Sacco, cuando se le pide que confirme el recuerdo vertido por su amigo Christof Ellinghaus en la compilación irónicamente titulada Spotlight on the Genius That is Joe Sacco, que dice haberlo escuchado haciéndola ante Dave Pirner, el cantante de Soul Asylum. Al teléfono desde Portland, la ciudad donde ha dibujado casi toda su obra, Sacco asegura que ahora le sería difícil hablar en esos términos, pero confiesa seguir interesado en la guerra que lo obsesionó desde pequeño.

“Era una época en la que la crema de la sociedad, gente educada y que tenía mucho por lo que vivir, se anotaba voluntariamente para ir a la guerra. Por qué lo hicieron, y qué pensaron cuando se dieron cuenta de en qué se habían metido realmente, eso es lo que me interesa”, explica Sacco, que eligió dibujar ese día y esa batalla, justamente, porque simboliza el final de una era. “Fue el punto donde el hombre común ya no podía tener ilusiones sobre la guerra moderna –asegura–. El ejército británico, que estaba integrado en su mayoría por voluntarios, a partir de entonces pasó a estar formado por reclutas.”

Con un formato de lujo, tanto en su edición en inglés como en castellano, un testimonio de la particularidad del trabajo y también del lugar que ocupa su autor dentro del mundo editorial actual, La Gran Guerra es el último libro publicado hasta ahora por Joe Sacco, uno de los invitados estelares de Comicópolis –también formará parte del Filba–, pionero del periodismo en historieta, autor de trabajos indispensables como Palestina y Gorazde: Zona protegida –prologados por Edward Said y Christopher Hitchens, respectivamente–. Pero que con La Gran Guerra –una parte se podrá ver en Tecnópolis, donde se realizará la muestra de historietas– imaginó haber puesto un punto final a su trabajo en guerras y conflictos de todo el mundo. Incluso afirma en el prólogo que su reacción inicial ante la propuesta de embarcarse en semejante libro fue pensar que no quería dibujar otra escena bélica. “Ya había dibujado suficiente la guerra y sus consecuencias”, explicaba entonces.

“Llegué realmente a pensar que rechazaría completamente volver a realizar esa clase de trabajo, pero después de un par de proyectos alejados del periodismo en historieta, estoy empezando a extrañarlo”, aclara Joe Sacco antes de visitar Buenos Aires, una clase de historietista que si no existiese habría que inventarlo, suerte de Jon Lee Anderson y Robert Crumb enrollados en un mismo cigarro. “Lo que voy a hacer es mezclarlo con otras cosas, porque si sólo te dedicas a eso puede ser un poco asfixiante. Pero la verdad es que me di cuenta de que aún me gusta salir al mundo, hablar con la gente y descubrir qué es lo que está pasando.”

VOCACION Y PERIODISMO

Desde el comienzo fue más que un hobby. Se convirtió rápidamente en una compulsión. Cuando el pequeño Joe Sa-cco descubrió el dibujo, también se descubrió llenando sin parar páginas y pedazos de páginas, en realidad cada espacio libre sobre un papel, sin detenerse a pensar mucho en eso, mientras fue dejando de ser pequeño y ya de grande también. “El primer dibujo que recuerdo haber hecho lo hice para mi madre, cuando pasó unos días internada en un hospital –cuenta Sacco–. Con mi hermana la veíamos dibujar, así que para sacarle una sonrisa le dibujamos nosotros una pequeña historia de aventuras. Por entonces ya vivíamos en Australia, y a partir de ese día me recuerdo siempre dibujando. Y desde ese primer momento, siempre asocié dibujar con contar una historia, que es lo que hace un historietista.”

Antes de que esa compulsión se convirtiera en vocación, sin embargo, apareció el periodismo. Por entonces Sacco ya estaba viviendo en los Estados Unidos y, habiendo crecido rodeado de libros que asegura despertaron su interés por el mundo, gracias a unos buenos profesores de secundaria empezó a leer con aten-ción los diarios, y también autores como George Orwell o Michael Herr y sus Despachos de guerra. “Por entonces, jamás se me hubiese ocurrido asociar el dibujo con el periodismo. Yo quería escribir y ser periodista, dibujar era otra cosa”, recuerda Sacco, que se terminó recibiendo de eso que de adolescente descubrió que quería ser cuando fuese grande, en la Universidad de Oregon.

