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Domingo, 19 de diciembre de 2004

Salí

Un refugio a prueba de entusiasmos
Un restaurante secreto que cobija a quienes huyen de las Fiestas.

Por Laura Palmer
Hacia fin de año, las personas podrían dividirse sin temor a polémica en dos categorías: los que disfrutan –casi adoran– las Fiestas y los que sufren con sólo saber que es diciembre. Pero como la Navidad es milagrosa, para esta raza de escépticos, dolidos, solitarios, melancólicos y escapistas también hay salvación. Hay un lugar secreto en alguna calle de Palermo, que funciona a puertas cerradas y de boca en boca, exclusivamente con reserva (o sea, por recomendación) vía celular y para apenas veinte elegidos; prácticamente un rito de iniciación. Se llama Nosotros Club de Aperitivos y Cenas (porque, sí, uno se convierte en socio a la segunda visita), y en estas fechas es una tentación para los que ya no creen en pecados propios y prefieren perderse en ese menú de letras inquietantes que circula por e-mail con una discreción casi religiosa.
La bienvenida, frossen en mano y beso como si de viejos conocidos se tratara, corre por cuenta de Diana, Sol y la ecléctica variedad de luces que hacen de sutil decoración. Pero quien espere encontrarse con un menú navideño, que siga esperando: como en cualquier otro día se podrá degustar el “paladar blanco” del que hacen gala con pescados frescos (soles de mar, ceviche de salmón rosa y abadejo, milanesa de salmón con puré al wasabi), pastas caseras (ravioles de hongos con chardonnay, salvia y manteca o crèpes de camarones grille) y el muy bien rankeado pollo indonés con pisto de vegetales y arroces con semillas. Y, a la hora del dulce, habrá que confiar como siempre en la palabra santa de la casa para elegir entre el flan de naranja con caramelo a la menta, la mousse de chocolate con chips blancos a la pimienta rosa, helados y brochettes de frutas flambeadas en vodka.
Aviso: Nosotros refugia a quienes quieran huir de la marea navideña, pero no se hace cargo si por su culpa se les escapa un amén en plena ingesta mientras dan las doce campanadas.

El Nosotros Club abre de miércoles a sábados a partir de las 20, 155-658-0449, [email protected]

Una Navidad como la de (mucho) antes
El pesebre más grande del mundo, a metros del Río de la Plata.

POR L.P.
Si es cierto que hacia fin de año las personas se dividen entre los que adoran las Fiestas y los penitentes que cargan con la cruz no deseada del mes más largo, por qué negarles a ambos bandos el derecho a disfrutar de sus respectivos milagros de Navidad. Los sufridos segundos tienen su salí(da) acá nomás, al lado para ser exactos. Y los entusiastas primeros tienen su día de gloria al alcance de la mano, en unos cientos de metros cuadrados con vista al río y por unos módicos 10 pesos: adoradores... ¡Tierra Santa nos espera!
Hay que estar preparado para visitar las tierras del Señor en esta fecha. Nada de ancianos acalorados vestidos de rojo y algodón, ni chimeneas con botas de invierno llenas de dulces ni renos contratados por la temporada. Ésa es otra postal con la que los shoppings dan abasto. Acá, en cambio, hay que estar alerta porque quienes entren al Parque Temático Tierra Santa serán por unas horas expedicionarios en el Jurassic Park de la historia religiosa: paso a paso, después de 15 minutos de presenciar nada menos que La Creación, los fanáticos navideños podemos cumplir aquella ilusión infantil de que el pesebre ¡se mueva! (Es, al parecer, el pesebre viviente más grande del mundo, según rezan las 400 personas que intentan hacer realidad esa ilusión al mismo tiempo que nosotros.) Para evitar desmayos, se recomienda hacer un alto entre la Ultima Cena, la Resurrección y la réplica del Muro de los Lamentos para probar comidas milenarias en Betlem, a bordo del Arca de Noé o en Bagdad Cafetería, único lugar que no es réplica del original por motivos evidentes.
Si es de los que todos los años lamenta que la Navidad ya no sea lo que era, pare de sufrir: ahora tiene un lugar en el mundo. Porque, como dijo alguna vez E. Iglesias haciendo honor a su nombre, Tierra Santa es casi “una experiencia religiosa”.

Parque Tierra Santa abre de viernes a domingos, de 16 a 0.30, en Av. Rafael Obligado 5790, 4784-9551.

