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Domingo, 5 de junio de 2016

ENTREVISTA > MARíA Y PAULA MARULL

UNA CÉLULA QUE SE DIVIDIÓ

Directoras y dramaturgas de dos de las obras más festejadas de la escena teatral independiente, La Pilarcita y Yo no duermo la siesta, las gemelas María y Paula Marull, comparten las claves de un universo inspirado en su pasado común vivido en las provincias argentinas, desde Santa Fe hasta Chaco, donde no faltan santitas populares, siestas obligadas y culebrones de telenovela. Pero también un universo relacionado con lo más pop de la televisión: fueron movileras, modelos y conductoras, tuvieron programas en el canal Utilisíma, y María –que está casada con Damián Szifron– actuó en Hermanos y Detectives y Los Simuladores. En esta entrevista explican cómo es pasar de la tele al teatro off, aclaran que no son de esas gemelas que se comunican telepáticamente y cuentan que, alguna vez, las invitaron a presentar sus obras en countries suburbanos. Invitación que, por ahora, han declinado.

 Por Guadalupe Treibel

A diferencia de las hermanas Joan Fontaine y Olivia de Havilland, estrellísimas tan famosas por sus roles en el séptimo arte como por su sonada enemistad, las hermanas Paula y María Marull no podrían llevarse mejor. Dramaturgas, directoras y actrices, aseguran que la mirada de la otra las completa; que más allá del aporte concreto, tienen modos de trabajar parecidos; que son muy compañeras. “Es como tener una sucursal de una misma; alguien que siempre te desea el bien”, anotan en sintonía. Lo cierto es que, si bien cada una es dueña de una prosa personal que se recorta por mérito propio, sus universos ficcionales conviven en franca armonía, con coincidencias de género y estilo que saltan a la vista. Finalmente, no solo sus historias suceden en “tiempo real” –es decir, el tiempo condensado del teatro– y tienen como protagonistas a mujeres; también apelan al realismo costumbrista y se sitúan en el interior del país. De hecho, tanto Yo no duermo la siesta como La Pilarcita –muy elogiadas, multipremiadas, en su segunda temporada– ubican el relato en Corrientes, y no es difícil imaginar a los personajes de ambas obras –o al menos, las personas en las que se inspiraron para componerlos– como buenos vecinos.

“De hecho, lo son”, acota María. “No, no exactamente”, discrepa Paula: “Si bien tienen algo de realidad porque una escribe sobre lo que conoce, pasa lo mismo que con los sueños: aparece el rostro de un conocido en la ciudad de otra persona, con la historia de un tercero, etcétera. Son imágenes de infancia, de observación, de recabar detalles del mundo en que crecimos”. Sobre el sesgo distintivo, reflexiona María: “No hay una intención premeditada de hablar del pueblo. Es como dice Mauricio Kartun en sus clases: ‘Uno es el poeta que puede, no el poeta que quiere’. A nosotras, nos sale esto. Si llama la atención, será porque no demasiadas obras de la escena local hablan del interior”.

Ese mundillo, por cierto, no empieza y termina en su Rosario natal. Es también la provincia de Córdoba, donde nació su mamá. O Roque Sáenz Peña, en Chaco, uno de los tantos sitios adonde trasladaron a su abuelo materno, gerente del Banco de Italia. Es también, y acaso fundamentalmente, Esquina, capital nacional de la mismísima palometa talonera, en Corrientes, donde se instaló su papá. “Allí pasamos todos nuestros veranos y vacaciones de estudio, una vez que nuestros padres se divorciaron. Esquina es el calor, la comparsa, la alegría. Y si no dormís la siesta, terminás internado con suero por las altas temperaturas”, asegura Paula. Aprovechando la vocación familiar, la pregunta de rigor: ¿Otros artistas en la familia? “Mamá era profesora de gimnasia, del tipo senso-percepción, con una sensibilidad enorme. Papá cantaba, tocaba la guitarra, componía canciones; un bohemio que un día vendía viruta o trabajaba como carnicero, y al otro producía una película. También le gustaba escribir”.

“Íbamos a llevar Yo no duermo la siesta a Esquina, pero finalmente no se concretó”, se lamentan. De hecho, la única pieza de las Marull que se ha presentado fuera del circuito off porteño ha sido La Pilarcita, y solo muy recientemente, en la última edición de la Fiesta Nacional del Teatro, que se realizó en San Miguel de Tucumán entre 27 de mayo al 5 de junio. Irónicamente, la pieza participó representando a Buenos Aires. ¿Otras invitaciones a viajar? “Bueno, nos han llamado de countries”, dice al pasar María. ¿Countries con salas? “Sí, de Pilar, por ejemplo. Tienen anfiteatros, y se ve que se estila. No querrán aventurarse hasta el Abasto”, considera Paula, quien también ha recibido el llamado de señoras paquetas para trasladar Yo no duermo la siesta. Experimento que, por el momento, no se ha concretado.

