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Domingo, 4 de abril de 2004

NOTA DE TAPA

De los 60 a los 60

La ciencia dice que debería haber muerto hace ya un par de años. Él, que sigue vivo gracias a su voluntad. Los críticos dicen que debería haber disuelto a los Rolling Stones hace tiempo. Él, que los Stones siguen tocando “por el mismo motivo que un perro se rasca las bolas”. La leyenda dice que fue la primera estrella en tirar un televisor del balcón, que pasó nueve días sin dormir, que muchos quedaron en el camino por seguirle el tren, que mantuvo encendida la inspiración de los Stones, que periódicamente se cambia la sangre en Suiza. Él dice que todo es más o menos cierto. Con 60 años cumplidos, Keith Richards habla de su vida, más larga de lo que él mismo imagino.


Por Jon Wilde y Nigel Williamson, de Uncut

¿Qué se siente tener 60?
–Cumplí 60 años, ¿no? Sabía que era una de esas cifras con un cero al final. ¡Por Dios! Es gracioso. De alguna manera, es un privilegio. Pero desde hace algunos años también es un privilegio despertar vivo. Mucha gente pensaba que no iba a llegar a esta edad, incluso yo mismo. Por mucho tiempo sentí que deseaba morir, pero lo superé. Por supuesto, vi la luz al final del túnel varias veces. Pero probé que soy un duro. Le exigí a mi cuerpo el máximo posible. Fue un experimento interesante, mientras duró.
¿Cuándo paró el experimento?
–Oh, no para nunca. Al menos para mí.
¿Qué se siente ser el Rolling Stone
favorito?
–¿Lo soy? Creo que esas cosas se van desvaneciendo a lo largo de los años. No pienso en los Stones de esa manera. Para mí, siempre fue una banda. Pero, por otro lado, me conmueve que la gente me prefiera sobre los otros.
Una vez dijiste que los Stones siguen saliendo de gira por el mismo motivo que un perro se rasca las bolas...
–Es así. Podría haberlo dicho de una manera más poética (risas). Lo que quise decir es que está en nuestra naturaleza. Eso es lo que hace un perro. Por supuesto, hace falta tener huevos. Además, seguimos adelante porque amamos tocar más que ninguna otra cosa. Podés llamarlo un hábito, o una adicción. Pero hay algo en estar de gira que nos equilibra. Siempre digo: “Subamos al escenario para encontrar paz y tranquilidad”. Es el único lugar donde podemos ser reyes del castillo por un par de horas. El único lugar donde realmente podemos ser nosotros mismos, donde sabemos qué está pasando. Es como un club privado. Nadie sabe lo que es estar ahí arriba tocando. Nos pone en un lugar diferente. Celebramos hacerlo y, no tiene sentido negarlo, nos divertimos. En algún sentido es trabajo, pero nunca es difícil.
¿Estás de acuerdo con que la carrera de los Stones ha durado tanto por suerte como por juicio?
–Mucho más por suerte. Desde el principio. Por ejemplo, cuando comenzamos a escribir nuestras propias canciones. Si hubiéramos seguido haciendo covers, nos habríamos separado al año. Por supuesto, cuando Andrew Loog Oldham nos encerró a Mick y a mí en una cocina, no había garantías de que saldríamos con una buena canción. Ese fue un punto de quiebre para nosotros. Quizá por la experiencia que había tenido con los Beatles, Andrew tenía una visión mucho más amplia respecto de nosotros. Sólo pensábamos en ser la mejor banda de blues de Londres. Cuando “Come On” llegó a los charts, sentíamos que el reloj nos marcaba el tiempo. La sensación era que, cuanto mucho, nos quedaban dos años, así que teníamos que aprovecharlo. Por suerte, eso se desvaneció pronto. Nos dimos cuenta de que íbamos más lejos de lo que pensábamos. Eso fue hace más de cuarenta años, y seguimos haciéndolo. Es hermoso, pero no fue planeado. Empezó como una prueba, y así continuó.
Si no hubieras empezado a componer con Jagger, ahora estarías tocando en un pub.
