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Domingo, 26 de junio de 2005

CINE > SPIELBERG Y CRUISE, CONTRA LAS CUERDAS

La Cientología, la Shoa y los extraterrestres

Steven Spielberg se cansó de ser el embajador en la tierra de los extraterrestres amistosos. En Guerra de los mundos, los E.T. invaden la Tierra. Y ¿quién nos defiende? Nada menos que Tom Cruise, la estrella más poderosa de Hollywood que sueña con diseminar la Cientología por el mundo. ¿Tiene algo que ver eso con que se eliminara la iglesia cristiana en que transcurría la célebre escena final? El semanario alemán Der Spiegel se sentó frente a los dos y les preguntó eso y un par de barbaridades más.

Sr. Spielberg, ningún otro director de cine se ha dedicado más a la construcción de la imagen de los aliens que usted: en sus films Encuentros cercanos del Tercer Tipo (1977) y E.T. (1982) los describe como criaturas amables. En Guerra de los mundos, los alienígenas atacan la Tierra. ¿A qué se debe el cambio de actitud?

Spielberg: Probablemente me he vuelto un poco más...

Cruise: ... más osado, ¿me equivoco?

Spielberg: Sí, hay algo de eso. Yo solía ser el embajador de la buena fe entre las civilizaciones extraterrestres y la nuestra, y hacía todo lo que podía por preparar el terreno para un encuentro pacífico. Eso me aburrió. Crecí con las películas de ciencia ficción de los ‘50 y ‘60, en las que los platos voladores atacan la Tierra y la gente tiene que resistir a los alienígenas con todas sus fuerzas. Así que pensé: antes de retirarme debería dirigir una invasión desde el espacio exterior que sea verdaderamente malvada.

Guerra de los mundos está basada en la novela futurista de H.G. Wells, escrita en 1898. En el final de la novela, dice que la Tierra “ya no es un lugar protegido y seguro para vivir”. Esta frase, ¿no describe exactamente la sensación que los norteamericanos han tenido de la vida desde el 11 de septiembre?

Cruise: Describe la sensación que hay sobre la vida en todo el mundo. Vivimos en un mundo en el que podemos comunicarnos muy rápidamente de muchas maneras diferentes, y aun así comunicarnos nos resulta más difícil que nunca. Justo cuando necesitamos la comunicación con mayor urgencia que nunca, porque los enemigos que nos amenazan son universales: las drogas, el analfabetismo y el crimen. Tenemos que combatirlos juntos. El film es una metáfora de esa batalla.

Spielberg: Queríamos hacer una película en la que la gente uniera sus fuerzas a través de las fronteras y a pesar de todas sus diferencias, para luchar contra un enemigo que no fuera de una naturaleza humana.

Pero el film transcurre casi exclusivamente en Estados Unidos. ¿Realmente habla de una catástrofe global?

Spielberg: Describe una catástrofe global desde un punto de vista subjetivo. El público experimenta la guerra desde la perspectiva del personaje de Tom, desde el punto de vista de un estibador norteamericano. Pero no dejamos dudas acerca de que toda la Tierra está amenazada.

Cruise: Por supuesto que los públicos en otras partes del mundo verán la película con ojos diferentes, porque traen con ellos otras visiones del mundo y otras convicciones políticas. Pero creo que el miedo y la sensación de amenaza se harán presentes donde sea que la gente vaya a ver Guerra de los mundos.

¿No temen que en algunas partes del mundo el público pueda llegar a aplaudir al ver norteamericanos tirados en el suelo?

Spielberg: No me gustaría especular sobre eso. No es responsabilidad nuestra si la gente percibe la película de manera diferente debido a su ideología y su aversión a nuestro país.

Cruise: Como cineastas combatimos específicamente este estrechamiento de la mirada que puede conducir al odio de un país entero; esta paranoia xenófoba. Nos preocupan principalmente los individuos y sus acciones. Por ejemplo, creo que uno no debería hablar siempre sobre “el gobierno” sino acerca de la gente que está en el gobierno. Uno no debería generalizar. Pero si hay quienes nos odian desde el fondo de sus corazones, verán en nuestra película exactamente lo que quieran ver.

