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Martes, 4 de enero de 2005

Los inevitables: Salí

Secretos de hotel
Tres hombres y tres mujeres se desean y rechazan en un hotel venido a menos.

por Carolina Prieto

En silencio y con sólo 26 años, Mariela Asensio viene transitando el under porteño como una chica Muscari (participó en Catch, integra la compañía El Deseo, que dirige Muscari, y es su asistente en Electra Shock, espectáculo que darán a conocer en el 2005) y también con su propias creaciones. Primero presentó Retazos, que obtuvo dos premios en un concurso teatral, cuyo tema era la violencia contra la mujer; después Inacabado (que termina su tercera y exitosa temporada) y acaba de estrenar Hotel Melancólico.
Es evidente que esta dramaturga, actriz y bailarina no tiene un mirada complaciente: si en Inacabado desplegó la relación de dependencia teñida de reclamos, amenazas y una extraña forma de amor, entre una madre inválida y un hijo con retraso mental, en su última propuesta pone en escena la soledad de hombres y mujeres que se encuentran, con sus frustraciones a cuestas, en un hotelucho venido a menos. Pero el tema, en este caso, no es tan oscuro (aunque los personajes desnuden sus verdades más profundas) y el humor y la música refrescan las escenas.
En esta tragicomedia de trazos gruesos, el baño y el patio del hotel funcionan como el salón en el film El baile, de Ettore Scola. Allí, tres hombres y tres mujeres se encuentran y desencuentran, se desean, se agreden y también se descubren como instrumentos de salvación. En el elenco, sólido y con buen dominio vocal, se destacan Leticia Torres (una mujer-perro con sonidos y movimientos increíbles) y María Laura Kossoy, la impenetrable y desquiciada Berta, que parece haber perdido todo lazo con la Argentina y encontrado en la lengua francesa (que habla con acento impecable durante toda la obra) el sostén para su frágil identidad.

Hotel Melancólico, los viernes a las 23.30 en La Carbonera, Balcarce 998.


Los duelistas
Un maestro avasallador y un alumno hostil libran un combate por la identidad.

por C.P.

Ocho meses en cartel, varios premios, participación en festivales internacionales: éste es el bagaje con el que El Señor Martín, una pequeña obra nacida en el off porteño, desembarca en las playas marplatenses. Sin artificios ni plumas, con una puesta en escena austera que pone en foco su tema: el conflicto entre un profesor que intenta construir en un colegio privado de Burzaco una especie de Cambridge entre rejas y uno de sus estudiantes, hostil a una cultura, la británica, que siente ajena.
Entretenida, sostenida por sólidas interpretaciones, la pieza se transforma en un duelo sagaz, por momentos delirante (los excesos del maestro son reconocibles para cualquiera que haya pasado por una escuela, y no necesariamente inglesa), alrededor de la educación y, sobre todo, de la identidad. Mariano Mazzei (ACE a la revelación masculina y Premio Teatro del Mundo a la labor actoral en 2003) es puro desborde expresivo: su energía transforma al maestro en una figura ridícula, casi clownesca. Emiliano Dionisi, en la piel de un alumno sensible y lúcido, elige un registro mucho más contenido aunque no menos potente: alejándose del grotesco, propone momentos emotivos como cuando confiesa de cara al público sus necesidades. El autor y director Gastón Cerana (Premio Teatro del Mundo 2003 a la dramaturgia) propone un viaje al interior de los protagonistas que, recortados contra un fondo negro como figuras de cómic, luchan por encontrar su lugar en el mundo.

El Señor Martín. Desde el 4 de enero, de lunes a lunes a las 21.30 en el Teatro Tronador, Santiago del Estero 1746. Mar del Plata.


Cabalgata teatral de verano
Siete obras para todos los gustos y edades rotarán por seis museos y centros culturales.

por C.P.

Quienes pasen el verano en Buenos Aires podrán amortiguar los calores en los magníficos jardines de museos como el Sívori o el Fernández Blanco, y de paso aprovechar una programación teatral variada y gratuita: siete obras que, desde el 15 de enero hasta el 20 de febrero, irán presentándose por las tardes y noches en un circuito de seis centros culturales y museos.
El menú incluye Querida Niní, un homenaje a la mítica actriz a cargo de Ana Padovani; una versión de la comedia de Molière El enfermo imaginario, firmada por Kado Kotzer y Sergio García Ramírez e interpretada, entre otros, por Pepe Novoa, Marcelo Mazzarello y Celeste García Satur; y el humor de Roberto Fontanarrosa en El mundo ha vivido equivocado, protagonizada por Atilio Veronelli y Carlos Sturze.
Para los chicos habrá títeres con El poeta y la increíble historia del panadero y el diablo, un espectáculo en el que confluyen un prólogo original de Adelaida Mangani, cuentos de Javier Villafañe, dos obras de títeres ensambladas y un poema. Además, algunos de los mejores exponentes del humor –el clown de Enrique Federman, el grotesco de Jorgelina Aruzzi y el absurdo de Mariana Chaud– animarán Verano de Varieté, un recorrido por situaciones y personajes desorbitados que promete carcajadas en tiempos de relax.

Del 15 de enero al 20 de febrero en el Complejo Cultural Chacra de los Remedios, el Centro Cultural Adán Buenosayres, el Centro Cultural del Sur, el Museo Isaac Fernández Blanco, el Museo Saavedra y el Museo Eduardo Sívori. La programación completa está disponible en www.buenosaires.gov.ar.


El horror, el horror
Las heridas imborrables de la represión en un intenso trabajo de danza-teatro.

por Carolina Prieto

Llevar a escena el horror de la desaparición de personas, expresarlo principalmente a través del cuerpo y no caer en lugares comunes, puede resultar para muchos una proeza impensable. Sin embargo, cuatro jóvenes bailarinas reunidas en la compañía Tercas Hembras Tuercas se animaron a intentarla, tras emprender una investigación que abrevó primero en la literatura y en la historia y luego en el lenguaje corporal.
Así surgió la ópera prima Restos de oscuras (con la luz que seas), un nuevo testimonio de la vitalidad de la danza-teatro local. Con un planteo metafórico, las bailarinas recorren un espacio que se adivina como cerrado, con zonas que funcionan como puertas o pasillos, pero que, lejos de ser salidas, conducen fatalmente a vía muerta. Los movimientos transmiten desconcierto y asfixia y son el blanco (o el motor) de alguna forma de violencia. La ropa, en el entramado de acciones, va cobrando distintos significados: las prendas vacías se acumulan caóticamente, se doblan y estiran en forma obsesiva, se dan vuelta una y mil veces en busca de algo que siempre parece escapárseles. También permite que las chicas asuman distintos roles (víctima o victimario); más aún: hay momentos en que funciones opuestas (agresor-agredido) se superponen en un mismo cuerpo. Lo que emerge, por fin, es una circularidad coreográfica que remite a heridas abiertas e imposibles de cerrar, a ausencias que se vuelven huellas imborrables. Como la música de Martín Pavlovsky, que surge de golpe, desaparece abruptamente y renace como una pesadilla recurrente.

Restos de oscuras (con la luz que seas), los domingos a las 21 en el Auditorio del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930).

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