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Domingo, 12 de septiembre de 2004

FIESTAS

Bailar como quien nada

POR CECILIA PAVON

“Fugitiva beldad cuya mirada me ha hecho súbitamente renacer, ¿no te veré más que en la eternidad?”, escribía Charles Baudelaire en su célebre poema “A una transeúnte” de Las flores del mal. Un siglo y medio después, el enamoramiento fugaz de un extraño en la multitud sigue inspirando a poetas de todas las estirpes, incluidos los poetas-músicos de la escena electrónica berlinesa: “Quizás es cierto que sos una extraña, pero no sos tan extraña para mí, porque todavía te veo en los clubes y los cafés”, son los versos que la banda de indie-trónica Figurine canta, como si le contestara al poeta francés, en el primer track del disco Monika Süd, un compilado de música alemana que se regalará el próximo sábado en Niceto. Ese día, el Ocean Club de Berlin y el Club Brandon de Buenos Aires mezclarán sus ondas y sus DJs para fusionar el espíritu subcultural de dos ciudades cuyas vidas nocturnas tienen mucho en común.
Tanto allá como acá, el corazón de esta escena son los clubes, esos espacios de encuentro que fusionan el anonimato de una mega-rave con la intimidad de una fiesta hogareña, y en la que músicos, DJs, performers, poetas y artistas visuales dan a conocer sus trabajos en un ámbito común. A diferencia de una disco, un club es nómade. Por lo general es autogestionado, y no depende de una locación sino de un grupo de gente afín que busca los lugares muertos o agonizantes de la geografía urbana para revivirlos, al menos por unas horas. Por ser ciudades que han pasado por grandes crisis, tanto Buenos Aires como Berlín ofrecen cientos de lugares aptos para el entusiasmo clubber: Brandon, Rudamacho, Garage, Como en Casa, Semen Up, Bum Bum o Sorett integran el top ten vigente y se desplazan por playas de estacionamiento subterráneas, salones de actos de colegios, livings de casas, galerías off y viejas discos de salsa en bancarrota. Del otro lado del océano, luego de la caída del muro, la ex Berlín del Este se presentó como un paisaje ideal para este tipo de eventos: casas vacías y sin dueño, ex ministerios en ruinas listos para ser transformados en pistas de baile donde florecieron los clubes gestionados por colectivos de artistas.
El ya mítico Ocean Club es un caso típico de estos derroteros urbanos. Comenzó a funcionar en 1994, dentro de la disco Tresor que, tras la caída del muro, devino en squat, algo así como una casa tomada, pero del primer mundo. A su vez, la discoteca había tomado lugar en las ruinas de una antigua y lujosa tienda judía expropiada por el régimen nazi. Hoy la propiedad se encuentra todavía en litigio y es uno de los pocos edificios de la preguerra que queda sin restaurar en los alrededores de la histórica Postdamer Platz. A fines del siglo pasado, el Ocean Club se trasladó a un edificio enorme del barrio bohemio de Prenzlauerberg que servía de oficina de correos en la RDA y espera su restauración, bailando al ritmo de la vanguardia electrónica.
El Ocean Club empezó con Gudrun Gut y Thomas Fehlman. La ex líder de la banda de mujeres Malaria! y directora del sello Monika, entre otras actividades, se intaló en Berlín a comienzos de los ‘80 y dio vida a este emprendimiento. Una noche por mes, en este espacio, se pueden ver a DJs y músicos invitados con ese ambiente iluminado por lámparas en forma de pez mientras una barman sirena sirve coloridos tragos. En sus comienzos, la ahora famosa Miss Kittin tocó en el Ocean, que Gut define con analogías marítimas: “Es un flujo libre que les permite a sus realizadores y amigos nadar exactamente hacia donde les guste. Las corrientes inesperadas imprimen nuevas direcciones y piden otras soluciones”. Algo de esta poesía oceánica misteriosa se derramará en el barrio de Palermo.

Fiesta electrónica con Gudrun Gut, Barbara Morgenstern, Chica Paula y Masha Qrella (Berlín) y Cecilia Amenábar (Argentina) el sábado 18 a las 23en Niceto, Niceto Vega 5510. Entrada: $ 20 (incluye un CD del sello Monika exclusivo para este evento).
Antes, el viernes 17, merienda-workshop con las
artistas en el Goethe, Corrientes 319. Entrada libre. Coordinación Pablo Schanton.
Y el domingo 19 a las 19, tea dance en el Boquitas Pintadas Pop Hotel, Estados Unidos 1393. Entrada: $ 5.

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