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Domingo, 18 de enero de 2015

CON SU BLANCA PALIDEZ

MÚSICA A casi dos décadas de su primer disco de covers, el multivendedor Medusa, Annie Lennox vuelve a interpretar canciones ajenas. Si la ex cantante de Eurythmics entonces versionó temas compuestos y cantados por hombres –hombres del rock, además–, el flamante Nostalgia se centra en standards femeninos de jazz. Un territorio desconocido para la escocesa, que confesó que con su elección parece añorar tiempos que nunca vivió.

 Por Sergio Marchi

Antes que Tilda Swinton, estuvo ella. Annie Lennox fue la primera rubia de belleza andrógina en alcanzar la fama mundial. Su rostro de porcelana, su boca grande, sus dientes en perfecta formación, y sobre todo esos ojos de azul submarino, hubieran hecho de ella una hermosa reina de Narnia. Pero lo suyo siempre fue el canto. Aún lo es: acaba de editar el flamante Nostalgia, donde se prueba el traje de cantante de jazz. Una elección extraña para alguien que hace siete años no edita un álbum de canciones propias. “Estaba demasiado feliz para componer nuevo material”, intentó explicar la escocesa. Frase inusual para alguien que está en contacto con el dolor cotidiano a través de su activismo contra el sida, que la lleva a menudo a viajar por Africa, donde la enfermedad continúa siendo un flagelo pese a los avances de la ciencia. No tuvo inconveniente en plantarle mala cara a Benedicto XIV cuando éste condenó el uso de condones. “Hizo un daño inmenso”, comentó Lennox, que hoy transita por su tercer matrimonio esta vez con un ginecólogo sudafricano; antes estuvo casada con el padre de sus hijas, Uri Fruchtmann, cineasta y productor. Y primero en la lista, su viejo compañero de Eurythmics, el multipremiado Dave Stewart, con quien vendió millones de discos y vivió una historia de crueldad y pasión sin límites que duró cuatro años, antes que convinieran en volverse socios musicales para bien de todos.

Nostalgia es un disco de versiones mayormente acústicas de viejos standards de jazz, interpretados originalmente por Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Nina Simone y Dinah Shore. Lo que para otra garganta sería un repertorio desafiante, para Annie Lennox parece un traje a medida que luce sin esfuerzo. “Mi aproximación a las canciones es aprenderlas lo antes posible y después alejarme de ellas. Mi intuición se pone en marcha y responde a la belleza de la canción, despojada de las inflexiones de las mujeres que las cantaron antes que yo.” Nostalgia, un título que bien puede afrontar una mujer que la pasada Navidad cumplió 60 años, es ideal para un domingo a la mañana, cuando la mente no acepta movimientos bruscos. “Nací en 1954, viví todas estas décadas y asistí a todos los cambios: he sido testigo del destino colectivo del planeta. Y a veces, una parte mía, quiere pisar el freno y volver hacia atrás. Pero eso es lo único que no podés hacer, por eso el título es algo irónico en verdad: no se puede volver el tiempo atrás.”

Antes que Natalie Merchant asombrara a todos este año con la foto de su disco homónimo, donde se dejó fotografiar sin tintura, revelando los grises que le dieron los años, Annie Lennox hizo algo parecido en 2003, con la tapa de su tercer álbum, Bare (traducible como “despojada”), mostrando su rostro de porcelana con un maquillaje blanco que resaltaba todas sus imperfecciones. Mientras la sociedad de consumo busca lavar más blanco y vender cremas anti-age, Lennox intentó la máxima de las sinceridades: su rostro a cara lavada. Fue un acto valiente, pero no redituable, y se fue alejando del ojo público con Songs of Mass Destruction (2007), y ese vicio de los artistas por hacer un disco navideño, que en su caso se llamó A Christmas Cornucopia (2010).

Hay que recordar que la carrera solista de Annie Lennox venía de dos álbumes mega vendedores; el primero como solista, Diva (1992), despejó cualquier duda sobre su dependencia de Dave Stewart, su compañero de Eurythmics. Todos los temas fueron compuestos por ella, y la producción de Stephen Lipson le dio ese lustre perfecto que es necesario para aquellos artistas que tienen pretensiones de grandeza, lo que ella manifestaba desde el título. Vendió millones de copias y ganó premios Grammy a mansalva, pero en vez de consolidar en su siguiente trabajo la exitosa senda iniciada como solista, eligió hacer un disco de covers cuando esa tendencia era aún minoritaria.

Medusa, publicado en 1995, la encontró cantando canciones compuestas y vocalizadas por hombres. Temas de The Clash, Talking Heads, Procol Harum, Neil Young, y una sola excepción: “A Thin Line between Love and Hate”, originalmente de The Persuaders, pero que fue magistralmente entonada por Chrissie Hynde al frente de su grupo The Pretenders. La originalidad de las versiones hizo de Medusa un nuevo suceso. Y ahí es donde Lennox se retrae durante ocho años, que coinciden con la crianza de sus dos hijas. “Y el deseo de no exponerlas a la fama”, explicó en su momento. “Es una moneda de cambio muy extraña, y yo fui muy famosa en Eurythmics. Todavía siento la necesidad de cantar, pero yo prefiero no tener éxito y ser feliz, a tenerlo y sentirme miserable.”

Nostalgia también responde a una necesidad de Lennox de completar su vocabulario musical. Pese a lo que pueda suponerse conociendo la predilección de la cantante por el blues, las canciones de jazz le fueron ajenas hasta su adultez. “Muchas de estas canciones las descubrí por mi cuenta navegando por YouTube; el jazz era una música muy sofisticada para mi hogar cuando yo era chica. Me influyó el folk, la música clásica, el soul y todo lo que sonó durante los ’60. Pero es, y aquí hay otra explicación para el título, como si yo tuviera una añoranza por tiempos que no viví, que sucedieron antes de que yo naciera. Y, lógicamente, está la belleza de las canciones, la profundidad de los pensamientos que expresan.”

No parece un repertorio casual para una mujer que perdió a su primer hijo en el momento del nacimiento, en 1988, y que aprendió a conectarse con el dolor. “Casi todo lo que canto tiene que ver con la dualidad de la vida; la belleza, la oscuridad, y con cómo eso se entrelaza en una sola noción en nuestra existencia. La música es un bálsamo que ayuda a articular la emoción.” Annie Lennox aprendió que uno puede volver desde el dolor, reconstruirse y alcanzar la felicidad, muchas veces, ayudando a otros. Sus viajes por Africa le ayudaron con ese aprendizaje. “A veces, el mundo es inexplicablemente cruel. El ébola sólo pudo haber surgido desde una villa en Africa, donde hay gente viviendo en la pobreza más abyecta. Yo no puedo ser ajena a eso y en un modo microscópico intento ayudar al cambio. Aunque duele. Siempre duele.”

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