Sus inicios en el medio no estuvieron a la altura de esos sueños –sólo consiguió trabajo en el órgano oficial de la Asociación de Notarios, por ejemplo– y, ante esa frustración inicial, la historieta empezó a ser un apropiado vehículo de expresión, mientras hacía malabares para llegar a fin de mes. Fundó (y fundió) su propia revista under, y terminó uniendo en realidad por primera vez periodismo e historieta cuando empezó a trabajar en la sección noticias de The Comics Journal, una seria y respetada revista sobre comics. “Nunca me dije voy a unir mis dos pasiones, el dibujo y el periodismo, ni nada parecido. Sucedió de casualidad”, asegura Sacco, que como todos los dibujantes under de fines de los ’80 trabajaba en un formato que iba de la sátira a la autobiografía. “Hubo dos trabajos que fueron algo así como la génesis de lo que terminé haciendo después: una historieta sobre una gira con un grupo de rock, y otra sobre los recuerdos de mi madre durante la Segunda Guerra”, recuerda Sacco, que estaba viviendo en Berlín, ciudad que había conocido durante aquella gira con una banda de rock, cuando decidió embarcarse en cierta aventura que tenía pendiente.

“Venía leyendo sobre la situación de Palestina desde hace tiempo cuando me di cuenta de que desde Berlín, donde llevaba más de un año viviendo, dibujando posters para recitales y tapas de discos de rock, estaba ahí nomás. Además, en las clases de alemán que estaba tomando, varios de mis compañeros eran palestinos, así que hablé mucho con ellos”, cuenta Sacco, que precisa que a comienzos de los ’90 había viajes muy baratos hasta El Cairo, y desde allí se podía ir en micro hasta Jerusalén, algo que hoy es imposible. “Lo importante era que no me iba a costar mucho dinero ir y ver por mí mismo lo que sucedía. No tenía muy claro lo que iba a hacer una vez ahí, pero pensé que podía hacer una historieta con cualquier experiencia que tuviera.”

MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL

PALESTINA N° 5, FEBRERO 1994.

Después de dos décadas dedicadas a dibujar historias sobre conflictos y guerras, sobre matanzas y tragedias, sobre marginados y pobreza, es posible entender que Joe Sacco desease separar periodismo e historieta, al menos por un rato. Pero no deja de ser una sorpresa su confesión de que ya estaba pensando en abandonar todo cuando aún no había terminado su segunda gran obra mayor, sobre su viaje a Bosnia justo después del final de la guerra de los Balcanes.

“Es que tenía cuarenta años y apenas si podía llegar a fin de mes”, explica Sacco, que había viajado a Palestina por su cuenta, y luego se había dedicado durante la primera mitad de los ’90 a publicar sus aventuras en nueve ejemplares de una revista que se fue vendiendo cada vez menos. Por entonces, apenas si sobrevivía trabajando para el guionista Harvey Pekar y gracias a un mensuario europeo, para el que escribía una historieta de rock, cuyos pagos salvadores eran en francos suizos.

“Creo que decidí publicar Gorazde: Zona protegida directamente en libro para no irme desanimando por el camino”, se burla hoy Sacco, que viajó a Bosnia con un contrato firmado sólo para complacer a los agentes de inmigración, pero al regresar se encerró a dibujar después de un adelanto ínfimo por su futura publicación, llegando a vivir de sus padres hasta terminar el trabajo. “Fue entonces cuando pensé: termino esto y me dedico a otra cosa”, revela Sacco, que tuvo su golpe de suerte cuando The New York Times reseñó halagadoramente el libro. “Ahí fue cuando cambió todo –calcula–. Porque otros medios de pronto empezaron a interesarse y sacar sus reseñas, y el libro empezó a venderse.”

Un año más tarde, una década después del primer viaje de Sacco a Palestina en 1991, aquellas historias se recopilaron en un solo volumen y sus ventas rápidamente superaron las de su libro sobre Gorazde. “Palestina es el libro por el que seguramente seré recordado. Pero Notas al pie de Gaza es mi obra mayor”, asegura Sa-cco, refiriéndose a su último trabajo sobre los territorios palestinos, que acaba de ser reeditado –junto a Reportajes, que compila sus historietas periodísticas para diversas publicaciones– para acompañar su visita a Comicópolis.

