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Domingo, 3 de abril de 2016

ENTREVISTA > PAU O’BIANCHI

ALUCINACIONES Y PECADOS

Gran animador del indie uruguayo de la última década, Pau O’Bianchi es un nombre y un músico a descubrir en esta orilla. Líder de 3Pecados, banda que se desarmó después de atravesar varias oscuridades, formó Alucinaciones en Familia, con ocho integrantes, un grupo cuyo nuevo disco homónimo se editó en Argentina. Pero el mejor punto de partida, como corresponde a estos tiempos, es Internet: en el bandcamp de 3Pecados se puede ver la evolución de este rocker montevideano que no se imagina haciendo música fuera de su ciudad donde, dice, todas las emociones y las taras se acumulan hasta que explotan y eso se plasma en la música, en cierta intensidad que puede ser extrañamente tranquila o endiabladamente demoledora.

 Por Martín Pérez

Para el primer show fueron Jesús Negro y Los Putos. Al siguiente, se anunciaron como Dr. Candombe y La Brigada de Japón. Aunque la sucesión de bautismos ocurrentes parece testimoniar lo contrario, Pau O’Bianchi asegura que no fue nada fácil encontrarle un nombre a su nueva banda, Alucinaciones en Familia. Con nada menos que ocho integrantes –siete músicos mas el productor del disco, que considera como un integrante mas–, en realidad ese nombre siempre fue el de una canción que formó parte del repertorio del grupo desde que empezaron a tocar juntos. Pau aclara que no recuerda a quién se le ocurrió que no tenían que seguir buscando, que era ése y no otro, pero asegura que una vez que la propuesta se dijo en voz alta, así quedó. Y está bien que así sea. Porque es un nombre que le calza justo tanto a la impronta contestataria de su música, siempre vibrante y catártica, y al mismo tiempo describe literalmente tanto la natural tendencia lisérgica de sus canciones como la particular hermandad de músicos que Pau reunió a su alrededor en este sucesor natural de 3Pecados, la banda con la que se convirtió en el gran animador del indie montevideano de la última década. Alto, desgarbado y barbudo, Pau es de esos personajes que viven encorvados y sólo se desperezan hasta alcanzar su verdadera estatura durante los momentos más entregados de sus actuaciones. Sentado en un café cerca de Callao y Corrientes, el compositor y guitarrista concede que el debut de Alucinaciones en Familia es la continuacion de la síntesis musical lograda en Diciembra (2011), el último y magistral disco de 3Pecados. “Pero aunque es verdad que existen ciertas características parecidas, acá las cosas fueron construidas por ocho cabezas, y nunca hubiesen sonado así si hubiesen sido tocadas por 3Pecados”, siente la necesidad de aclarar O’Bianchi. “Y no por una cuestión de la característica de los instrumentos o la cantidad, sino posta por la cabeza y maduración de cada uno de nosotros. Porque en la época de 3Pecados estábamos los tres muy rayados, y ahora en cambio somos todos más grandes, o mas calmos por lo menos, y un par de fichas nos cayeron. Y si cayeron antes y no las quisimos ver, ahora estamos mas centrados o concentrados, qué se yo”, intenta explicar Pau, que conserva a su lado en Alucinaciones a Pablo Torres, el baterista de la formación final y consagratoria del trío. Mientras que Diego Martínez, el carismático tecladista de 3Pecados, cuyo prematuro fallecimiento víctima de un raro tipo de cáncer generó un auténtico terremoto en la escena, la banda y sus integrantes, está presente en la dedicatoria del debut de Alucinaciones en Familia, el disco con el que el siempre torrencialmente prolífico Pau O’Bianchi –además de 3Pecados, en su momento mantuvo grupos paralelos como Relaciones Sexuales o Millones de Casas con Fantasmas– ha terminado de regresar al ruedo. “Lo unico bueno que hago como ser humano es la música”, exagera Pau mientras apura su café. “La música es mi red social, me permite conocer gente, compartir lo que hago, debatir ideas. Y eso es algo que está de fiesta”.

BICHOS QUE ESTAN MAL

A la hora de definir musicalmente a su generación, Pau lo hace por contraste. “A nosotros nos enseñaron que el rock uruguayo era el del Pilsen Rock: La Vela Puerca o Los Buitres, grupos con los que nunca nos sentimos identificados”, explica. “No sólo estéticamente, sino también casi filosóficamente, porque mientras aquellos terminan siempre apuntando hacia la fiesta, nosotros éramos bichos que estábamos mal en serio, tomando pastillas con alcohol para darnos vuelta. Además estaba eso de que el que se deprime es un tipo oscuro. Pero, ¿quién no se deprime? ¿No es mas oscuro mantener una sonrisa todo el tiempo y estar arriba, arriba? Eso es algo que yo nunca entendí”, dice, encogiéndose de hombros.