DE SANTITAS Y PECADORAS

“Así como en Vallecito, San Juan, los devotos veneran a la Difunta Correa o en Mercedes rinden su honor al Gauchito Gil, también Concepción de Yaguareté, corral de tigres en lengua guaraní, tiene a la Pilarcita, su santita popular”, esgrime la presentación de La Pilarcita, cuya historia –sobre dos chicas locales y una forastera (interpretadas por Paula Grinszpan, Lucía Maciel y Luz Palazón)– se sitúa en el festejo anual que reúne a promeseros, familias, niños y adultos para pedirle milagros a la santita. Léase, Pilar Zaracho, de 4 años, muerta en 1917 al ser atropellada por la rueda de la carreta familiar cuando intentaba salvar su muñeca de trapo. La fe lugareña convierte a Pilar Zaracho en intermediaria de hechos milagrosos; y María Marull la centra como eje de una pieza que continúa generando devoción en una segunda temporada a sala llena.

“El puntapié inicial que me llevó a escribir la obra fue una visita al Padre Ignacio, en Rosario, al que se le atribuyen cualidades sanadoras, y a quienes hemos visitado en diferentes oportunidades. A veces con pedidos, a veces para alivio personal. Encuentros que nos modificaron, y que nos llevaron a bautizarnos a los 30. Una de las veces, cuando ya estaba muy crecida su popularidad, empecé a ver las escenas que se montaban a su alrededor: gente vendiendo merchandising, alquilando sillas, rentando el baño de su hogar. Sentí que ahí estaba el germen de una obra, que quería seguir tirando de la piola, pero no quería hablar del Padre Ignacio. Entonces Kartun me sugirió que investigase santos populares, y empezó el trabajo de lectura y recopilación”, ofrece María, que planea visitar pronto la susodicha fiesta pagana, y el museo de muñecas que rinde homenaje a la Zaracho. Acaso el año próximo, cuando se cumplan 100 años del nacimiento de la leyenda.

En el caso de Yo no duermo la siesta, escrita y dirigida por Paula, protagonizada por María –su actriz fetiche, que ya había estelarizado Vuelve, su pieza anterior– junto a Laura y Sandra Grandinetti, Marcelo Pozzi, Ezequiel Rodríguez y Micaela Vilanova, no hay santitas ni quimeras: apenas un día cualquiera que se sale de la vaina, donde “el cruce del mundo adulto con el de la infancia” dicta el paso. Tampoco falta un romance de culebrón, musicalizado en la viva voz de Carlos Mata y su ‘Déjame intentar...’ “¡Es que crecimos viendo telenovelas como Topacio o Cristal, con Grecia Colmeranes o Jeannette Rodríguez! Lo lindo que tiene el teatro es que te permite volver al pasado, pero sin angustia; un pasado mejorado”, asegura Paula.

MELLI-MITOLOGIA

En casi todas las culturas, un mito fundante involucra a mellizos y/o gemelos. Sobre Rómulo y Remo, esos cachorros de niño alimentados por una loba, yace la fundación de Roma. En la tradición egipcia, los complementarios Nut –reina del cielo– y Geb –dios de la tierra– dieron vida a Isis y Osiris, por mencionar unos pocos integrantes de la divina familia real. Sin dejar de citar a los dioscuros Pólux y Cástor, de la línea griega, que –por no separarse al morir el segundo– deciden alternar sus temporadas entre Hades y el Olimpo. Indagando un poco más, podría citarse a Apolo y Artemisa, deidades extensamente veneradas, símbolos de la cualidad dual del mundo. Los católicos tampoco se privaron de tener algunos canonizados gemelos. También hay una inspirada explicación de la mitología griega que da las razones del nacimiento de dos criaturas al mismo tiempo esgrimiendo que, cuando una mujer queda preñada de dos a la vez, es porque un hombre y Zeus han dormido con ella en el mismo día.

“Habría que averiguar un cachito más sobre todo este tema de los gemelos, que nos concierne”, acota María. “Nos podría servir para hacer una obra”. “Para nosotras no es nada por fuera de lo habitual. Venimos de una misma célula que se dividió, nada más”, dice una. “Genéticamente compartimos información parecida”, dice la otra. Y casi al unísono: “No somos un clon, no somos seres espejados. Somos hermanas”. ¿Sin telequinesis? “¡Sin telequinesis! Aunque, sí hay cierta conexión especial, una intuición de la una con la otra. Un ejemplo -provee Paula- El otro día, antes de salir para el teatro, agarré una cosa no muy común (no recuerdo qué) porque se me ocurrió que María la podía necesitar. Y nomás llegar, María me preguntó si por casualidad no tenía esa cosa. Ese tipo de situaciones nos han ocurrido”.