“Creo que llegué en el momento justo –asegura Sacco, al repasar el camino que terminó permitiendo que finalmente su obra se encontrase con un público–. Porque el hecho de que la historieta iniciase un proceso de abandonar las comiquerías para buscar un lugar en las librerías fue algo perfecto para lo que yo estaba haciendo.” Fanático por las historietas, pero interesado por el mundo que hay más allá de ellas, Sacco asegura que empezó a publicar Palestina como revista intentando hacer la clase de historieta que le hubiese encantado leer, pero no encontraba en las comiquerías. Pero fue recién cuando salió de ellas que pudo encontrar un público interesado en sus historias.

“La mayoría de las historietas que leemos concluyen, casi de forma rutinaria, con la victoria de alguien, el triunfo del bien sobre el mal, la derrota del injusto en manos del justo, o incluso con el matrimonio entre dos jóvenes amantes”, escribe Edward Said en el prólogo de Palestina. “Pero las historietas de Sacco proporcionan a sus lectores una estancia lo suficientemente larga entre la gente cuyo sufrimiento y destino injusto se ha ignorado durante tanto tiempo, que sus dibujos tienen la facultad de detenernos, de evitar que erremos con impaciencia en busca de una frase conquistadora o una historia lamentablemente previsible de triunfo y realización.”

COMO SE CONQUISTA UN MUNDO

JOE SACCO

Cuando se le pregunta si se considera un periodista, Sacco responde rápidamente que él es un historietista. Trabaja en el campo del periodismo, sí, y está interesado por lo que sucede en el mundo. Pero lo suyo antes que nada es dibujar historietas. Es lo que ha venido haciendo desde siempre, con un ojo en la revista Mad, donde había historietas en las que siempre estaba sucediendo algo en segundo y tercer plano, y el otro en la obra de Brueghel el Viejo, cuyos cuadros llenos de detalles campesinos se pueden ver reflejados en muchos de los paisajes más detallistas de sus libros. Admirador incondicional de Robert Crumb, el trabajo periodístico de Sacco lo ha obligado a contener su pluma, a ordenar su estilo, a aprender a contar una historia. Es algo que se puede observar al leer en orden sus trabajos más importantes, empezando por Palestina, donde el gonzo a lo Hunter Thompson inicial va encontrando un ritmo y un estilo más contenido hacia la segunda mitad del volumen, que preanuncia la excelencia narrativa de Gorazde. Y termina en la orgánica contundencia de Notas al pie de Gaza, donde su personal manual de estilo periodístico lo obliga a respetar los textuales de sus entrevistados, llegando incluso a poner puntos suspensivos entre paréntesis dentro de los globitos, informando los lugares donde ha editado sus testimonios.

“Aprendí a ponerme al servicio de una historia, a asegurarme de tener un guión completo antes de ponerme a dibujar –explica Sacco–. Pienso que ponerse ciertos límites, ir en contra de tus caminos naturales, es algo que sin dudas te obliga a mejorar. Pero también empezás a perder frescura, y a sentirte atrapado. Para volver a disfrutar en una mesa de dibujo es que decidí salir a buscar aire fresco con los trabajos que estoy encarando, alejados del periodismo.”

Aunque recién está anunciado para el mes de noviembre, en las páginas de Amazon se puede encontrar un pequeño adelanto de algo llamado Bunf, una feroz sátira en la que Sacco vuelve a sus orígenes, y se jacta de haber dibujado sin obligarse a tener un guión listo antes de empezar, largándose a inventar cuando se quedaba sin letra. “Digamos que es muy diferente de las cosas por las que soy conocido –adelanta–. Cuando lo empecé, no estaba seguro de qué dirección iba a tomar, pero como soy una persona interesada en la política, terminó yendo por ese lado, aun cuando toque el tema de una manera muy pueril, al límite de lo pornográfico. Es un comic underground”, resume entre risas, evidentemente satisfecho.

Al mismo tiempo, Sacco se encuentra dedicado a un trabajo histórico de largo aliento, casi un estudio antropológico sobre la Mesopotamia antigua, el hogar de las primeras civilizaciones. “Aún no tengo muy claro cómo va a ser, porque todavía estoy en el proceso de reunir información. Estoy leyendo libros, y si en las ciudades a las que me toca ir descubro que hay un especialista, voy y lo entrevisto. De lo único que estoy seguro es de que quiero encontrar un formato en el que el proceso de conversación sea prominente. Será un libro de historia, pero centrado en lo que había entonces, y podemos ver reflejado en la actualidad, desde los impuestos hasta el ejército”, adelanta Sacco, que acepta que, en realidad, tanto en uno como en otro proyecto lo que subyace –como satirista en uno y como historiador o antropólogo en el otro– es el misterio de cómo nace un Estado y cómo detenta su poder. “Cómo es que el Estado consigue gente para matar otra gente –resume–. Cómo conquista esa autoridad, la mantiene y nos convence de que la sigue teniendo.” Todas preguntas que también subyacen en cada uno de los veinticuatro pliegues del largo silencio de su dibujo sobre la batalla del Somme.

