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Domingo, 3 de julio de 2016

MúSICA > LA JOVENCíSIMA REVELACIóN DEL INDIE PORTEñO: TANI Y SUS DELICIOSAS MINIATURAS

FLORECITA ROCKERA

Acá en Colegiales, a Tani se la ve un poco preocupada. Sentada en la cocina frente a un café con leche, timidísima actitud de adolescente introspectiva y los codos apoyados con gracia sobre la mesada de la casa familiar –donde vive con sus padres y su hermana patinadora– cuenta que se la ha roto quizás el objeto más trascendental para un chico de su era. Sí, la compu. Y ahora, la verdad, no sabe bien cómo va a avanzar con las nuevas canciones del disco que está preparando. La joven de cabello cortito, oculto por la capucha de un sobretodo –es de duende, aclara ella– la voz traviesa y angelical a lo Frankie Cosmos y una refrescante y elocuente perspicacia construida sobre canciones minimalistas y sentimentales, el año pasado se destapó como revelación para los amantes del sonido casero con su primer trabajo, Uturnis, un encantador disco de 9 canciones grabado con el micrófono de la notebook y un programa de lo más informal. Con el ímpetu y la sensibilidad adecuada, la magia del ruido ambiente puede alcanzar dimensiones fascinantes: “Pop naive y honesto. Canciones que salieron de un día para otro”, presenta ella misma en su página de bandcamp, por ahora, el único formato en que se la puede encontrar. Y que además, ella misma tuvo en pausa bastante tiempo celosamente oculto solo para sus amigos, antes de animarse a apretar ese bendito botón que lo transformara en abierto al público. “Grabado por Tani en su casa”, explica en la página. “Algún día lo grabará más profesionalmente, eso espera”, se adelanta, casi como una disculpa. Pero ese mismo sonido despojado, por qué no, deliciosamente tarareable y adictivo, ante las cada vez más insistentes propuestas de los sellos y bandas de la escena al escuchar sus temas, es el que justamente la obligó a cuadrarse y a estar decididamente al frente de una banda para tocar en vivo, y a acostumbrarse a responder los cuestionarios que empiezan a aparecer con cada vez más frecuencia, y que ella ve venir todavía con cierta genuina timidez. “La verdad es que siempre me imaginé al frente en un escenario, aunque no era que me animara a hacerlo realmente”.

La simpleza de una guitarra criolla, un tecladito casiotone, la voz frágil de la estética lo-fi, la incerteza de la adolescencia, canciones bala que jamás pasan de los dos minutos. Los micro temas de Tani –acá Tristana Wolff, nombrada por sus padres en homenaje a la impetuosa y trágica heroína de Luis Buñuel– son pequeños mantras de apenas unas frases, donde ella charla sobre muertos y cementerios, sobre autos que chocan, chicos que se van en sus bicicletas, tontos corazones rotos y cuellos ortopédicos. Tani adolece, es verdad, sin embargo también dispara: “¡Hacé lo que quieras! No serías el mismo si no te fueras”. Un mundo muy propio de consignas sugerentes y originales, con la sensibilidad indie pero con cierto misterio desconcertante, tanto como el título del disco, Uturnis, un nombre tan incomprensible y climático como sus letras. Ella no sabe lo que es, si existe o lo soñó, o quizás lo pensó un día volviendo en colectivo desde el CBC de la Universidad de Buenos Aires, donde cursa Diseño Industrial un poco desganada. No está segura si es lo que quiere hacer. Tampoco está segura qué instrumento tocar –porque los ha tocado todos y además en su disco los grabó todos ella misma– ni siquiera sabe cómo es la forma definitiva en la que debería sonar. No nos importa. ¡Apenas cumplió 20 años! Y ya tiene bien puesta sus ideas, su ímpetu juvenil y una pandilla cada vez más grande de chicos que corea sus canciones. Si hasta ya tiene sus propio disco de covers, Uturnis por amigos!, donde un puñado de chicos, como ella, los más jóvenes de la camada de los entresijos de la música independiente local, versionan los temas de esta nueva reina del pop tímido y astuto. “Me costó entrar a escuchar la música nacional. Cuando estaba en la secundaria escuchaba cosas en inglés como Björk o Regina Spektor. Luego descubrí el indie local, bandas como Los Japón y 107 Faunos me inspiraron a hacer canciones que hablaran sobre cosas muy pequeñas, que significaran algo mas grande para mi. Es mi estilo que sean medio minimalistas siempre. Son cosas que se van sumando, lugares o situaciones con personas, creo que son retratos de pequeños momentos. Me gustaría que generen emociones, sin contar una historia necesariamente”, aclara.

Tras bajarse del escenario con su banda, luego de abrir una fecha con Las Kellies y Las Fantásticas Pupés, pronta a compartir con Sol Marianela –ella es la más joven e introspectiva de esta pandilla de chicas al frente de sus bandas– Tani cuenta que la primera vez que supo que podía tocar en grupo fue en un cumpleaños en Zona Sur. Había instrumentos en la casa y ella, a pesar de su timidez, agarró la batería y naturalmente empezaron a improvisar. Ahí nació la jovencísima 1995, banda donde todavía participa como baterista, y muy pronto empezó a tocar con Los Migues, el proyecto solista de José Miguel del Pópolo, el líder de la banda La Ola Que Quería Ser Chau, acusado recientemente por abuso sexual. Ella, observando el centro del escándalo, y ante el horror y el desconcierto inicial sintió que también era un momento de revelaciones personales. “Siento que todos alrededor crecimos bastante de golpe” se descompone un poco. “Fue horrible, era una persona que además yo admiraba mucho. Pero me alegro de que acá ganó la idea de que algo así es inaceptable. Algo que quizás, en otro momento la gente hubiese pasado por alto. Me pareció interesante esto que vivimos nosotros, esto de señalarlo y de decir que está mal, de que no lo vamos a aceptar” dice ella. “Cuando pasó quise subir con una amiga al escenario, a tocar nuestras canciones y hacer lo que quisiéramos. Decir, ah, este era un payaso, subámonos nosotros, hagamos lo que queramos. No es que por más chicas al frente habrá menos violadores, pero es verdad que faltan chicas en el escenario, hablando y también gestionando”. Por ahora Tani lo ocupa con cada vez más seguridad. Junto a su banda, el bajista Manuel Szczupak, la baterista Tania Romero y su novio, Francisco Villa, un tecladista de 19 años, estudioso del pop de cámara, con quien además está grabando su segundo disco: las canciones que compuso a los 15 años con una consigna más ambiciosa y la esperanza de llegar al estudio. Cuidado con verla en el escenario, uno sencillamente se pregunta ¿Qué se siente ser tan joven?

El jueves 18 de julio Tani hará un show acústico junto a Jona de Los Espíritus en Baby Snakes, Galería Patio del Liceo, Santa Fe 2729.

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