La estrella del Once
La galaxia cotillón en pleno

Por Cecilia Sosa
Una caminata por el barrio del Once a pleno sol de diciembre puede arrojar resultados menos previsibles que lipotimias súbitas o temblores anticipados: con un poquito de voluntad se puede encontrar alguna delicadeza para reforzar la sana alegría navideña. Ciudad Cotillón, por ejemplo, lo tiene todo para convertir a cualquiera en un auténtico Santa Claus, empezando por un hermoso traje de satén rojiblanco acompañado de botas y barbas suaves y abrigaditas. Para los que le teman a la asfixia, qué mejor que las versiones “caretas” o los encantadores títeres de felpa que crean la misma ilusión con sólo engalanar una mano. Pero también hay opciones menos clásicas: el vestuario completo de una bruja (aunque a algunas no les hace falta disfrazarse) o de Mariachi, si aún queda alguien dado al villancico romántico. Para el que busque un simple touch de distinción, nada mejor que los “sombreros de banana”: la sola presencia de estos plátanos de gomaespuma ayudan a relajar ambientes y a incentivar alegres testimonios fotográficos.
Además de arbolitos de portes diversos (estilo Canadá), bolas satinadas, guirnaldas, papeles picados y lámparas ¡chinas!, las góndolas de Ciudad Cotillón ofrecen trompetines espantasuegras, martillos de goma gigantes para cortar de lleno cualquier exabrupto familiar y antifaces de strass ideales para disimular la irritación sin perder la elegancia. Perfectas para reforzar la cartita pedigüeña a Santa son las espaciosas botas portaregalos. Se recomienda colgarlas del arbolito con anticipación y acaso subrayar el gesto con un leve guiño u ondular de pestañas. No olvidar las lucecitas multicolores, algunas estrellitas de repuesto, el siempre esquivo papel para envolver regalos y algún paquete de papas fritas gigante, siempre útil para apaciguar algún caso de angustia.
Por último: no partir sin un set de pomos de nieve gigante (la docena está en promoción). Repartir a conciencia y, si la espera de las 12 se hace interminable, cubrir el vitel thoné, convocar a alguna tía piola e iniciar guerra de espuma generalizada. Si en definitiva, aquí y allá, la Navidad siempre fue blanca...

Ciudad Cotillón está en Lavalle 2257, 4954-3333. Estacionamiento propio y horario amplio.

Navidades alternativas
Lugares y shows para pasarla bien lejos del arbolito

Por C. S.
Ah, la Navidad, las entrañables cenas en familia.... Pero ¿qué hacer cuando llegan las 12? A organizar la agenda con tiempo, porque en estos casos, como se sabe, la espontaneidad sólo conduce a la ruina. Además, la ronda de llamados a último momento es interminable, los colectivos no andan, los taxis son botines de guerra y los mensajes de texto suelen borronearse después del brindis.
Para ir entrando en clima y llegar a la cita con el ánimo liviano, el jueves 23 se celebra la fiesta División Miami Vol. 3. Consejo: desempolvar saco con hombreras, náuticos, remera salmón... y a ajustar bien el jopo, porque en la pista del Salón Pueyrredón (Santa Fe 4560) sólo habrá lugar para la música de los ‘80. Biónica y una banda “punga” sorpresa tocarán envivo y también habrá un largo bloque de... ¡lentos! La entrada –popular, como todo en el lugar– es de cinco pesos e incluye consumición.
El viernes, la Nochebuena estará en Niceto (Niceto Vega y Humboldt). En la disco de los que odian Pachá, Masivaa y Déjà Vu prometen una Fiesta no tan Santa a prueba de almas sueltas en busca del-lugar-para-pasarla-bien. Estarán el español Damián Schwartz, productor de minimal techno, Boeing (electrónica), Club Rayo, Drole & Lavoisier, el Mono Raux y Unlimited Friends, un cóctel que demostrará cuán corto es el paso entre lo dulcemelancólico y lo alegre-explosivo. Y todo a sólo 10 pesos la entrada.
El sábado 25 tampoco es cuestión de quedarse en casa: RudaMacho propone pasar una Navidad especial e invita a festejar a puro frenesí y baile. La música estará a cargo de Dj Jove, Fabián Jara, Coiffeur y Kovic. Todo en el simpático Club Villa Malcolm (Córdoba 5064) y gratis hasta pasada la medianoche. Eso sí: dejar a la abuela en casa, porque los modernos chicos y chicas de Rudamacho vienen cada vez más raros.

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