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Domingo, 26 de diciembre de 2004

MEDIOS> LA PRENSA NORTEAMERICANA Y EL MITO DE SANTA CLAUS

“Sí, Virginia: Papá Noel existe”

En el otoño de 1897, una neoyorquina de ocho años le confiesa a su padre sus dudas sobre la existencia de Papá Noel. “Escríbele al New York Sun”, le aconsejó su padre: “Todo lo que aparece en el Sun es verdad”. Virginia escribió. La respuesta del diario –el artículo periodístico más reproducido de la historia de la prensa occidental– se convirtió en el fundamento canónico de uno de los pilares de la mitología navideña.

 Por Ariel Magnus




Muchos años después, frente a un periodista radial
de la CBC, Virginia O’Hanlon Douglas habría de recordar aquel día
remoto en que Francis Pharcellus Church, editor del New York Sun, le aseguró
que Papá Noel existía: “Cuanto más envejezco, más
me doy cuenta de que es una filosofía perfecta para la vida”. Virginia
era entonces una niña de ocho años. “Naturalmente yo creía
en Papá Noel –recordó–, pues nunca me había
defraudado. Pero cuando algunos niños y niñas menos afortunados
me decían que Papá Noel no existía, yo dudaba. Le pregunté
a mi padre, pero él esquivaba la cuestión. En la familia, cuando
surgían dudas acerca de cómo pronunciar una palabra o de alguna
cuestión histórica, era un hábito escribir a la columna
de preguntas y respuestas del Sun. Mi padre siempre decía: ‘Si
aparece en el Sun, entonces debe ser así’. Y asunto cerrado. ‘Bueno
–le dije a mi padre–, entonces le voy a escribir al Sun para saber
la verdad’. Él me dijo que lo hiciera: ‘Estoy seguro de que
el Sun te va a dar la respuesta correcta, como siempre’.”

Todo esto ocurría en Nueva York en el otoño de 1897, pero la historia
ya fue contada tantas veces que pierde realidad y ocurre en el maravilloso reino
de los cuentos de hadas: la carta de Virginia llegó al Sun y su jefe
de redacción se la pasó a Church, un hombre cuyo lema de vida
era, al parecer, “esfuérzate por limpiar tu mente de hipocresía”.
Más acostumbrado a ocupar su tiempo en temas serios y discutir con gente
de su edad, Church no se mostró demasiado entusiasmado con la tarea de
responderle a la niña si Papá Noel existía o no. “Se
puso tenso y dejó de lado el asunto –contó muchos años
después el jefe de redacción–, pero igual tomó la
carta y resignadamente se fue al escritorio. En poco tiempo produjo un artículo
que terminaría siendo la expresión más clásica del
sentimiento navideño y conocería millones de reimpresiones, muchísimas
más que cualquier artículo periodístico en cualquier lengua.”

En la misma página de ese 21 de septiembre –sigue siendo un misterio
por qué a Virginia se le ocurrió preguntar por Papá Noel
con tanta antelación.- se apretujaban otros artículos preocupados
por la política neoyorquina, el creciente poderío naval inglés
y la inminente, revolucionaria aparición en el mercado de una bicicleta
sin cadena. Nieve de ayer, como se dice en algún país nórdico.
El único artículo que trascendería las generaciones fue
el de Church (ver recuadro I). El Sun lo reproduciría cada año
hasta su cierre, a mitad del siglo XX. Aún hoy, y más allá
de la ciudad donde se erige el luminoso árbol navideño del Rockefeller
Center y del país donde se inventó el Papá Noel barbudo
y vestido de rojo coca-cola, su cándida respuesta a la muy seria pregunta
de Virginia ocupa un lugar distinguido en las ediciones del 24 de diciembre
en diarios de todo el mundo. La historia apareció en libros, alguna película
para la televisión (donde Church –Charles Bronson– es un
viudo alcohólico, cuando en realidad era un metodista abstemio aún
soltero, y Virginia una pobre inmigrante irlandesa, cuando en realidad era la
hija de un médico del pituco Upper West Side), dibujos animados, obras
de teatro y –de más está decirlo– tarjetas navideñas.
Church, sin embargo, nunca recibió el reconocimiento masivo que se había
ganado en buena ley. La política del Sun era no dar a conocer el nombre
de sus editores, por lo que aplazó la revelación hasta el obituario
de Church, en 1906.

