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Domingo, 10 de abril de 2005

FAN > UN MúSICO ELIGE SU CANCIóN FAVORITA: “VOLVER” SEGúN HORACIO MOLINA

Las nieves del tiempo

Por Horacio Molina

¿Por qué elegí “Volver”? En primer lugar, porque sólo podía elegir una canción. Lo elegí por alguna cuestión sentimental que tiene que ver con lo que más ha influenciado en mi vida, en mi repertorio. Tengo a “Volver” acomodado en mi cabeza desde los seis o siete años: significa mucho en mi construcción musical. Es de esas cosas que nos llegan en la infancia y que recién después, con los años, uno se va dando cuenta de por qué le llegaron.

Yo creo que la música habla sin necesidad de tener palabras. Y cuando esas palabras coinciden con lo que podría querer decir la melodía, cuando la música está acompañada por su contenido poético, entonces una canción es, se puede decir, absolutamente lograda. A veces hay un divorcio entre las letras y la música –aunque sean buenas ambas– y no corresponde la temática melódica con el contenido de las palabras, y esto –me parece a mí– hace que la canción no llegue.

En cambio, si uno piensa en la melodía de “Volver” haciendo abstracción de la letra, prácticamente pareciera que la música sola va diciendo lo mismo. Yo sé que la música fue compuesta antes que la letra, y la letra se incorpora a la melodía de manera perfecta. Primero hace una reflexión sobre alguien que vuelve: la frase “yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno” coincide a la perfección en el lenguaje musical. El tango “Uno” también tiene eso: “Uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias”; esa poesía tiene como un crescendo que la música acompaña perfectamente. Y “Volver” hace lo mismo: empieza en un tono menor cuando hace la reflexión, y cuando entra en el puente, cuando canta “Volveeer”, pasa a un tono mayor, como si se asentara y tomara vuelo. Ahí la canción toma definición; cobra cierto peso en un plano absolutamente abstracto y difícil de reconocer para los que no son músicos. Pero para los que somos músicos hay algo muy ligado a los tonos: los tonos menores tienen que ver con una cosa de nostalgia o de tristeza, y los tonos mayores son gloriosos.

En general, las canciones que están cargadas de poesía pero tienen una música fatua y boluda me rompen las bolas. La poesía prefiero leerla, no necesito una música mediocre para acompañarla. La canción no tiene que ser tan densa poéticamente; no necesita la misma carga poética que la literatura. Creo que lo que prevalece, lo que repercute como canción, es predominantemente la música. Cuando era chico, las canciones francesas o norteamericanas me llegaban por la radio y yo no entendía un joraca lo que decían y me gustaban por la música. Y no creo que todos aquellos a los que les gustan los Beatles sepan inglés y entiendan las letras del Sargento Pepper. Lo que te gusta es la música y la dinámica musical.

Todo esto es una cosa excesivamente técnica, pero creo que los seres humanos lo percibimos, sepamos o no sepamos música; y por eso hice referencia a mi infancia, cuando eso lo sentía sin saber demasiado por qué, y ahora de grande lo puedo analizar casi científicamente.

Volviendo a “Volver”, tengo que decir que es una canción grandiosa: su construcción musical y poética son absolutamente compatibles, la una para la otra; no se las puede concebir separadas. Había algo entre esos dos tipos, Gardel y Le Pera, que era como un encuentro mágico: todas sus canciones son bellísimas, pero creo que “Volver” era –junto con “El día que me quieras”, pero primero “Volver”– la canción favorita de Gardel. De chico yo la escuchaba en la radio, claro, pero también las películas. Cada 24 de junio, todos los cines del barrio daban tres o cuatro películas de Gardel, y yo iba circulando por todos los cines entre Almagro, Caballito y Boedo, desde las 2 de la tarde hasta la noche: era “la” oportunidad. Lo hice durante años. Debo haber visto cada película cuarenta veces antes de que apareciera la televisión. Incluso hoy, cuando las encuentro en la televisión, no puedo dejar de verlas. Yo hice una versión creo que bastante buena de “Volver”, con un fraseo que naturalmente me surge como gardeliano, pero que después, cuando lo oigo, no tiene nada de Gardel. Aunque sí sé que está el monstruo detrás, sosteniendo. No se puede tratar de cantar esa canción mejor que Gardel. El que lo intente está loco.

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