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Domingo, 19 de mayo de 2002

RESCATES

Los fantásticos desconocidos

Nacieron en Manchester, tocaron en el mítico The Cavern de Liverpool y animaron el paisaje sonoro de los ‘60 con un pop novedoso, centrado en impecables armonías vocales. Salvo los Beatles, ningún grupo inglés tuvo entonces el éxito que cosecharon los Hollies. Pero la banda de Graham Nash y Allan Clarke todavía espera el reconocimiento crítico del que ya gozan contemporáneos como los Kinks o los Yardbirds.

por Alfredo Rosso

La saga de los Hollies comienza en Manchester, Inglaterra, con dos compañeros de escuela primaria, Allan Clarke y Graham Nash. “Tendríamos unos ocho años cuando descubrimos que nuestras voces iban bien juntas”, declaró Nash a Radar en Boston, durante una pausa en una reciente gira de Crosby, Stills, Nash & Young. “Así que nos hacían cantar canciones religiosas en el coro de la escuela, a dúo. Luego, cuando tendríamos 13 o 14 años, nos compramos unas guitarras y empezamos a tocar en clubes nocturnos. Éramos dos adolescentes compartiendo los camarines con las strippers.” Allan y Graham modelaban sus armonías vocales al estilo de los Everly Brothers, un dúo estadounidense de enorme influencia en los primeros días del rock. Poco después, al juntarse con miembros del grupo The Deltas, nacen los Hollies, con Clarke en primera voz, Nash en guitarra rítmica y segunda voz, Eric Haydock en bajo, Vic Steel en primera guitarra y Don Rathbone en batería.
Los Hollies causaron una buena impresión al debutar en el club Oasis de su ciudad natal, en diciembre de 1962, y pronto ocuparon el lugar que habían dejado vacante los Beatles en el prestigioso local The Cavern, de Liverpool. Los Beatles recién habían arañado el puesto 20 del ranking británico con su primer single, “Love Me Do”, pero el norte de Inglaterra hervía de música. De Liverpool salieron los Searchers, de Newcastle los Animals, y muy pronto las grabadoras de Londres enviaron a sus cazatalentos a contratar todo lo que viniera de “las provincias”.
Nash: “Ron Richards, un hombre de EMI Records y socio de George Martin -el productor de los Beatles– vino a vernos al Cavern y lo que vio le gustó; pensó que teníamos una energía positiva y buenas canciones, y nos invitó a viajar a Londres para hacer un disco”. A esta altura, dos ex miembros de The Dolphins entran a la banda: Tony Hicks –que ya gozaba de una merecida fama como “guitarrista de guitarristas”– reemplaza a Steele, y Bobby Elliott, un virtuoso baterista con conocimientos de rock y de jazz, ocupa el asiento de Rathbone, poniendo el eslabón final a la formación clásica de los Hollies. Desde un hotel tradicional de la ciudad inglesa de Leeds, Elliott recordó para Radar esa época inicial de los Hollies: “Eran días fantásticos porque, a diferencia de lo que sucede hoy, había un montón de clubes y salones de baile donde tocar. No cobrabas mucho dinero, pero había mucho trabajo y adquirías una experiencia enorme”.