Hijos de la crisis económica del cambio de siglo, heredada de la Argentina, la generación de Pau es también una de padres separados, como los suyos. Con un hermano menor, fue criado por su madre y su tía, a las que considera sus madres. De hecho, su nombre artístico tiene su origen la primera vez que le preguntaron cómo quería salir mencionado en un artículo. Su respuesta fue “Pau o Bianchi”: el diminutivo de su nombre o su apellido materno. Nunca con su nombre completo, apellido paterno incluido. Y así nació Pau O’Bianchi, el niño al que sus madres podían llevar toda la noche a los ensayos de las murgas de Carnaval, que se hizo fanático de Jaime Roos y que confiesa sin culpas que el primer disco de rock en español que le voló la cabeza fue Alta Suciedad, de Andrés Calamaro. “Todavía estaba en la escuela”, recuerda. “Escuché ‘Flaca’, y por eso compré el disco y flasheé”.

Creo que nadie de los que escucha tu música se imaginaría esa respuesta.

–Es verdad. Pero es que allá en Uruguay muy pocos se animan a decir que les gusta Calamaro. Que se animan, eh, porque yo se que a muchos les gusta pero no lo dirían jamás.

Después, sí, vendrían los obligatorios Nirvana y Radiohead, en particular el grupo de Cobain, cuya dialéctica de melodía y explosión eléctrica se reproduce en las mejores canciones del repertorio de 3Pecados, un grupo que cuando empezó fue apenas un dúo de Pau con Marcela, una baterista que conoció cuando lo invitaron a retirarse amablemente de las clases de guitarra de la escuela Yamaha, por considerar que no estaba a la altura. “Mirá que mal que estábamos, que cuando tocamos por primera vez en vivo con Marcela, para nosotros era un triunfo que la gente se levantase y se fuera”, se ríe Pau, que asegura que la baterista original de 3Pecados hace tiempo abandonó la música. “Volcó su vida para otro lado, ahora esta re hippie, no toca mas la batería y vende artesanías”.

EL TRABAJO Y LAS COSAS

Además del disco de Alucinaciones en Familia, el sorprendente silencio discográfico del siempre prolífico ex líder de 3Pecados después de la separación de su grupo de siempre, se rompió con otros dos discos. Uno es el resultado de una suerte de taller de composición de canciones que realizó junto a dos cantautores rockeros como Fernando Henry y Lucas Meyer (que también integra Alucinaciones). El disco salió el año pasado, y se tituló apenas con los nombres de sus tres autores, que compusieron un deforme universo propio formado por canciones que se permiten todos los formatos, desde Flaming Lips hasta Darnauchans. Y el otro, que salió casi al mismo tiempo que el de Alucinaciones, es María Rosa Mística, un extraño mini disco que Pau grabó con su novia de por entonces, Renata Castellano. “Fue mi primer disco grabado codo a codo con la musa, un disco de amor”, cuenta Pau, que también revela que apenas salió el disco la pareja decidió separarse. “Ella quería irse de viaje por el mundo, y a mi nadie me mueve de Montevideo”, se resigna el hombre que vive en la esquina de Galicia y Yaguarón, en pleno barrio –explica– de las ferreterías.

“A seis cuadras de lo de mi madre y mi tía, en el barrio Palermo, que es donde viví toda mi vida”, explica Pau, que toda esa vida se la pasó trabajando para ayudar en una casa sin padre, primero con toda clase de changas, y desde hace casi una década en una mutualista, encargándose del diseño gráfico. “Pero no de los avisos, nada creativo”, aclara. “Me encargo de diseñar todos los documentos internos”, explica el guitarrista, mientras asegura con un guiño cómplice que los egos entre los médicos son como los de las vedettes. Hace una década que ese trabajo financia toda la música que desde entonces ha estado editando, subiéndola a internet junto a los demás grupos y solistas que integran el colectivo Ezquizodelia, y editándola en formato físico cuando había dinero suficiente.

“Me ayudó mucho la época”, explica. “Si hubiese nacido en los 60 o los 70, una época en la que tenías que grabar si o si en un estudio, y tenías tiempo para una o dos tomas apenas, y había que romperse el culo con ensayos para estar listo para ese momento, tal vez no hubiese podido dedicarme a esto”, calcula. “Pero yo hoy llego del laburo, me hago un café, me armo un porro, y empiezo con la guitarra. Si sale algo, meto micrófono, grabo y voy construyendo. Obviamente que mas de una vez hemos usado un estudio de grabación para los discos, pero hay veces que me gusta mas grabar solo, sin nadie, ni un técnico cerca. Como que necesito intimidad para hacer lo que hago”.

