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Domingo, 3 de mayo de 2015

AMOR Y ANARQUÍA

MUSICA Hace cuatro años, Pablo Bernaba, bandoneonista y director del Quinteto Negro La Boca, quiso llevar historias anarquistas al tango, específicamente la vida de Severino Di Giovanni. Para hacerlo, se contactó con Osvaldo Bayer. Salió una milonga, una amistad y una colaboración artística que acaba de dar a luz Tangos libertarios, una ópera sobre la huelga y la masacre de la década del 20 en la Patagonia, con letras de Bayer –a veces en compañía de Raúl Castro de Falta y Resto–, potentes raps de Malena D’ Alessio y participaciones de un verdadero seleccionado del tango actual que incluye a Agustín Guerrero y la Orquesta Típica Pedro Láurenz, Lucas Furno y Pablo Agri y cantantes como Victoria Di Raimondi y Limón García.

 Por Mariano del Mazo

Durante años a Osvaldo Bayer se le acercaban punks de la más diversa calaña –góticos, existenciales, indolentes cerveceros– y lo miraban como si se tratara de una especie en extinción. Cuando vencían la distancia que definía su aura patriarcal, le preguntaban sobre Bakunin, sobre el teniente coronel Varela, sobre Severino Di Giovanni. Hoy se le acercan y le preguntan los tangueros, o algunos tangueros. Y no deja de resultar significativo: con sus particularidades, por vitalidad y búsqueda la joven guardia tanguística hoy ocupa un sitio análogo al que en el under de los ‘80 decoraba el punk rock. Basta recorrer un día de semana ciertas zonas de Almagro, a la madrugada, o husmear los comics tangueros del cantor Juan Serén y su sabor a fanzine digital. El notable Tangos libertarios del Quinteto Negro La Boca es resultado de esa proteica actividad, de ese entramado aún subterráneo.

Se trata de una suerte de ópera-tango sobre los sucesos de comienzos de la década del 20 del siglo pasado en la Patagonia, la masacre de peones rurales a cargo de Varela, el militar enviado por el presidente Hipólito Yrigoyen para negociar una huelga que finalmente devino en represión feroz. Tangos libertarios es, entonces, la musicalización del fusilamiento de 1500 obreros con letras de Bayer, que supo condensar en los tres o cuatro minutos de cada una de las doce canciones una investigación de décadas. Pero, se verá, es mucho más.

Osvaldo Bayer mira la historia pasar y, a los 88 años, disfruta de su singular vida partida entre Alemania y Argentina. “Mis días en Alemania son mucho más tranquilos que en la Argentina. No tengo tantos actos ni tantas conferencias. Hago más vida familiar y estoy más en relación con el paisaje. Vivo en una zona de bosques profundos, que descubro todos los días. Camino por ellos pensando por qué este pueblo inició dos guerras mundiales.” Su lozana serenidad se ve habitualmente alterada por propuestas de todo tipo. Como la que le hizo Pablo Bernaba, bandoneonista y director del Quinteto Negro La Boca: llevar historias anarquistas al formato canción. El Quinteto Negro surgió en 2008 en el departamento del propio Bernaba, en la calle Pinzón, a metros de la Bombonera. La idea fue reflotar las raíces tangueras del barrio y ponerlas en diálogo con una realidad diferente, que incluye una inmigración distinta al prototipo italiano de fines del siglo XIX que pintó Quinquela. “Pensamos que está buena la mixtura con los nuevos actores sociales. Esto es: inmigrantes latinoamericanos y allegados de las distintas provincias de nuestra país, muchas veces denostados. Así nació todo. Combinamos la música con lo social, pusimos una escuela de música y logramos organizar el Festival de Tango de la República de la Boca”, dice Bernaba.