Sí, Virginia, Papá Noel existe. La acertada fórmula es
más célebre incluso que el texto, al punto de convertirse en una
de esas frases hechas que ya nadie sabe bien de dónde salieron y cuya
historia secreta revela luego algún diccionario para fascinación
de chicos y grandes. Cambiando “Papá Noel” por alguna otra
fantasía, la aseveración dio lugar a no pocos abusos: Sí,
Virgina, realmente había terroristas en Irak bajo Saddam, titula algún
artículo; Sí, Virginia, realmente existe una manera cómoda
de saldar las deudas, asegura alguna aseguradora. Y tampoco faltaron losgraciosos
que intentaron una continuación del diálogo entre Virginia y Church
(ver recuadro II).

Virginia, por su parte, creció y trabajó como maestra, se casó,
tuvo una hija que le dio siete nietos. Respondía todas las cartas que
le escribían los niños adjuntando una copia de la respuesta de
Church, y en el prólogo a una edición aniversario de la epístola
inmortal (hoy en manos de un bisnieto de Arizona) expresó su deseo de
que “todos los niños crean verdaderamente en Santa Claus”.
Murió en 1971, a los 81 años de edad. Cuenta la leyenda que nunca,
hasta el día postrero, dejó de asegurar a quien le preguntara:
“Sí, todavía creo”.


Creo, luego existe

Ésta es la respuesta publicada por el New York
Sun en 1897.


Por Francis P. Church


Es un placer para nosotros responder de este distinguido modo
a la misiva que sigue, al tiempo que expresamos nuestro gran beneplácito
por contar a su fidedigno autor entre los amigos del Sun.


Querido Editor: Tengo 8 años. Algunos de mis amiguitos
dicen que Papá Noel no existe. Mi papá dice: ‘Si aparece
en el Sun, tiene que ser así’. Por favor, dígame la verdad:
¿existe Papá Noel?


Virginia O’Hanlon


Virginia: tus amiguitos se equivocan. Han sido afectados por
el escepticismo de una época escéptica. Sólo creen en lo
que ven. Piensan que nada existe más allá de lo que sus mentes
pequeñas logren aprehender. Todas las mentes, Virginia, sean de hombres
o de niños, son pequeñas. En este gran universo nuestro, el hombre,
en su intelecto, es un mero insecto, una hormiga, comparado con el mundo ilimitado
que lo rodea, medido con la inteligencia capaz de abarcar la verdad toda y el
conocimiento.

Sí, Virginia, Papá Noel existe.

Es tan cierto que existe como que existen el amor, la generosidad y la devoción,
y tú sabes que éstos abundan y que dan a tu vida su mayor belleza
y alegría. ¡Ah, qué triste sería el mundo sin Papá
Noel! Tan triste como un mundo sin Virginias. No existirían la fe ingenua,
ni la poesía, ni las fantasías que vuelven tolerable nuestra existencia.
No podríamos disfrutar de nada que no se pueda ver o tocar. Se extinguiría
la luz eterna con que la niñez ilumina al mundo.

¿No creer en Papá Noel? ¡Eso es como no creer en las hadas!
Podrías hacer que tu papá contrate gente que vigile todas las
chimeneas en Nochebuena para atrapar a Papá Noel. Pero no verlo bajar
por la chimenea, ¿qué probaría? Nadie ve a Papá
Noel, lo cual no significa que no exista. Las cosas más reales en el
mundo son aquellas que ni los niños ni los hombres pueden ver. ¿Has
visto alguna vez a las hadas bailando en el parque? Por supuesto que no, pero
eso no prueba que no estén allí. No existe nadie capaz de concebir
o imaginar todas las maravillas invisibles y no vistas que hay en el mundo.Podrá
uno desarmar el sonajero de un bebé y ver qué es lo que hace ruido;
pero hay un velo cubriendo el mundo invisible que no pueden rasgar ni el hombre
más fuerte ni aun la fuerza combinada de los hombres más fuertes
que jamás hayan existido. Sólo la fe, la imaginación, la
poesía, el amor, la fantasía pueden correr la cortina y así
presenciar la belleza y la magnificencia sobrenaturales que se encuentran detrás.
¿Que si todo esto es real? ¡Ah, Virginia, no hay nada más
real y duradero en todo este mundo!