–Exactamente. Cuando lo pienso, empezar a componer fue un paso lógico. Tuvimos que aprender. Yo podía tocar como Chuck Berry; hacía las canciones de Chuck Berry mejor que nadie. Pero tuve que dejar de ser Chuck Berry y empezar a ser Keith Richards.
¿Cómo compararías el entusiasmo de tocar en las giras actuales con los shows en clubs como el Marquee y el Crawdaddy a principios de los ‘60?
–Cuando subís al escenario, sea hace cuarenta años en el Crawdaddy o unas semanas atrás en Zurich, el sentimiento es constante y consistente. Al principio estaba la novedad que, obviamente, le daba una intensidad particular. Pero el sentimiento de estar sobre el escenario no es tan diferente. Por supuesto, cada show es diferente. Siempre sabemos lo quevamos a hacer, pero no del todo. En nuestras mejores noches, somos capaces de ir hasta el borde del abismo, y luego retroceder. Tocar en vivo con los Stones es como vivir en nuestro propio y particular país, y llevamos ese país con nosotros. Es como tener un imperio sin tierra. Hay momentos en que realmente damos en el clavo, y es la mejor sensación, un triunfo. Y nunca es individual. Siempre sucede cuando nos entendemos como banda. La música es más grande que nosotros, es poderosa. Pero esos momentos poco tienen que ver con la precisión. Están mucho más relacionados con el caos. Un caos hermoso. Eso es insuperable.
La gira de Licks fue la más exitosa de los Stones en un largo tiempo...
–Así parece. Nunca tuvimos una gira mala, pero esta última superó todas las expectativas. Fue un año tremendo. Debo admitir que en un momento pensé que no saldríamos de Singapur. Estábamos atrapados por el SARS desde el Este. Entonces decidimos ir para el Oeste. Pero en esa dirección estaba la guerra de Irak. ¡Guerra y peste! Era bíblico. Y los Rolling Stones estaban sentados en Singapur en el medio de todo esto. Pero la banda es muy flexible. Dijimos: “¡Entonces vamos para la India!”. Y funcionó.
¿Cómo les respondés a los críticos que dicen que los Stones deberían tener la decencia de hacer las valijas y retirarse?
–Como nadie navegó estos mares antes, uno debe esperar tormentas y aguas turbulentas. Seguimos porque amamos lo que hacemos y mucha gente todavía quiere verlo. Eso es todo. Sería fácil para mí rendirme y decir que estoy harto de ser tratado de abuelo rockero y todo eso. Pero, ¿qué saben los críticos? Ellos no navegaron este mar, y nosotros tampoco. Estamos a la deriva allí, viendo para dónde ir. Pero ahora parece haber menos burlas. Cuando Mick cumplió 60, la misma gente que solía destrozar a los Stones cambió de repente de discurso y decidió que éramos un tesoro nacional, como la Reina Madre o algo así. Ahora se considera heroico lo que hace la banda. Es como si hubiéramos pasado el Ecuador. Somos Magallanes, Francis Drake. Tenía esperanzas de que eso ocurriera, y milagrosamente dejamos atrás mares bravíos. Dentro nuestro creemos que tenemos una misión. No sabemos quién nos la encomendó, pero la llevamos adelante. No me imagino que Charlie Watts haga nada que no quiera hacer. Y lo mismo vale para mí y para Mick.
¿Cuál es tu mejor riff?
–Esa pregunta es difícil de responder porque, si elijo a uno, estaría matando a mis otros bebés. Si me veo obligado a hacerlo, diría “Jumpin’ Jack Flash”. Hay algo tan crudo en ese riff... Lo toco cada noche en las giras y siempre lo siento como un tigre a medio amaestrar. Nunca es igual, pero siempre tiene tanto espíritu. De una extraña manera, es jazz, en el sentido de que uno sigue aprendiéndolo y él sigue enseñándote. Los riffs son algo extraño. Algunos de mis mejores riffs llegaron mientras dormía, los soñé. “Satisfaction” fue uno de esos.
¿Cuál es la mejor performance de
Mick Jagger?