VIDAS PASADAS

Antes de continuar, una pequeña aclaración. “En realidad, somos gemelas, pero por algún motivo se popularizó el mote ‘las melli’, y quedó”, ofrecen en paralelo. Será culpa de Horacio Cabak, que a fines de los 90, presentaba a las susodichas al grito de “¡Laaas meeelliii!” en 1, 2, 3 Out, programa de juegos donde María y Paula oficiaban de sus co-conductoras. Donde, además, plateas eufóricas con pancarta rogaban ser seleccionadas para juegos como el infame “Gordo al agua”, o bien, apto para no rollizos: “El que parpadea, pierde”. Estertores de un formato en vías de extinción. Por cierto: no fue su primera incursión en tevé ni sería la última. Las Marull ya se habían probado en las lides de la pantalla chica como movileras de Pato Galván en Atorrantes (“a torrar, hasta mañana chaucha”), suerte de late night show criollo que permitió a la dupla viajar al Mundial de Francia ‘98, y a María, conocer a Damián Szifrón, actual pareja y padre de sus dos hijas, uno de los productores de la entrega diaria.

Entonces las biografías simétricas comienzan a separarse, faltaba más, al menos momentáneamente. Paula se vuelca a la conducción de un programa de Utilísima (Cocineritas) que “duró un montón, casi siete años”. Mientras, en paralelo, María hace pequeñas participaciones actorales en Epitafios, Hermanos y Detectives, Los Simuladores. Más tarde vuelven a coincidir en Mamás al ataque, otra propuesta Utilísima, donde comparten recetas de papillas, consejos a la madre moderna, información para embarazos, entre otros contenidos en sintonía. En teatro independiente, actúan en la obra Vestuarios, de Javier Daulte, ambas en calidad de actrices.

¿Son conscientes de que, más allá de la anécdota del genoma, biografías tan parecidas son ciertamente una curiosidad? Después de todo, ambas tienen dos hijas, de edades similares. Ambas viven en las cercanías de la Biblioteca Nacional, a cuadra y media de distancia; y ambas egresaron de la EMAD. Antes, siendo adolescentes, estudiaron en un politécnico, que les proveyó de título compartido: maestras mayores de obra (“aunque las únicas obras que hemos dirigido son las teatrales”, Paula dixit). Y ambas, rememorando, se iniciaron en el modelaje (incluso fueron fichadas por Pancho Dotto y Ricardo Piñeyro), viajando primeramente a Buenos Aires para estudiar la misma carrera: diseño industrial. Completa Paula: “Después nos cambiamos a Letras y empezamos a boyar por diferentes universidades. Aunque vivíamos del modelaje, no sentimos allí un lugar de pertenencia, acaso por ser un mundillo más frívolo, para gente menos sensible. Por fortuna, en paralelo empezamos a estudiar teatro, a leer teatro, a conocer a personas, amigos, en el ámbito. Y continuamos estudiando, incluso mientras hacíamos televisión, nuestra faceta más popular. Todo sirvió, estuvo bien. Una va cambiando.”

¿Y el juego de similitudes y (pocas) diferencias? “Se da porque tenemos gustos parecidos, disfrutamos de prácticamente las mismas cosas. Y al compartir con la otra, el entusiasmo se contagia, la sugerencia cae en terreno fértil”, asegura María, esquivando misticismos. Aprovechando la ocasión para destacar cómo “es una elección estar juntas, que parte desde un lugar saludable. Después de todo, hacemos terapia, ¡cada una, con su respectivo psicólogo!”. En palabras de Paula: “Es simple: nos llevamos muy bien desde muy chicas. Compartimos la vida como amigas, hermanas. Disfrutamos de la presencia de la otra. Y lo que suele ser un problema para el resto, no lo es para nosotras. Yo soy Paula, ella es María; no tenemos la necesidad de acentuar nuestras diferencias. A veces nos dicen: ‘¿Por qué no se cortan el pelo para distinguirse?’ Porque no se nos da la gana”.

No solo las leyendas se han encargado de alimentar el mito de mellizos y gemelos. El tema ha desvelado a la ciencia desde la primera pipeta. Las Marull, empero, nunca se han interesado en ahondar sobre esa temática. Pruebas al canto:

–Hay investigaciones que aseguran que los padres de mellizas o gemelas son más propensos a divorciarse, ¿estaban al tanto?

Paula: No, ¡pero ahí la pegaron!

–¿Sabían que, desde los 80s hasta la fecha, el promedio de nacimientos de mellizos –idénticos o fraternos– aumentó un 76% en Estados Unidos?

María: Ha de ser por los tratamientos de fertilidad...

–Bueno, según otros estudios, es por un mayor consumo de productos lácteos, pero esa teoría ha sido desacreditada.

María: Ah, no; cuánta locura...

Tampoco les roban sueño las cifras que auguran una vida más extensa para las madres de gemelas; o la fiesta nacional que se festeja anualmente en Famaillá, Tucumán, donde el pasado julio, en su séptima edición, 250 pares de hermanos/as simultáneos dijeron presente. No alcanza el espacio para repasar la idioglosia –léase, jerga creada por mellizos y gemelos–, pero todo indica que las Marull jamás corrieron con lengua inventada. Al castellano, sin embargo, le tienen buen agarre, a juzgar por dramaturgias que les han valido al aplauso cerrado de crítica y público.

La Pilarcita de María Marull se puede ver los viernes y sábados a las 20 y 22 en el Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.

Yo no duermo la siesta, de Paula Marull se puede ver los miércoles a las 21 en Espacio Callejón, Humahuaca 3759.

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Imagen: Catalina Bartolome
 
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