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Domingo, 31 de octubre de 2004

PUNCH - Volteando pesos pesados

Karate Kid contra el Neo cine
Quentin Tarantino contra Matrix.

La revista inglesa Empire publicó unos días atrás una entrevista a Quentin Tarantino en la que el director de Pulp Fiction y Kill Bill la emprendió contra el imperio de los gráficos digitales en Hollywood y, de manera apenas indirecta, se cargó a la saga Matrix y todo su mundillo de personajes y escenas de acción dibujadas en una PC. Al parecer, el director de la saga de casi cuatro horas de duración protagonizada por Uma Thurman a sablazo limpio, habría invitado al director Luc Besson (El perfecto asesino, El quinto elemento) a ver su última película en una función privada. Al parecer, el francés llevó de invitado a Keanu “Neo” Reeves. Fue entonces cuando se produjo la gran “epifanía tarantinesca” sobre los gráficos generados por computadora. Así habló Tarantino: “Lo observé a Keanu mientras veía la película y de pronto tuve una sensación. Ustedes saben, mis personajes son todos tipos reales. No hay pelotudeces hechas por computadora. Estoy cansado de toda esa mierda. Si yo quisiera toda esa mierda tipo videojuego, me hubiera ido a casa a meter la pija en mi Nintendo. Toda esta mierda de los gráficos generados por computadora son un golpe de muerte para el cine. Las películas son demasiado caras en este momento, y esto está matando la forma del arte. Al paso que vamos, en diez años el cine estará oficialmente muerto”.

El Rey contra Karate Kid
Y Stephen King contra Tarantino.

Stephen King la emprendió contra el último Francis Ford Coppola y el último Quentin Tarantino. La embestida tuvo lugar en una columna que le reserva, con cierta regularidad, la masiva revista norteamericana Entertainment Weekly. En respuesta a la pregunta “¿Importan las películas?”, King habló sobre un film que “definitivamente importa, tal vez el mejor que haya visto en los últimos treinta años” y sobre otro “que de hecho es puro bla-bla”. La “obra maestra” seleccionada por el escritor es Río místico, la película de Clint Eastwood que se alzó con dos estatuitas y cuatro nominaciones en la última entrega de los Oscar. Su contraparte es Kill Bill, La venganza. El artículo fue publicado en dos entregas con una nota introductoria firmada por el autor: “Lamento que tengan que esperar dos semanas para la segunda parte. Pero si pueden aguantar que Kill Bill venga en dos partes y El Señor de los Anillos en tres, creo que pueden lidiar con esto. Firmado: Steve”.
El artículo comienza diciendo que “por supuesto que las películas importan”, pero que uno bien puede preguntarse si “realmente importan, como sí importan los grandes libros”. Pero salvada esta duda, King se adentra en las aguas del cine que le importa. Para él, Demencia 13, el primer largometraje de Francis Ford Coppola, producido por Roger Corman en los ‘60, hace palidecer a films como Psicosis y La noche de los muertos vivos. Conclusión: Demencia 13 sí es una película que importa. Paradoja: Coppola se tomó mil veces el tiempo que le llevó hacer Demencia 13 para filmar El Padrino III, pero ésta “no tiene el corazón, el alma ni el entusiasmo juvenil” de aquélla, que es “opulenta, incoherente y aburrida” y que, en definitiva, es “una película que no importa”. Eventualmente, en la misma nota en la que llena de elogios al último opus de Eastwood, llega al director de Perros de la calle y su hiperpromocionado film en dos capítulos. “Probablemente hayan leído buenas críticas de Kill Bill, incluso en esta revista”, escribió King, “pero no les crean. Deben recordar que los críticos de cine ven las películas gratis, y que no deben pagarle a una niñera o desembolsar 10 dólares por el estacionamiento. Por lo tanto están en condiciones de prodigar elogios a materiales tannarcisistas como Kill Bill, que se anuncia a sí misma como la Cuarta Película de Quentin Tarantino.”
Unos cuantos críticos cinematográficos (y más de un lector) se dieron por aludidos y contestaron enardecidos a la revista o dejaron sus comentarios en sites de Internet que comentaron el artículo. Previsiblemente, en muchos le indicaron al prolífico escritor que –considerando el tamaño con que aparece su nombre en sus libros– eso del narcisismo “es un tema, Steve, del que no te conviene hablar”.

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