–Muchas. “Sympathy for the Devil”, “Beast of Burden”, “Jumpin’ Jack Flash”, “Brown Sugar”, “Start Me Up”. Hay una que se llama “Torn and Frayed”, de Exile on Main St. en la que le sale esa cosa country... deberíamos intentar eso más seguido, sobre todo en vivo. Cuando escucho esa canción me digo: “¡Mierda! ¿Yo escribí eso?”.
¿Y la mejor batería de Charlie?
–Bueno, no sé, es demasiado difícil. Llevo tocando cuarenta años con ese tipo y todavía me asombra. Charlie es tremendamente consistente. No es el tipo de baterista del que se puede aislar una canción y decir “ésa es la esencia”. Porque todo lo que hace es hermoso. Sin embargo, está particularmente inspirado en “Sympathy for the Devil” y “Brown Sugar”.
¿Y el mejor Ronnie?
–Bendito sea. Amo a Ronnie, lo adoro. Ha pasado por cosas muy duras en los últimos años, cuando finalmente se enderezó. No me di cuenta que lo estaba afectando hasta que vino y me dijo que estaba limpio, que había decidido desintoxicarse. Hizo cosas fantásticas con los Stones. Es un granguitarrista slide. Adoro lo que hizo con el pedal-steel en “The Worst” (de Voodoo Lounge). Durante la gira estuvimos haciendo “Can’t You Hear Me Knocking” y ha logrado un solo maravilloso. Me encanta tocar con Ronnie porque es simpático. Somos simbióticos. Nadie puede saber cuál de nosotros está tocando qué.
El consenso general dice que Exile on Main St. es tu obra maestra. ¿Qué pensás?
–Es raro lo que pasa con Exile.... Cuando salió, nadie lo entendió. Nadie. Había demasiadas cosas en ese disco, quizás ése fue el problema. No vendió mucho en su momento. Pero ahora todo el mundo lo ama. Fue el último de nuestra seguidilla de discos realmente buenos, Beggars’ Banquet, Let it Bleed, Sticky Fingers, y después Exile. No puedo elegir uno entre esos discos.
Mick Jagger está perplejo ante el prestigio de Exile... hoy. No lo entiende.
–Mick es así. A veces es demasiado cerrado. No lee las cosas como el resto de la gente. Mick tiene la tendencia de pensar siempre hacia adelante. No le gusta regodearse en el paso del tiempo. De hecho, prefiere negarlo.
Además de todo, Exile on Main St. es uno de los mejores títulos posibles. ¿A quién se le ocurrió?
–Me temo que la respuesta se perdió en la niebla del tiempo. Decidimos llamarlo “Exilio Tal Cosa” porque nos habíamos ido de Inglaterra. Mejor dicho, nos habían echado de Inglaterra. No sé de dónde salió “Main Street” (“Calle principal”). Todo lo que sé es que, cuando lo escuché por primera vez, supe que debía ser el título. A lo mejor se le ocurrió a alguien fuera de la banda. Tuvimos suerte con los títulos de los discos. A veces son el título de una canción que empezamos y nunca terminamos y otras el de una canción pésima, pero bien titulada.
Con toda franqueza, ¿creés que alguno de los discos recientes de los Stones será redescubierto por la crítica como lo fue Exile...?
–Las cosas son muy diferentes desde hace unos quince años. Nuestros discos anteriores ocupan una posición diferente. No creo que los Stones puedan hacer un disco ahora que tenga el mismo impacto. A lo mejor es porque estamos viejos. Me doy cuenta de que nuestro material de los ‘90 no impacta al público. Pero a lo mejor nos quedan algunas bombas. Además, la razón por la que me metí en esto es que adoro hacer discos. Y me encanta poder seguir haciéndolos, aunque no sean tan buenos.
Antes grababan un disco en una semana. ¿Por qué no volver a ese sistema?
–A veces lo hacemos. En nuestra última sesión, en París, grabamos así las canciones nuevas de Forty Licks. Tres micrófonos y adelante. Básicamente, estamos hartos de la tecnología. Recientemente estuvimos grabando cosas durante las giras, en habitaciones de hotel, lo que sea. A lo mejor usamos ese material para el próximo disco de los Stones. ¿Quién sabe?