PESADILLAS DEL APRENDIZAJE

Aunque gracias a las gestiones de Nicolás Castro, alias Elvis Attack, acaban de editarse en Argentina los dos últimos discos de Pau, Maria Rosa Mística y Alucinaciones en Familia, en realidad la mejor forma de repasar su música y su carrera es a través de internet. En la página de Bandcamp de 3Pecados, por ejemplo, se pueden escuchar los iniciáticos Pesadillas para niños y travestis dadaístas (2007) y Liu y las dificultades graves en el aprendizaje (2008), donde una serie de temas sin nombre esconden desde una hermosa versión de “El Ojo Blindado” , de Sumo (“Sin título VII”), hasta un delicioso tema acústico llamado apenas “Sin Título V”, cuyo estibillo se pregunta: “¿Qué diría Dee Dee Ramone?”. “Cuando yo llevaba esos discos a la radio, me los devolvían diciendo que eran demos, que no eran discos”, recuerda Pau. “Uno piensa que a esta altura todos entendimos que aunque un tema esté desafinado te puede emocionar, pero me parece que hay mas de una generación que nunca lo va a entender”.

Lo que todo el mundo estaba capacitado para entender era la contundencia de Diciembra, la síntesis a la que llegó el trío desde sus comienzos catárticos y su ensimismamiento posterior. Con ese repertorio el grupo llegó a cruzar el charco, con un par de shows porteños incendiarios que generaron un pequeño culto, una llama que no tuvo tiempo de prender porque enseguida se disolvieron. “Una de las cosas que agradezco es que los tres hayamos alcanzado a tomar la decisión de separarnos como grupo antes de la muerte de Diego”, asegura Pau, visiblemente aliviado. “Cada uno tenía sus razones para dejar: después de haber pasado por el hospital, Diego quería alejarse de la noche, ir a vivir al campo con su novia, a plantar tomates. Pablito tenía planeado un viaje a Nueva Zelanda, y yo quería hacer otra música. Fantaseamos incluso con cambiarnos el nombre y seguir, pero habían sido seis años muy intensos. Éramos tres personalidades chocando todo el tiempo entre nosotros y con la gente, teníamos que parar. Decidimos eso, y al mes falleció Diego”.

El silencio discográfico de tres años se rompió con la seguidilla de tres discos que estelariza el debut de Alucinaciones en Familia. “La gente a veces fantasea que yo le digo a todos lo que tienen que tocar y no es así. Yo soy muy permeable a la gente con la que toco, y te aseguro que necesito esas respuestas. Ahora con Alucinaciones, además, somos más banda en todo sentido. No solo porque somos ocho, y con 3Pecados éramos tres, sino porque por suerte ahora somos todos bastante inquietos musicalmente. En 3Pecados tenía que estar mas a cargo de todo, en el sentido de agitarlos para que graben, para que se pongan las pilas”, explica Pau, que es tan hijo de su época, que siente realmente que no sólo cualquiera puede grabar un disco, sino que incluso las canciones están ahí, en el aire, no son suyas, sino que están esperándolo. “Te juro que pienso eso”, asegura el autor de un repertorio que merecería ser repasado, aunque él se niega a mirar atrás. “Es que siempre estoy esperando la próxima”, se ríe. “Lo que me gustaría es poder reeditar todos los discos, que existan. Pero como la guita sale de mi bolsillo, siempre la voy a poner en el último, no en los anteriores”, se excusa este rocker que no cree que los estilos tengan nacionalidad. “Hay una concepción de que la música tiene una raíz, y esa raíz hay que dejarla enterrada en esa tierra. Que no se puede arrancar y plantarla en otro campo, y que realmente pase a ser también de ese campo. Según eso, por ejemplo, un grupo como Motosierra no sería montevideano”, explica, refiriéndose a los reyes del killer rock uruguayo. “Pero lo son, ¡y cómo! No hace falta hacer fusión para ser de uno o otro lugar. He visto bandas de killer rock, y todas quedan chiquitas ante Motosierra. Y aunque no hacen ni un solo guiño de mestizaje, son mas montevideanos que nadie. Porque eso de querer romperlo todo, incendiar la casa hasta incendiarte vos con ella, es bien de pueblo. Es una neurosis muy diferente a la de la ciudad. El porteño, por ejemplo, es más fanático y más frontal, hasta incluso más sincero. El uruguayo es todo bien, pero se lo traga todo, genera una bola y explota, y eso en la música se re nota. Marquitos Motosierra, si hubiese nacido en Buenos Aires, sería un rolinga mas. Y Charly García nunca hubiese sido Charly si hubiese nacido en Montevideo”.

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