¿Que Papá Noel no existe? Gracias a Dios, Papá Noel existe
y existirá siempre. Dentro de mil años, Virginia, es más:
dentro de diez mil años multiplicado por diez, Papá Noel seguirá
alegrando los corazones de los niños.


Las dudas de Virginia

El epistolario secreto (y apócrifo) entre Virginia
O’Hanlon y Francis Church


Por Dan Fiorella


12/4/1898

“Querido Mr. Church: Gracias por su maravillosa respuesta a mi carta.
Mi familia se puso muy contenta. Y mis amiguitos creen de verdad y para siempre
en Papá Noel. ¡Pero ahora mis amigos dicen que no existe el conejo
de Pascua! ¿Qué debo hacer? Papá sigue diciendo que si
lo lees en el Sun, deber ser así. Por favor dígame la verdad:
¿hay un conejo de Pascua?

Virginia O’Hanlon”


20/4/1898

“Querida Virginia: ¡Qué lugar horrible sería este
planeta pequeño y gris si no existiera el conejo de Pascuas! ¿Cómo
que no existe el conejo de Pascuas? ¡Tus amigos podrían decir entonces
‘No existe la primavera’, ‘No existe la alegría’,
‘No existe el amor’! Se equivocan, Virginia, pues mientras el corazón
humano siga latiendo y lleve dentro de sí generosidad, devoción
y caridad, existirá por siempre el conejo de Pascuas.

Francis Church”


2/10/1898

“Querido Mr. Church: Ayer perdí un diente en la escuela y cuando
les conté a mis amiguitos que lo iba a poner debajo de la almohada para
que el hada de los dientes me traiga dinero se rieron y se burlaron de mí.
Dicen que mamá y papá colocan las monedas debajo de la almohada
durante la noche y después ponen el diente dentro de un tarro y lo venden
a la gente del barrio chino. ¿Puede ser, señor? Yo sé que
usted me va a decir la verdad, pues es amable y franco. ¿Existe el hada
de los dientes?”


20/10/98

“Querida Virginia: OK, seguro, hadas de los dientes existen. Van a existir
mientras la gente necesite amor y esperanza y sueños. Eso es bueno. Existen
hadas de los dientes, Virginia.”


12/7/1899

“Querido Mr. Church: ¿Piegrande es real? Hay unas mentes inquisitivas
que quieren saber.”


8/8/1899 “Querida Virginia: Supongo. Nunca lo vi, pero
un amigo sí, de modo que, seguro, Piegrande existe.”


12/8/1899

“Querido Mr. Church: ¿Duendes? ¿Existen los duendes?”


2/12/1899

“Querida Virginia: No. Piegrande se los comió a todos.”


19/3/1901

“Querido Mr. Church: ¿De dónde vienen los bebés?
Yo digo que los trae la cigüeña, pero mis amiguitos dicen que mamá
y papá se hacen cosas infames y asquerosas el uno al otro para hacer
un bebé. Yo sé que usted me dice la verdad, porque papá
todavía dice que si aparece en el Sun, tiene que ser así. Entonces:
¿a los bebés los trae la cigüeña?”


1/4/1901

“Querida Virginia: Seriamente te recomiendo dejar de frecuentar a esos
amiguitos tuyos. ¿Quiénes son esos niños? ¿De dónde
sacan esas cosas?

PD: Estamos cancelando la suscripción de tu padre al Sun.”


23/5/1910

“Querido Mr. Church: mis amigos hablan de un punto G, pero mi novio no
lo puede encontrar. ¿Existe el punto G?”


30/5/1910

“Querida Virginia: mi esposa es el NY Sun y mis hijos son mis editoriales,
así que no tengo ni idea de qué estás hablando. Estoy viejo
y cansado, Virginia, y el diario acaba de anunciar su quiebra. Buena suerte.”


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