DIA A DIA

“Creo que tuve la suerte de haber nacido en un lugar pequeño, como Malta –asegura Sacco–. Por eso es que puedo pensar más globalmente, sin poner por delante ningún tipo de orgullo nacional. Quiero decir: estoy muy orgulloso de haber nacido ahí, amo Malta, no te equivoques. Pero por suerte no conozco ninguna gloria militar asociada al hecho de ser de ahí, ni me interesa que su bandera flamee por encima de ninguna otra. Lo que me interesa de un país es la gente, y al estar con ellos te das cuenta de qué es lo que consideran importante, si son hospitalarios o no, si se toman la vida seriamente o no tanto.”

En una de las historias compiladas en Reportajes, Sacco volvió a Malta para reportar sobre los africanos que buscan llegar a Europa, pero terminan en la isla. “Fue un trabajo muy difícil de hacer, porque todos tenemos una cultura y vivimos de los mitos de esa cultura. Los malteses tenemos el mito de ser gente amistosa y gregaria, abierta a los extranjeros. Y lo somos, hasta cierto punto. Pero uno debe juzgar a un país ante su propia mitología, y desde mi punto de vista, los malteses no pasamos la prueba. No veo a ningún país europeo pasándola, en realidad. Y mucho de nuestro futuro va a tener que ver con la migración, con gente que va de un lugar a otro por necesidad. No es fácil decidir meterse en un bote y cruzar un mar. No es una decisión que se toma ligeramente, eso es lo que intenté contar en esa historia.”

Ahora que sabe que no va a dejar de dedicarse al periodismo en historieta, Sacco también sabe que –aún cuando esté interesado en investigar nuevos temas– regresará a los que a esta altura son sus escenarios preferidos. “Hay quien podrá pensar que estoy obsesionado con Bosnia y Palestina, pero lo que sucede es que cuanto más tiempo pasás en un lugar, más sabés dónde es que hay que mirar”, explica Sacco, que confiesa empezar a tener ganas de hacer otra historieta sobre Gaza, donde considera que hay una guerra contra la población civil, lisa y llanamente. “No quiero escribir historias sobre muerte y destrucción, como las que hoy aparecen en las noticias. Porque eso es algo que arranca y termina cada tanto. Pero la verdadera historia que sigue y sigue en Gaza es la del bloqueo. Me gustaría volver para contar el día a día de la gente que vive atrapada ahí.”

Pero adonde ha vuelto recientemente Sacco es a Bosnia. Un lugar con el que se obsesionó cuando aún no había terminado de dibujar Palestina, y al que decidió viajar entonces sin que nadie le pagase por hacerlo. “De hecho, terminé de dibujar la última revista en Berlín, mi última escala antes de comenzar el viaje”, señala el dibujante obsesionado por el hecho de que Europa hubiese quebrado su Nunca Más y permitido otra vez un genocidio, y que emprendió su viaje fascinado por los defensores de una sociedad multiétnica, aunque descubrió al llegar ahí que no había muchos creyendo realmente en ella. “Volver a Bosnia ahora fue algo muy descorazonador –confiesa Sacco, que escribió una historieta online llamada Srebrenica luego del viaje–. Porque el país está cada vez más destruido. Y porque hay tres grupos étnicos en Bosnia, pero con los que yo pasé más tiempo es con serbios y musulmanes, que compartieron los mismos eventos, pero me di cuenta de que no la misma historia. Es preocupante que, del lado de los serbios, haya tanta negación. Así que lo peor fue sentir que los disparos cesaron, sí, pero aquella vez que estuve ahí, recién al final de la guerra, al menos había esperanza. Ahora no hay ni siquiera eso.”

¿Esperabas algo mejor?

–La verdad que sí. Pero hay que aprender que toma mucho tiempo recuperarse de semejante tragedia. Especialmente si estás cautivo de criminales y corruptos que están a cargo del gobierno.

