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Domingo, 10 de abril de 2005

Los inevitables: Salí alrededor del BAFICI - Abasto x 4

Bodegón y almacén

Parrilla, pastas caseras y pollos hasta cualquier hora.

Por Cecilia Sosa
Larga el Bafici y siempre es bueno tener un par de opciones de comida “de verdad” cuando la estampida cinéfila empuje a la huida del shopping. Para los amantes de lo simple, justo en la esquina de Humahuaca y Acuña de Figueroa, está Lo de Mary, uno de esos bodegones que cumple con esa cualidad tan mentada como esquiva:
lugar-donde-se-come-bien. Parrilla al carbón, pastas caseras y pollos. Todo más o menos a la vista y cocinado por las manos de la familia Sgobba, que trajo de Italia la mejor receta para los fetuccini al fierrito, además de unos ñoquis, canelones y
ravioles que son un primor. Las huellas de lo que fue un viejo almacén todavía están
a la vista: una estantería hasta el techo
generosamente ocupada por vinos confiados de la dignidad de la clientela y unas enormes heladeras de madera se roban medio local.
A veces el personal (no más de tres mozos) no alcanza para satisfacer a la multitud hambrienta. Pero la comida es buena de verdad y la espera vale la pena. Además, para entretenerse durante la espera
están los trofeos del “nene” que jugaba en River, el autógrafo y la foto de Darío
D’Alessandro y las distintos perfiles de un caballo de carrera que se compró un
parroquiano amigo.
Entre el público prima una sana variedad: tangueros de barrio y chicos raros se acodan junto a extranjeros y alguno que otro que vio animación y se quedó. Los fines de semana las veredas se llenan de trasnochados y, si las nuevas reglas conspiran contra las mesitas en la calle, Lo de Mary no baja la persiana hasta haber alimentado al más remolón. Hay delivery.

Lo de Mary queda en Humahuaca y Acuña de Figueroa y abre de martes a domingos de 10 a 16 y 20 a 1.

 

Verde y de Taiwan

Tenedor libre vegetariano made in Taiwan.

Por C. S.
Desde hace nueve años un clásico del Abasto. Los sabios: el único tenedor libre vegetariano administrado por taiwaneses. La mezcla no podría ser más explosiva. Gluten, soja texturizada, fideos de arroz y mejunjes de brócoli, batatas fritas, to-fu, potus de plástico, reinas y reyes de brillantina, biombos orientales, sillas floreadas y esas enormes bandejotas sírvase-usted-mismo que ofrecen manjares sin límites. El sector condimentos siempre es un placer: nunca faltan las pasas de uva y la canela para sazonar a piacere.
Los precios son de maravilla: de lunes a viernes el almuerzo sin límites se sirve hasta las tres de la tarde y a sólo 6 pesos. Cenas y fines de semana, un pesito más (no incluye bebida). También se puede optar por las bandejas para llevar (no deben pasar los bordes) a cinco pesos la grande y tres la chica.
Si bien los rellenitos calientes (a pesar de sus contenidos indescifrables) suelen capturar la mayor cantidad de adeptos, no hay que desmerecer el sector “fríos”: nunca faltan las lentejas, el repollo dulzón, ni el ¡sushi! (y pensar que hay quienes pagan fortunas cuando lo preparan tan rico en Los sabios). Sea considerado: siempre hay un prójimo hambriento demorado en alguna escalera del Abasto. A no olvidarse de guardar un lugar para los flanes, budines y esos cuadraditos blancos que tal vez sean de coco. Ojo con el arroz con leche: delicioso pero se da fatal con tanta verdura.
Es cierto que la atención es un poco brusca, que la barrera idiomática existe y que están prohibidos el cigarrillo y el alcohol, pero Oriente y Occidente se reconcilian cuando no hay límite para las porciones de lemon pie. La música constante y casi embriagante ayuda a la buena digestión y asegura un regreso al cine con la salud y la longevidad garantizadas.

Los sabios queda en Corrientes 3733 y abre de lunes a viernes de 12 a 15 y de 20 a 24, 4864-4407.

 

Reina krisna

Recetas secretas de los hare krisnas.