Sr. Spielberg, sus planes de hacer Guerra de los mundos datan de principios de los ‘90. ¿La hubiera hecho de no haber ocurrido el 11 de septiembre?

Spielberg: Probablemente no. La novela de Wells ha sido filmada varias veces; notablemente, siempre en tiempos de crisis internacionales: la Segunda Guerra acababa de comenzar y los informes sobre la invasión de Hitler sobre Polonia y Hungría estaban en la tapa de los diarios cuando Orson Welles aterrorizó a millones de norteamericanos con su legendaria versión radioteatral. Cuando se estrenó la primera versión cinematográfica en 1953, los norteamericanos temían un ataque nuclear proveniente de la Unión Soviética. Y nuestra versión también llega en un momento en que los norteamericanos se sienten profundamente vulnerables.

¿Y esta película no aumentará esa sensación de vulnerabilidad?

Spielberg: Probablemente lo haga. Por otro lado, es difícil de imaginar que podemos sentirnos aún más vulnerables de lo que ya nos sentimos.

¿Es legítimo que un cineasta no sólo apele a los miedos reales del público para su película, sino que incluso los aumente?

Spielberg: Primero que nada, uno debe usar sus propios temores. Cuando emprendí el proyecto de Tiburón (1975), tuve que encarar mi propio miedo al agua y a los tiburones. Y eso me proporcionó una excelente receta para el éxito, una y otra vez; porque lo que me aterrorizaba a mí, usualmente también atemorizaba al público.

Cruise: Eso es muy cierto. Después de ver la película temíamos por nuestras vidas, hasta en la bañera.

Con Tiburón, usted, Sr. Spielberg, les quitó la diversión de bañarse en el mar a millones de personas. ¿Jamás se sintió culpable por ello?

Spielberg: ¡En absoluto! Por el contrario, me sentí traviesamente complacido. Las reacciones exhibidas por el público me demostraron que la película funcionaba y que estaba tocando sus miedos primarios. El mayor logro que puede alcanzar un director es hacer una película que funcione en un nivel muy fundamental. Además, también incrementé el placer de bañarse para mucha gente: después de ver mi película, incluso organizaban pequeñas competencias en las playas para ver quiénes se animaban a ir más lejos.

Cruise: Hasta mis hijos silban el tema de la película cuando van a sus lecciones de buceo. ¡Y ni siquiera vieron la película!

Cuando el director más poderoso de Hollywood y la máxima estrella se juntan para filmar una de las películas más elaboradas de todos los tiempos, todo el mundo espera un éxito enorme. ¿Lo sienten como un peso?

Cruise: Para nada.

Spielberg: Dormimos profundamente a pesar de eso. Desde Tiburón he tenido que vivir con esta presión de las expectativas de la gente. Pero si no hubiera podido hacerle frente, jamás habría hecho películas como La lista de Schindler (1993), porque hubiera tenido demasiado miedo de decepcionar a mi público. He pasado de las superproducciones masivas a pequeños proyectos personales y esotéricos –ida y vuelta–. Me gustaría continuar balanceándome entre esos diferentes mundos del cine, y desafiarme a mí mismo y a mi público una y otra vez.

¿No sería decepcionante que Guerra de los mundos recaudara menos que Titanic (1998), la película más exitosa de todos los tiempos?

Spielberg: Sería un honor.

Cruise: Hicimos esta película porque quisimos. Por supuesto que debería recuperar el dinero que se puso para su producción. Pero nuestra influencia sobre lo exitosa que pueda llegar a ser es limitada. Quizá haya cierta gente en el negocio del cine que multiplica nuestros dos nombres y cree que puede calcular la taquilla a partir de eso. Pero esa gente no podría importarnos menos.

Spielberg: Yo hago mis películas antes que nada para mí, y en segundo lugar para todos aquellos que no son buenos en matemática.

Visitamos una de sus locaciones cerca de Los Angeles y nos sorprendió encontrar una carpa completamente equipada de la organización cientológica junto a las carpas de comida para los periodistas y los extras.

Cruise: ¿Qué es lo que lo sorprendió?

¿Por qué se ha vuelto tan público respecto de sus convicciones personales?

Cruise: Creo en la libertad de expresión. Me sentí honrado de tener ministros voluntarios de la Cientología en el set. