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Domingo, 10 de julio de 2016

FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: JULIáN POLITO Y “AUSENCIA” DE VIOLETA PARRA

EL AMOR PERDIDO

 Por Julián Polito

Cuando digo que soy músico y me preguntan qué instrumento toco, siempre tengo que aclarar que la viola da gamba, a lo que me dedico, no es un antecesor del violoncello. De hecho es bastante más parecido a una guitarra criolla aunque no lo parezca. Es que en algún momento difuso entre la Edad Media y el Renacimiento a algún español,todavía bastante influenciado por la cultura árabe, se le ocurrió tocar unas pequeñas guitarritas, a las que les llamaban vihuelas, tanto con un arco como con la mano.

Al estudiar durante años la música para ese instrumento me fui acercando a distintos repertorios europeos del Renacimiento y del Barroco y también del Barroco latinoamericano. Empecé muy de a poco a encontrar similitudes entre los ritmos y las danzas de muchas de esas músicas y lo que conocía de nuestro folclore. Comencé a investigar en un ataque de musicología salvaje y descubrí que esa similitud en realidad se revelaba como un conocimiento difundido entre músicos de distintas vertientes.

La idea generadora de mi trabajo entonces es que buena parte de lo que hoy conocemos como folclore argentino en particular y música popular latinoamericana en general proviene de la música del Renacimiento español que trajeron los conquistadores y en una segunda oleada de la música del Barroco italiano que trajeron a estas alejadas pampas los jesuitas.

Envalentonado y no sin cierta inconsciencia me lancé a descubrir esas genealogías ocultas de nuestro folclore y me dediqué a estudiar y a escuchar mucha música que no conocía. Y uno de los descubrimientos más placenteros fue el de una de las mejores compositoras y artistas que ha dado nuestro continente, en mi modesta opinión, Violeta Parra.

No sólo me fasciné con su obra sino que también aprendí a valorar su tarea de recopilación del folclore popular de su país, tan parecido al nuestro. Y así llegué a los Cantos Campesinos de Violeta Parra y a un tema que figura como recopilación del folclore chileno con arreglos de Violeta.

La canción se llama “Ausencia” y es sencilla y rústica pero también expresa una melancolía y un dolor sumamente refinados. El dolor de un amor perdido es un sentimiento que sólo la música puede narrar porque las simples palabras no poseen todos los colores necesarios para mostrar las emociones más profundas.

También recordé, mientras intentaba realizar un arreglo propio para grabar “Ausencia” en mi segundo cd que hacía varios años había tomado una masterclass con un grupo de música renacentista francés llamado Le Poème Harmonique dirigido por Vincent Dumestre. Tomé clases de viola da gamba, de repertorio renacentista y de improvisación con el propio Dumestre. Y él me mostró el que a la fecha era su último trabajo discográfico, Aux Marches du Palais; un CD donde interpretaban canciones populares de francesas del siglo XVI y XVII. Al estar trabajando en Desembarco, mi segundo CD recordé las clases con los franceses y escuché nuevamente su CD pero esta vez pensando que lo que hacían era recrear el folclore de ellos. Después de todo la música que llamamos clásica es también una derivación anotada de las distintas formas del folclore europeo. Y una canción de ese disco, “Une jeune fillette” también hablaba de un amor perdido con una melancolía y tristeza insuperables.

Decidí entonces como latinoamericano hacer algo parecido con la canción de Violeta. Si ellos lo pudieron hacer con su folclore cómo no podíamos hacerlo nosotros que tenemos un repertorio tanto o más lindo e interesante. Convoqué a Gustavo Gargiulo, que toca un extraño instrumento del renacimiento llamado cornetto muto, una especie de trompeta de madera dulzona y al cantante de los Lirios del Campo, mi banda, Juan Casasbellas. Con ellos hice “Ausencia”, con los mismos instrumentos que usó Le Poème Harmonique, tratando de lograr esa tristeza y melancolía del amor perdido que sólo la buena música popular puede describir.

No sé si lo logré pero ya no me importaba de qué lado del océano sea esa música, porque como las emociones humanas; las canciones son de todos.

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