Hay algunos mitos sobres los Stones que me gustaría aclarar de una buena vez. Por ejemplo, ¿es cierto que Mick Taylor dejó los Stones porque no sabía chistes de Max Miller?
–Puede que haya algo de cierto, sí (risas). Es un tema ser parte de los Stones. Va mucho más allá de lo musical. Algo más tiene que hacer clic. El hecho de que Mick no supiera chistes de Max Miller seguro le debe haber jugado en contra.
¿Es verdad que, en las primera giras, Brian Jones tocaba “Popeye el marino” en el medio de “Satisfaction”?
–Es cierto. En aquella época no importaba mucho lo que se tocaba. El público gritaba tan fuerte que no se escuchaba un carajo. Uno no escuchaba nada sobre el escenario y la gente escuchaba muchísimo menos. Los gritos eran tan tremendos que no tenía sentido tocar. Por eso algunas veces Brian tocaba “Popeye...” y yo le respondía con alguna otra tontería, para ver si la gente se daba cuenta. Después de todo, es sólo rock’n’roll.¿Es verdad que fuiste la primera estrella de rock en tirar un televisor por la ventana de un hotel?
–No sé si fui la primera, una de las primeras seguro. Bobby Keyes (el saxofonista) y yo arrojamos un magnífico televisor de 21 pulgadas desde un hotel al final de los ‘60 o principios de los ‘70, no recuerdo. Recuerdo que nos regaló el “¡crash!” más maravilloso. Lo hicimos porque el maldito aparato se negaba a funcionar. Nos costó hacerlo porque en aquella época los atornillaban al techo. Transpiramos como locos. Pero cuando lo logramos, sentimos una gran satisfacción. Ese gran momento fue capturado para la posteridad en la película Cocksucker Blues.
Sigue vigente la historia sobre tu cambio de sangre en Suiza.
–Ah, ésa es vieja. Es un mito que yo mismo creé. Me iba a Suiza a desintoxicarme. Estaba en Heathrow y había algunos tipos preguntándome cosas. Querían saber adónde iba y les dije lo primero que se me ocurrió: “Vuelo a Suiza a cambiarme la sangre”. Y desde entonces quedé relacionado con ese asunto.
¿Es difícil no creerse los propios mitos?
–A veces me los creo. Esta vida es difícil de sobrellevar. Uno vive en la ruta, es completamente anormal. Después uno debe a volver a la normalidad, pero nunca es normal. Es una especie de decompresión. En los últimos veinte años, no pasé más de tres meses en el mismo lugar. Es hola y adiós, como el capitán de un ballenero...
¿Cómo reaccionaste cuando Liam Gallagher te retó a pelear, junto a Jagger, George Harrison y Paul McCartney?
–Hasta nombró el lugar, ¿no?
Primrose Hill, al mediodía. Un sábado.
–Me gustaría haber visto cómo peleaba con Mick y Paul (risas). Básicamente mi actitud fue: “Volvé cuando seas grande”. No me afectó, me pareció muy gracioso. Dice más sobre él que sobre los demás. Pero todos hicimos eso. Yo reté a Billy Fury hace cuarenta años. Sucede.
Seguramente te las arreglarías bien en una pelea.
–Eso dicen. Tengo esa fama. Defensa personal, ésa es mi política.
¿Cuándo fue la última vez que te enfureciste y perdiste el control?
–Cuando Mick aceptó el título de Sir. Me volví loco cuando escuché eso. Pensé que era ridículo aceptar una de esas mierdas del establishment cuando ellos hicieron todo lo posible por meternos en la cárcel y matarnos hace tiempo. Justo estábamos por empezar una gira, y me parecía que era dar un mensaje equivocado. Los Stones no se tratan de eso. No quiero subirme al escenario con alguien que usa una corona y una levita. Le dije a Mick que era un honor sin sentido, que se quedara con sus pares, que no bajara los brazos por una medallita. Él se defendió diciendo que Tony Blair insistió en que aceptara. Como si eso fuera una excusa. Como si uno no pudiera decir que no. Como si no dependiera de lo que uno siente y piensa.
