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Domingo, 19 de diciembre de 2004

CASOS: EL LADO OSCURO DEL DUELO KASPAROV-DEEP BLUE

Yo, robot

Las sospechas sobre el match que Gary Kasparov perdió en 1997 ante la Deep Blue de IBM.

Días atrás se estrenó en Nueva York un documental que revive un episodio decisivo en la historia del ajedrez y la inteligencia artificial. El hecho supo generar cierta controversia en 1997, cuando sucedió, y nunca quedó cerrado. Game Over: Kasparov and the Machine (Final de juego: Kasparov y la máquina) indaga en los sucesos e hipótesis que rodearon la derrota del campeón mundial ante Deep Blue, la supercomputadora de IBM. Para muchos fue un duelo entre dos máquinas, pero lo que esta flamante película de Vikram Jayanti intenta postular con los recursos del film noir y el thriller paranoico conspirativo es que hubo oscuros intereses corporativos en juego, y que la derrota de Kasparov, mitad judío mitad armenio, así como su encumbramiento a lo largo de los doce años previos, tuvieron una enorme significación política.
A mediados de los ‘90, la IBM estaba perdiendo parte de su clientela a manos de la mucho más joven Microsoft y otros “advenedizos”. Necesitaba, pues, de un certero golpe publicitario que probara su agilidad y dinamismo en el mercado de los bits y los chips. Ya en dos ocasiones (1989 y 1996) Kasparov había vencido con soltura y velocidad a dos versiones previas de la máquina. Programada para 1997, la revancha –como sigue sosteniendo hoy Kasparov– “era una gran idea, así que me puse enteramente en sus manos”. El mismo Kasparov necesitaba mejorar un poco su imagen pública: ya había pasado más de una década desde que le arrebatara el título mundial a Anatoly Karpov, el gran maestro ruso presuntamente protegido por el Politburó.
Tras un primer encuentro triunfal con Deep Blue, Kasparov enfrentó en ese aciago 1997 una serie de derrotas que terminaría adjudicando en parte a la ansiedad, a las múltiples presiones y a la enorme exposición pública a la que se lo había sometido. Mientras su madre lo arengaba a “comportarse como un hombre” y enfrentar las cámaras en el fracaso, los medios hablaban de un monstruo tecnológico capaz de humillar al ser humano para siempre y Newsweek titulaba en tapa La última oportunidad del cerebro humano, Kasparov y sus defensores alegaban que había algo más. Según el gran maestro, había algo “demasiado humano” en las nuevas decisiones –menos mecánicas– de la máquina. Insinuó una sospecha sobre la existencia de un posible seleccionado de grandes maestros operando en las sombras, agregó luego de que las condiciones en que se había desarrollado el juego (incluyendo el aire acondicionado) habían sido preparadas para “conveniencia de la máquina, con decenas de personas a su servicio”, y dijo que IBM le había prometido copias impresas de los procesos de su adversario que nunca le entregó.
En esa ocasión, la IBM ganó unos 500 millones de dólares en publicidad y una cotización bursátil record. “Creo que IBM nos debe, a mí y al resto de la humanidad, una revancha”, escribía tiempo después Kasparov, desafiando a la compañía a una serie de diez juegos en veinte días: “A todo o nada, para que sepan que no es por dinero. Todos están esperando una respuesta”.
Actualmente, Deep Blue está desmontada y su destino es incierto.

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