UN SUEÑO

“Escuché que la comida es buena.” Así es como responde Sacco cuando se le pregunta qué fue lo primero que pensó cuando recibió una invitación para visitar Argentina. Pero al comentarle que el abandono del periodismo debe haber mejorado su estado de ánimo porque cuando Radar habló con él en el 2007 la misma pregunta fue respondida con un sencillo “guerra sucia”, Sacco lanza una carcajada y asegura que justamente mencionó la comida intentando no decir eso mismo: dirty war. Pero si entonces, en aquella entrevista, había mencionado haber quedado impresionado después de la lectura de El Vuelo, de Horacio Verbitsky, Sacco esta vez comenta que sabe que estamos pasando un tiempo difícil, por la lucha contra los fondos buitre, que considera que se está haciendo de la manera correcta.

“Mi sentimiento personal es que muchos países sudamericanos afortunadamente pudieron dar vuelta la página en los últimos años. Pienso que si en este momento hay alguna esperanza en el mundo a la izquierda de la política, está en Latinoamérica”, asegura el dibujante, que en el país donde vive aún hoy confiesa estar orgulloso de un movimiento como Occupy Wall Street. “Sólo puede estar desilusionado el que realmente pensaba que podían conseguir voltear Wall Street y meter presos a los banqueros –explica Sacco–. Lo que realmente consiguió el movimiento, en cambio, es mantener encendida la llama. Y sus verdaderos resultados recién los veremos en algunos años. Aunque algunos se pueden ver hoy en día: la huelga de los trabajadores de locales de comidas rápidas creo que habría sido imposible si antes algo como Occupy no hubiese puesto en evidencia las desigualdades que hay en los Estados Unidos.”

Su fascinación y apoyo al movimiento se puede ver en el libro Days of Destruction, Days of Revolt, que realizó con el periodista Chris Hedges, al que conoció en Bosnia y con el que trabajó también en Gaza. “Lo que hicimos con Chris fue viajar juntos por las zonas más pobres de los Estados Unidos, él escribiendo y yo dibujando –cuenta Sacco, que es antes que nada un ilustrador del libro, que contiene muy pocos comics, uno de ellos dedicado justamente a Occupy–. Ese libro fue un trabajo que me abrió los ojos. No vi cosas al nivel de la pobreza que se puede ver en lugares como India, pero es decididamente avergonzante que alguna gente sea forzada a vivir de esa manera en un país considerado del Primer Mundo. Y también me impresionó ver que alguna gente pelea contra eso, pero otros simplemente quieren oscurecer su propia mente y se automedican con alcohol y drogas. La gente necesita algo que la ayude a atravesar el día, y eso también puede ser la religión. Pero más que nada se trata de alcohol y drogas.”

Sacco no es precisamente un defensor de Obama, al que acusa de haber hecho campaña hablando del cambio, pero no haber cambiado realmente nada. “La retórica, tal vez, pero eso lo hace peor, porque no se puede ver ninguna acción que corresponda con esa retórica. Y soy aún más pesimista en un mundo post Obama, porque Hillary Clinton ni siquiera tiene esa retórica”, asegura un hombre que no se considera particularmente valiente, pero que conoce el poder de empujarse hacia adelante para cumplir algo. Llámese obsesión, objetivo o, por qué no, un sueño. “Eso que pensás que podrías hacer, pero tenés miedo de hacerlo. Pero, a pesar de ese miedo, sabés que lo tenés que hacer.” Llámese Bosnia, entonces. O Palestina. “Lo que yo hice fue empujarme a comprar un boleto, y una vez ahí empujarme hasta empezar a hablar con la gente. Hasta que llega un momento en que empezás a entender el ritmo de las cosas, y a sentirte cómodo con lo que estás haciendo. Siempre fue así para mí. Y lo sigue siendo. Siento mariposas en el estómago antes de viajar a cualquier lado. Pero como es algo que sentí antes, ya no me molesta. Es parte de lo que hago.”

Joe Sacco estará de visita en Comicópolis, el festival de historieta que se realiza del jueves 18 al domingo 21 en Tecnópolis. Dará una charla pública el domingo, a las 15.45. Sus libros Notas al pie de Gaza y Reportajes acaban de ser reeditados por la editorial Random House.

GORAZDE: ZONA PROTEGIDA (2000).

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