Algunas preguntas sobre drogas. ¿Cuál es tu record de estar de fiesta sin dormir?
–Nueve noches. Pasé seis o siete sin dormir muchísimas veces. No era para probarle nada a nadie. No me interesaba demostrar que era un duro. Era una manera de conocerme mejor. Además, no lo hacía todo el tiempo. Era sólo una parte de mí. A la otra le gusta la paz y la tranquilidad, quedarme sentado con mis sahumerios. Me encanta la vida tranquila, pero no me tocó.
¿Otorga alguna especie de sabiduría estar despierto nueve días?
–¡Si podés recordar algo! Puedo decir que fue una experiencia increíble. Uno pierde la noción del tiempo después de tres noches. Una hora se convierte en un minuto, y un minuto se puede convertir en una hora. El tiempo deja de tener sentido, dormir resulta superfluo. Todo es un hermoso borrón, hasta que uno se cae y se rompe la nariz. Tengo algunas cicatrices. Sólo los testigos pueden decirte cuánto hace que estás despierto. La gente entra y sale, y uno sigue allí, continuando unaconversación que empezó hace cuatro días. Fue un lugar interesante para estar. Pero no lo recomiendo.
¿Qué tenés en contra de la luz del día?
–Nada. Cuando hay sol y estoy en la playa, me encanta el día. No vivo de noche todo el tiempo. Sólo cuando quiero. Y casi siempre quiero.
¿Cuál es la mejor droga para la
creatividad?
–Los speedballs (una mezcla de cocaína y heroína) funcionaron para mí durante un tiempo. A largo plazo, la marihuana puede ser útil.
¿Podés recordar alguna canción de los Stones que hayas compuesto totalmente drogado?
–No me acuerdo mucho sobre cuando estoy borracho o drogado. Diría que todo lo que escribí desde 1970 hasta 1977 fue bajo la influencia de la heroína. Pero nunca consumí sólo heroína. Consumía todo lo demás también. No puedo clasificar mis canciones químicamente. Tomaba demasiadas cosas.
¿Estás obligado a vivir como un monje hoy en día?
–De ninguna manera. Ahora que lo mencionás, me gustaría intentarlo, pero me aburro fácilmente.
¿Hablaste de drogas con tus hijos
alguna vez?
–Nunca tuve que sentarme para darles una lección. Nunca tuve que apuntarles con el dedo. Me preguntan y yo les respondo de qué se trata cada cosa. Saben quién soy, y son los primeros en defenderme.
Una vez dijiste que Brian Jones tenía 45 demonios dentro suyo, y vos sólo uno...
–Probablemente quise decir que uno nunca sabe cuántos demonios tiene adentro. Mi política es identificar al demonio, y lidiar con él. Lo que pasaba con Brian es que no bien identificaba a un demonio y lo vencía, se le aparecía otro. Cierto, yo sólo tengo un demonio, pero es suficiente. No es fácil ser Keith Richards. Tampoco es tan difícil.
¿Algún comentario sobre la biografía de Brian Jones que van a filmar?
–Cuando otra gente escribe la historia de los Stones, se convierte en un relato nuevo, con vida propia. Es una historia diferente. Uno ve esas versiones de sí mismo y piensa: “¿Quién es ese tipo?”. Pero, en cuanto a Brian, me gustaría que lo dejaran descansar en paz.
¿Viste Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra? ¿Te reconociste como el Capitán Jack Sparrow? Johnny Depp le dijo a todo el mundo que fuiste su inspiración para el personaje...
–Cené con Johnny en Los Angeles hace algunos meses. Él pagó. Me pareció lo correcto, dadas las circunstancias.
¿Qué es lo mejor de tener 60 años?
–Que a la gente todavía le gusta lo que hago, y eso me da la licencia para seguir haciéndolo.
¿Cuánto cambió Mick Jagger en los últimos años?
–Bueno, creo que se debe haber cambiado los calzones tres veces. No puedo decirlo, realmente, porque mi perspectiva también cambió. Orbitamos uno alrededor del otro; vamos a terminar chocando.