La época de oro
Como muchos de sus contemporáneos, los Hollies comenzaron grabando covers de rhythm and blues de artistas estadounidenses. Dice Elliott: “Las bandas que iban de gira por el norte de Inglaterra tocaban básicamente el mismo repertorio: ‘Twist and shout’, ‘Some other guy’, ‘Poison Ivy’, ‘Fortune teller’...” Los Hollies debutaron discográficamente en mayo del 63 con “(Ain’t that) just like me”, un tema de los Coasters que obtuvo un modesto puesto 50, mientras los Beatles conquistaban el primer lugar con “From me to you”. Otro cover de los Coasters, “Searchin’”, trepó hasta el puesto 12 en agosto del 63, y en noviembre los llevó al octavo lugar la enérgica versión que hicieron de “Stay”, de Maurice Williams & the Zodiacs (el mismo que hiciera años más tarde Jackson Browne).
Pero el gran espaldarazo fue “Just One Look”, un hit de la cantante estadounidense Doris Troy que en la versión Hollies arañó la cima del ranking en febrero del 64 y se detuvo en el segundo puesto. “Siempre grabábamos en los estudios Abbey Road de la EMI”, recuerda Elliott. “Hoy día el lugar parece un hotel de cinco estrellas, pero en esa época era más austero. Los pisos eran de linóleo, sin alfombras. Y me acuerdo que los ingenieros de sonido llevaban delantales blancos, como los médicos. ¡Y elpapel higiénico del estudio era horriblemente áspero! En los primeros tiempos grabábamos en cinta de un cuarto de pulgada; no podíamos hacer sobregrabaciones. Y todo en monoaural, por supuesto. Recién en “Just one look” logramos doblar las voces, pero hasta entonces grabábamos todo en vivo en el estudio. Eso se nota en la atmósfera que tienen todos esos primeros discos.”
Radar entrevistó al guitarrista Tony Hicks allí mismo, en los estudios Abbey Road, donde su hijo Paul trabaja como ingeniero de sonido. “Como no podías sobregrabar las partes, había que tener bien en claro lo que ibas a tocar”, dice Hicks. “Ese solo que al tocarlo te había parecido fantástico, en la cinta solía quedar como un gran barullo. Por eso, una de las primeras cosas que aprendí en el estudio fue a ser más breve y conciso.”
El primer álbum, Stay With the Hollies (enero 1964), traía standards de la época como “Talkin’ ‘bout you” y “Memphis”, de Chuck Berry, y “You better move on”, de Arthur Alexander; pero ya el segundo larga duración, In The Hollies’ Style (noviembre 1964), mostraba la creciente confianza de los Hollies en sus propias fuerzas compositivas, ya que junto a los cinco covers (entre los que figuraba “Too much monkey business”, otra vez de Berry) había siete temas de puño y letra de Clarke, Hicks y Nash, que firmaban con el seudónimo colectivo de L. Ransford. Elliott: “Ése era el nombre del abuelo de Graham Nash. Por esos días, vaya uno a saber por qué, nuestro manager nos dijo: ‘Miren, no hay lugar para poner Clarke–Hicks-Nash en la etiqueta del disco’. Y así nació el seudónimo colectivo de L. Ransford”.
Pero los covers y los temas propios tenían en común el típico tratamiento Hollies, dominado por exquisitas armonías vocales. Clarke, la voz de mayor caudal, preponderaba en los temas dinámicos, mientras que el registro intimista de Graham Nash se destacaba en las baladas. Elliott: “Es bien sabido que la forma de cantar de Allan y Graham tuvo una gran influencia de los Everly Brothers. Ahora bien: Tony se dio cuenta de que las voces podían ser aún mejores si se agregaba un registro más grave, de modo que quedaran tres tonos: alto, medio y bajo. Nash, Clarke y Hicks, respectivamente. Y eso funcionó muy bien, le dio mayor rango, mayor amplitud a las armonías”.
El período 1964–1966 marcó el pico de éxito de los Hollies en Inglaterra. En ese lapso tuvieron un disco número uno con el tema “I’m alive”, alcanzaron cuatro segundos puestos con “Just one look”, “I can’t let go”, “Bus stop” y “Stop stop stop” y metieron otros cuatro temas en el Top 10 inglés, “Here I go again”, “We’re through”, “Yes I will” y “Look through any window”. Fueron años de giras constantes: los Hollies pasearon su música por los escenarios de Gran Bretaña, Estados Unidos, Europa y Australia. En medio de esta frenética actividad, el bajista Heydock se ausentó sin aviso demasiadas veces, hasta que finalmente fue reemplazado por otro ex Dolphins, Bernie Calvert.
En el Reino Unido, la banda hizo varios package tours, como se llamaba a la costumbre de ir de gira con varios grupos en el mismo espectáculo. “En el mismo programa estábamos nosotros, los Rolling Stones, un grupo llamado The Checkmates, The Mojos y otras bandas menos conocidas. Otras veces salimos con los Beatles, con el Dave Clark Five, con los Kinks, con Marianne Faithfull... Todos los grupos viajaban en el mismo ómnibus. Era divertido. Recuerdo que se tocaba con muy poco equipamiento: apenas una batería y dos amplificadores. La amplificación de sala era algo secundario porque, total, las chicas y los muchachos se la pasaban gritando todo el tiempo. Uno aprendía a afinar la batería para que sonara lo más fuerte posible. Como no estaba amplificada, había que hacer lo posible para te pudieran escuchar en el fondo de la sala. ¡Y había que darles duro a los parches!”Hicks: “El siguiente paso, lógicamente, era conquistar los Estados Unidos. Fuimos de gira como teloneros de los Herman’s Hermits (que habían tenido varios hits allí) en un avión charter, todo un lujo para la época. Y la verdad es que nos robábamos el show todas las noches, porque éramos mucho mejores que los Herman’s. Ése fue el comienzo de nuestro éxito en Estados Unidos”.