El vínculo con Bayer nació de su admiración y su curiosidad, Bernaba vio en su momento la película de Héctor Olivera La Patagonia rebelde, basada en los tres volúmenes de Bayer Los vengadores de la Patagonia trágica. Como el punk que finalmente es en el fondo, se sintió atraído por el ideario anarco y se puso entre ceja y ceja escribir un tango en honor a Severino Di Giovanni. Para la letra, pensó, nadie mejor que Bayer. “Lo llamé por teléfono y nos juntamos en su casa de Belgrano, ‘El Tugurio’, a tomar un whisky y a conversar. Osvaldo es un buen bebedor de whisky, sabe tomar. Es increíble lo bien que está, cómo razona, su lucidez. Planteamos el tema, lo trabajamos y finalmente salió una milonga. Nos gustó el resultado y redoblamos la apuesta para hacer un disco entero. Y, lo fundamental, nació una amistad. Durante los últimos cuatro años nos contactamos por teléfono, por mail, o personalmente en su casa de Belgrano. Y hasta hubo un encuentro en Alemania, donde me hospedó gentilmente unos días en su casa frente al río Rin.”

Tangos libertarios, consecuencia macerada de esa amistad, es un disco complicado, con muchos peligros. Históricamente el tango social no ha contribuido mucho a las mejores expresiones del género. Desde aquel “Penado 14” que Agustín Magaldi convirtió en éxito a fines de los años ‘20 del siglo pasado hasta las honestas búsquedas de Patricia Barone y la Yapa, la mayoría de las ocasiones en que el tango abordó temáticas ampliamente políticas resbaló. Desde lo ideológico y desde lo estético. Tangos libertarios, en cambio, funciona como un álbum conceptual en el que se cuentan historias apasionantes, legendarias, heroicas, con un tratamiento musical minucioso y coral: participan muchas voces, músicos invitados y otro peligro –el del pastiche– también es esquivado.

Sorprende la amalgama de expresiones, una naturalidad que muestra que la salud del género tiene que ver con dejar de pensar si algo “es tango o no”, abandonar toda lupa escudriñadora de rítmicas y priorizar la canción. El tema “Patagonia rebelde” concluye con un furibundo rapeado de Malena D’Alessio, ex Actitud María Marta; “Mano abierta” –como denominaban a los anarquistas expropiadores, los que repartían los botines entre los pobres– es una canción con letra de Bayer y Raúl Castro, de Falta y Resto, murga que pone sus voces sobre el final del disco, y así.

La edición no sólo es atractiva sino también necesaria. Parte de una caricatura de Rep de Severino Di Giovanni, incluye un sobre interno también realizado por Rep a la manera de sus recorridas barriales con un mapa con las circunstancias de la huida y asesinato del anarquista italiano y tiene las letras y las contextualizaciones de Bayer. En temas como el vals “Las putas de San Julián” –cuyo tono hace recordar a “La ópera de los tres centavos” de Brecht y Weill o, mejor, a la maravillosa adaptación de Chico Buarque en “Opera do Malandro”, y ese clima del “Tango do covil”–, Bayer escribe:

“Cuando terminaron los fusilamientos, en 1922, Varela les dio permiso a sus soldados para concurrir a los prostíbulos. Pero el 17 de febrero de ese año ocurrió un hecho sorprendente. Los únicos seres que reaccionaron contra los fusilamientos de la peonada fueron las cinco prostitutas del prostíbulo La Catalana que se negaron a atender a los soldados, al grito de ‘¡basuras, con asesinos no nos acostamos!’. Los soldados quisieron entrar a la fuerza con las bayonetas, pero las prostitutas se defendieron con palos y escobas. Los soldados fueron vencidos y se retiraron. Las mujeres fueron llevadas presas y expulsadas de San Julián.”