Todo el mundo quiere saber el secreto de tu supervivencia. Consultamos al Dr. Hank Wangford para una opinión profesional y básicamente nos dijo que era fuerza de voluntad. La frase que usó fue: “Él quiere estar aquí”. ¿Creés que está en lo cierto?
–Probablemente. La vida es lo único que nos dan, y hay que aprovecharla. De algunos amigos míos –Gram Parsons, por ejemplo– se ha dicho que cometieron el error de tratar de estar a mi altura, y por eso murieron. Supongo que hay un porcentaje de verdad en eso. Pero yo nunca estuve en una competencia en cuanto a este estilo de vida. Nunca forcé a nadie a acompañarme. De hecho, créase o no, les dije a muchos tipos: “Andate a dormir. Voy a hacer esto, y no tenés por qué seguirme”. La gente dice que tengo pasión por la vida, pero yo no sé de qué hablan. Es mi manera de ser. Estoy bendecido. Pero ésa fue una buena respuesta, la del doctor. Quiero estar aquí, y quiero ver hacia dónde voy.
¿Ves alguna razón para dejar de tocar antes de morir? –No. Pensá en Duke Ellington. O en Louis Armstrong. Nadie les cuestionó a ellos que siguieran hasta el fin. Lo que pasa es que el rock supuestamente es algo joven, que uno debe hacer cuanto tiene veinte años hasta los veinticinco, por un tiempo determinado, como un jugador de tenis. Pero si uno es capaz de seguir, ¿por qué no hacerlo? Quiero ver hasta dónde puede rodar la pelota. Además, no sé hacer otra cosa.
Cuando comenzaste, la expectativa de vida de una banda de rock era un par de años. ¿Cuándo te diste cuenta de que era de por vida?
–Probablemente cuando me desperté por quinta vez pensando: “Estoy muerto. Se terminó. Adiós”. Me di cuenta de que mi respuesta debía ser: “OK. Ganaste otra vez. No puedo matar a esta cosa”. Fui estúpido. Fue como intentar suicidarse sin tener realmente ganas de morir. Entonces decidí aprender a vivir conmigo mismo.

 

Charlie Watts
“Es muy fácil tocar con Keith, y no quiero tocar rock’n’roll con nadie más en el mundo. Tiene un timing maravilloso. Es uno de los mejores guitarristas rítmicos de la historia.
En los Stones, hay una cosa que llamamos ‘Tiempo Keith’. Uno puede esperarlo durante días hasta que aparece. Ahora cambió un poco, pero era terrible en los ‘70. Había mucha otra gente como él, pero no sobrevivieron.
Muchas de las grabaciones de los ‘60 y ‘70 se hacían de la forma que a Keith le gusta trabajar, que es tocar algo 20 veces y dejar que decante. Así se hizo Exile.... Yo soy un músico de jazz, y Keith también lo es de alguna manera. No sabe hacia dónde va necesariamente, y es muy relajado. Mick es lo opuesto. Le gusta controlar.
Se puede decir que Keith aporta emoción y Mick dirección. Creo que Mick hubiera perdido el rumbo sin Keith. Y viceversa. Porque sin la presión de Mick, no creo que hubiéramos sido capaces de seguir con esta banda tanto tiempo. Son como hermanos. Siempre discuten, pero nunca pelean de verdad.
Obviamente, Keith estuvo ausente durante una larga temporada, totalmente drogado, y eso no ayudó a la banda. Creo. Pensándolo bien, a lo mejor lo hizo. A lo mejor de ahí venía cierta energía creativa, aunque es horrible decir esto. No lo sé, porque no estaba muy cerca de Keith. Nunca fui parte de su mundo en ese aspecto. Empecé a usar drogas en los ‘80, mucho después de Keith. Hasta entonces, siempre sentí que el tema de las drogas no tenía nada que ver conmigo. Cuando Gram Parsons y Keith era íntimos, yo creía que era sólo una cuestión de amistad, no que además eran compañeros de drogas.