Los Hollies psicodélicos
A pesar de su indudable éxito popular, los Hollies nunca fueron mimados por la prensa especializada. Una posible explicación tiene que ver con la imagen del grupo. Los Beatles eran ídolos populares más allá de generaciones y clases sociales; los Rolling Stones fueron los rebeldes contra el “sistema”; los Who eran los niños terribles que amaban los mods. Los Hollies, por el contrario, no tenían una plataforma político–social ni una imagen visual poderosa con la que complementar su música. Nash es filosófico al respecto: “¿Qué podés hacer? No podés llevarle el apunte a ese tipo de cosas. Tenés que dar lo mejor de vos y esperar que las cosas salgan bien. Creo que las cifras de venta de los discos, la presencia constante de público en los recitales y el respeto que los Hollies han recibido a través de los años es suficiente recompensa”.
Sería un gran error, además, descartar a los Hollies como una simple banda pop sin mayores ambiciones. A mediados de los 60, cuando la industria todavía estaba centrada en el disco simple, los Hollies experimentaron una sostenida evolución que comenzó con su tercer álbum, Hollies (septiembre 1965), continuó con Would You Believe? (junio 1966) y alcanzó un pico de excelencia en los tres larga duración siguientes.
For Certain Because (octubre 1966) muestra un progreso evidente. La temática de las letras, por ejemplo, es mucho más amplia, como lo demuestra el reclamo que hace el protagonista de “What’s wrong with the way I live” ante las convenciones de una sociedad represora. O el guerrero de “Crusader”, que lamenta los cambios que descubre al volver a su hogar después de años de estar lejos, peleando en una guerra religiosa. El retrato de situaciones románticas encara las brechas sociales en “High class” y hasta se atreve a hablar de celibato en plena época de revolución sexual en “Peculiar situation”. Hay también una mayor amplitud estilística, como lo demuestran los tonos de samba del tema de Nash “Tell me to my face” y esa rumba psicodélica con banjo, “Stop stop stop”, que le dio al grupo de Manchester otro hit gigante.
Graham Nash: “No tengo la menor idea del origen de esas influencias latinas, como el samba en ‘Tell me to my face’ o en ‘We’re through’. Pensá que sólo éramos cinco chicos del norte de Inglaterra. Pero en esos días de mediados de los 60, si eras un grupo exitoso podías hacer lo que se te ocurriera. En algunos casos, cuanto más experimental, mejor”.
Los Hollies de Evolution (junio 1967) manejan con fluidez una multitud de lenguajes musicales. Hay baladas con cadencias orientales como “Stop right there”; odas de folk psicodélico y naïf como “Ye olde toffee shoppe” y relatos de encuentros amorosos furtivos (“When your light turned on”) o frustrados (“Rain on the window”). “Los simples exitosos nos dieron una posición respetable, y por eso EMI nos concedió más tiempo para grabar”, afirma Bobby Elliott. “Así que nos soltamos un poco más. En For Certain Because y Evolution podés escuchar campanas tubulares, clavicordios, celeste y ese tipo de cosas. Todos esos instrumentos andaban dando vueltas por el estudio de Abbey Road; por fin teníamos la oportunidad de investigarlos.”
El punto culminante de esta era de cambios fue Butterfly, de octubre de 1967. Este álbum demostró toda la diversidad que podía ofrecer el pop de los Hollies, con un uso inteligente del estudio de grabación y un quinteto de músicos “enchufados” en su labor. Nash y Clarke se turnan con lasestrofas de “Dear Eloise”, la historia de un terceto amoroso y sus vericuetos. “Maker” es el ejemplo máximo de la fase psicodélica del quinteto, con sonidos de sitar y una letra que describe sensaciones típicas de un viaje de LSD. Con sus playas tropicales, caballos mitológicos y mariposas que evocan imágenes oníricas, Butterfly fue un experimento tan exquisito como criminalmente incomprendido en el mismo año de Sargeant Pepper’s y Good Vibrations.