Por C. S.
Es uno de esos lugares tan lindos que hasta da pena darlo a conocer. Se llama Reina Kunti, esposa del rey Pandu y tía de Krisna, y aunque no hay nada que indique su existencia, como la mejor tía ya reina en secreto en las callecitas del Abasto.
Una casa antigua que ofrece las mayores delicias de la cocina védica, elaboradas por auténticas hare krisnas disidentes que abandonaron el templo llevándose las mejores recetas de la cocina. Los platillos apenas admiten descripción. Ninguno lleva carne ni sustancias en “estado intermedio” (como ajo, hongos, algas, que al parecer son un poco animales). Pastas, kachoris, pakare, koftas (albóndigas en miniatura), sabji (cazuela de vegetales) y chutney, una verdadera delicia dulce y ardiente que pone los sentidos en jaque y es ideal para combinar las mil hojas de papa, ricota, crema y especies. Se recomienda no preguntar mucho, pedir surtido y entregarse a los placeres de la cocina filosófica.
El rubro postres lleva directo al infierno. A no perderse las “simplemente maravillosas”, unas increíbles bolitas blancas que extasiaron al maestro y a todo aquel que se les anime (no vale preguntar de qué están hechas).
Para beber, Reina Kunti, no por nada madre de los guerreros (los únicos que pueden tomar alcohol), invita cerveza, vino patero en jarra y una pequeña selección de vinos de bodegas artesanales.
La atención está en manos de media docena de encantadores jóvenes de nombres imposibles. Ellos guían a las mesas que tienen nombre propio. Se puede optar por la puerta (una puerta de verdad con cerradura y todo), la ratona, la copera, máquina (de coser), el suelo del lago Ness (sobre espléndidos almohadones azules como el agua) y hasta en la intimidad de la cama (armada con la cabecera y la piecera de una matrimonial).
Eso sí: no vale impacientarse ante alguna demora. No hay freezer ni microondas y el calendario maya anuncia que el tiempo es ascendente y circular.

Reina Kunti queda en Humahuaca 3461. Abre los lunes desde las 17 y de martes a sábados de 10.30 a 2, 4863-3071.

 

Para hacer campamento

Menú especial, música y abierto toda la noche.

Por C. S.
Si durante la fiebre festivalera todo tiende a la tribu campamentera, sólo hay que cruzar la calle y dejarse llevar por Lavalle para encontrar lo mejor del Abasto. Casi llegando a la esquina de Jean Jaures, una persiana de metal prepara para Campamento Huno: una auténtica fonda donde reinan los manteles de hule, el vino en pingüino, los farolesde campo y los platos enlosados. Uno de esos lugares donde nunca pero “nunca una escupidera podría ser una lámpara”. ¿El menú? Guisos rotativos y cazuelitas, minutas para los que anden apurados, empanadas, ensaladas y sánguches (escritos así y también en variante “finoli”). Las picadas traen chorizos y quesos de tierra adentro y las hay camperas, fifí, quesuda y quesuda zarpada. La cerveza viene en botella de litro, la gaseosa en jarra y los vasos son de lata, mostrándole los colmillos a toda ostentación plástica. También se sirven grapa, caña, moscato y ginebra para aguantar la discusión cinéfila hasta la madrugada.
Y para la semana del arranque, una sorpresa: tallarines caseros, amasados y cortados a mano. Y con un cigarro armado (que también se vende en el lugar) se adquiere el porte ideal del amante del spaghetti western.
Si la charla decae, qué mejor que salvar el silencio acompañando algunos de los hits (en riguroso castellano) que no se detienen nunca y pasan (sin aviso) de Larralde a Gardel, Canario Luna y Los Redondos, amén de los aportes varios de los habitués del lugar. Las noches de jueves y viernes hay música en vivo y los dueños del lugar, tres hermanitos (rosarinos y músicos), tienen la llave del sótano a prueba de desbordes. Y para los que de ningún modo renuncien a la trasnoche independiente, la recuperación se hace fácil con un café cañete (calentito y con Legui).
Cada semana, Campamento Huno elige un santito personal: siéntase Atila y postúlese entre la distinguida clientela. La cocina está abierta toda la noche y hay libreta de fiado.

Campamento Huno está en Lavalle 3019. Abre de martes a sábados de 19 al cierre.

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