Lo que más ama Keith es tocar en vivo. No va a dejar de hacerlo nunca. No hay razón para que lo haga. Siempre va a estar tocando la guitarra en alguna parte.”

Mick Jagger
Ha habido muchas descripciones coloridas de tu relación con Keith a lo largo de los años, desde que son un matrimonio que no se puede divorciar hasta un caso extremo de rivalidad fraternal, pasando por una relación impía entre Nijinsky y Drácula. ¿Cuál es tu opinión?
–No quiero sucumbir a la palabrería psicoanalítica, así que diré dos cosas. Hemos sido amigos por demasiado tiempo. Pero también somos socios. Cuando digo eso, no me refiero exactamente a que tengamos negocios en común. Pero existen esos elementos. Entonces: es un negocio, es trabajo en común a nivel creativo y a eso hay que sumarle que somos amigos, y lo somos desde antes que decidiéramos tener una banda. A causa de todos estos niveles, nuestra relación es compleja y complicada. Además, es una relación larguísima; no creo que quiera siquiera comprenderla.
¿Dirías que son muy diferentes?
–Keith es una persona muy introvertida. Siempre fue un tipo muy callado y pensativo, para él es un problema decir lo que quiere, sacarse cosas de adentro. Yo soy muy gregario, muy sociable; Keith no lo es. Aunque ha aprendido a ser más sociable que antes.
¿Tu trabajo solista te enseñó la lección de que Keith y vos se necesitan?
–Me gusta hacer cosas solo sin que Keith esté ahí. Me encanta trabajar con él pero eso no quiere decir que quiero hacerlo todo con él. El punto es que las cosas que hago sin Keith son muy diferentes a las que hago con Keith. Pero al final somos partes de la banda y no sé qué sería de Keith o de mí sin los Rolling Stones.
Pero tu trabajo solista siempre trajo fricciones...
–Me sorprendió que Keith se enojara cuando decidí hacer algo fuera de la banda, porque él ya había trabajado sin los Rolling Stones con su grupo, The New Barbarians. Keith puede tener mucha autoridad, le gusta ayudar, es muy creativo. Pero también puede ser terriblemente cerrado y prejuicioso. Lo conozco lo suficiente como para saber que no es así todo el tiempo.
¿Cuál es la característica más adorable de Keith?
–Su increíble lealtad.
¿Y la más irritante?
–Su lealtad, también. Lleva la lealtad al extremo, a veces es irracional y muy irritante.
¿Cuál es su mejor riff?
–”Satisfaction”. Tiene que ser, ¿no? No hay muchos mejores que ése.

Ron Wood
“Keith no es una persona que se interese por las modas. Sabe lo que le gusta, y se queda con eso. Pero Mick siempre está investigando las cosas nuevas. Es un buen equilibrio, y funciona. Yo lo llamo ‘empuje y tire’. Mick empuja y Keith tira. Trae a la banda una cosa harapienta sin la que estaríamos perdidos.
Durante un tiempo estuve en el medio de Keith y Mick. Me divertía mucho con los dos, pero Keith siempre me decía: ‘Quedate conmigo. Nadie la pasa bien con los cantantes’. Tuve que ser muy diplomático. Hubo un tiempo en que Keith decía que todo lo que Mick hacía era mierda hasta que se demostrara lo contrario.
La frase favorita de Keith en una época era: ‘Nadie duerme mientras yo esté despierto’. Cuando estábamos grabando Emotional Rescue en París, todo el mundo estaba realmente cansado, y Keith nos presionaba para seguiradelante; él estaba completamente despierto. Una noche me fui a la cama, estaba agotado. Keith trepó la cerca, saltó a mi jardín y entró en mi casa. Me despertó y me arrastró de vuelta al estudio.
También nos dio varios sustos durante todos estos años. Cuando tenía sus problemas en los ‘70, yo siempre crucé los dedos y esperé lo mejor. Una vez dijo que yo le gustaba porque soy el eterno optimista, siempre de buen humor, levantándole el ánimo a los demás. Pero a veces me dice: ‘Ronnie, dejate de romper los huevos. Hoy no tenemos ganas de ser felices’.”

 

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