“Londres era entonces algo increíble”, rememora Nash. “Carnaby Street, mucho porro, flower–power; los jóvenes te sonreían en la calle, la gente era amigable. El Verano del Amor [de 1967] fue realmente increíble. Y yo lo experimenté desde los dos extremos, el inglés y el norteamericano.”
Cambio de rumbo
A fines de 1968, Graham Nash deja a los Hollies para iniciar en Estados Unidos otra sociedad musical con David Crosby y Stephen Stills. En aquel momento se dijo que su partida obedeció a un desacuerdo con la idea de grabar un álbum de homenaje a Bob Dylan (Hollies Sing Dylan, mayo 1969), pero la decisión de Graham ya llevaba algún tiempo gestándose. “Ya sabía lo que era cantar junto a David y Stephen; tenía claro lo que debía hacer”, dice Nash. “Dejé a los Hollies el 8 de diciembre de 1968, y el 10 de diciembre estaba en Los Angeles con Crosby y Stills.”
Elliott: “Fue una etapa triste para la banda y un golpe fuerte para Allan, porque con Graham se conocían desde la primaria. Pero lo veíamos venir. Sabíamos que Graham estaba desilusionado con su vida en Inglaterra. Recién se había separado de Rose, su primera esposa, y estaba un poco harto de todo. [Irse a tocar con Crosby y Stills] le abrió un nuevo horizonte. Te digo más: estábamos de gira por Suecia con los Hollies y en el hotel de Estocolmo Graham me hizo escuchar los primeros demos de CSN”. Los Hollies acusan el impacto de la deserción, pero lo asimilan rápidamente incorporando al cantante Terry Sylvester, con el que graban el álbum Hollies Sing Hollies y dos nuevos hits: “Sorry Suzanne” y el enorme “He ain’t heavy, he’s my brother” (con el piano de Elton John, entonces sesionista), que aún hoy, treinta y dos años después, sigue siendo un clásico de las FM.
El cambio de década también alteró el panorama musical. Después de Woodstock, el rock se volvió big business; el peso de la industria discográfica pasó a descargarse en el disco de larga duración. La era del pop cedió ante el avance del rock progresivo, los sonidos sinfónicos y el heavy metal. Luego llegaría el punk y la new wave. Los Hollies, aunque ajenos a esos cambios, no fueron inmunes a sus consecuencias. El grupo tendría un sonido más moderno y punzante en los 70, sin por eso perder la identidad de sus melodías ni la marca de fábrica de sus excepcionales armonías vocales. Así, los Hollies graban un puñado de buenos álbumes como Confessions of the Mind, Distant Light, Romany y Another Night, y vuelven a tener un par de hits masivos como “Long cool woman (in a black dress)”, en 1972, y “The air that I breathe”, en 1974. En el camino hubo nuevas sorpresas como la fugaz reunión con Graham Nash a principios de los 80, que dio como resultado What Goes Around (julio 1983), el último álbum de estudio grabado por los Hollies hasta el presente. Pero aunque las grabaciones hayan parado, los Hollies siguieron en la brecha a lo largo de todos estos años, actuando por todo el mundo, agregando nuevos integrantes y también incorporando a su sonido los adelantos técnicos propios del nuevo milenio, sin modificar la esencia de su música. Allan Clarke se retiró en el 2000 por motivos familiares; su lugar fue ocupado por el ex cantante de The Move, Carl Wayne. Los Hollies, convertidos hoy en sexteto, tienen una nueva gira británica en el horizonte y actuaciones contratadas hasta mediados de 2003.A modo de tributo largamente merecido, en los últimos años el sello EMI ha repuesto lo más granado de la discografía de la banda en ediciones remasterizadas, con el arte original de las tapas y versiones estéreo y mono de los temas que integraron sus primeros siete álbumes. EMI editó, además, tres CDs con hits, lados B y rarezas del período 1963-1989. Llevó tiempo, pero se hizo justicia.

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