El afán didáctico se complementa con la tríada insuperable de buenas melodías, buenas letras, bien interpretadas. En ese sentido, Tangos libertarios opera también como un apretado muestrario del tango actual, con la participación de músicos como Agustín Guerrero y la Orquesta Típica Pedro Láurenz, Lucas Furno y Pablo Agri y cantantes como Victoria Di Raimondi y Limón García. Embellecen temas como “Chau Falcón, gracias Simón” (que con un lenguaje zumbón, irónico, cuenta la muerte del comisario Ramón Falcón a cargo de Simón Radowitzky: “Ramón Falcón, / por matón y alcahuete / te pusieron bien un cuete /que la gorra te voló/ Yo sé muy bien quién te lo puso /Fue ese muchacho Ruso / Radowitzky Simón”, escribe Bayer con la sapiencia de un Celedonio Flores ácrata), o “Cara mía”, sobre la amante de Di Giovanni, America Scarfò.

¿Cómo fue, Bayer, el trabajo de condensar sus conocimientos de historiador al formato de letra de canción?

–No fue fácil. Pero leí mucha poesía en mi vida. Pude componer esas letras recordando a los héroes anarquistas, personalidades con muchos detalles propios. Además en esos días escuché mucho tango, para no perder el estilo porteño. La que más me costó fue el primer trabajo que hice junto a Bernaba, la milonga sobre Severino Di Giovanni. Una personalidad de varios perfiles, pleno de amor y violencia, no era fácil ponerlo de pie en pocas estrofas. Di Giovanni representa la extrema violencia de los de abajo que quieren una sociedad más justa. Y se pierde en esa violencia, no tiene límites.

¿No le resulta curioso que siendo el tango una música surgida prácticamente en la misma época que el apogeo del anarquismo en la Argentina, con un gran aporte de inmigrantes, no haya habido más tangos anarquistas?

–Hubo, pero la mayoría eran anónimos. No se editaron. La razón es que creían que todo es de todos, y más el arte. Se hicieron muchos. Los anarquistas improvisaron tango en los bailes que se hacían en los lugares donde se hospedaban, y también en plazas y lugares públicos. Al principio se bailaba sólo entre hombres porque a la mujer no se le permitía bailar en público. Y los anarquistas, pese a las protestas de otros hombres, fueron los primeros en invitar a bailar a las mujeres, que se adhirieron con entusiasmo.

¿Cuál es su relación con la música?

–Mucha. La música tuvo gran influencia en mi vida. Cuando era niño estudié siete años de piano y eso me llevó a un amor con la música clásica. Schumann y Schubert siguen siendo mis músicos preferidos. Y con respecto a la canción, la aprendí a través de Marlene Dietrich, la actriz alemana. Cuando vi su film El ángel azul no pude menos que enamorarme de ella. Fue en el cine Ideal Monroe, del barrio de Belgrano. Nosotros vivíamos cerca, e íbamos siempre. Ahí aprendí lo que nos puede decir y enseñar una canción bien interpretada. Respecto al tango, era imposible estar ajeno a su influjo. Era la música de todos los días en todas las radios de Buenos Aires de aquellos años ‘30 y ‘40. Uno prendía la radio y ahí estaban Canaro, Lomuto, Di Sarli o cantores como Ignacio Corsini, Carlos Gardel, Agustín Magaldi. Los tangos me acompañaron toda la niñez junto a la música alemana.

¿Le gustó cómo quedó el disco?

–La verdad que sí. Me gustó mucho.

¿Qué le parecieron las partes rapeadas?

–El rap es una forma de expresión moderna. Con mis 88 años de edad, qué quiere que le diga, soy un poco conservador en mis gustos. Pero quedó bien.

Tangos libertarios está siendo presentado en diferentes escenarios. Este miércoles 29 se hará en el Torquato Tasso, junto con la Orquesta La Vidú, y el 16 de mayo en el Club Atlético Fernández Fierro. Estarán todos, y también las figuras idílicas y espectrales de personajes como las del alemán vengador de Varela Kurt Gustav Wilckens, Antonio Soto, José Font (a) Facón Grande, América y Paulino Scarfò. Personajes perdidos en los pliegues de la historia que una vez más, gracias al Quinteto Negro La Boca y a Osvaldo Bayer, se resisten a morir.

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Imagen: Constanza Niscovolos
 
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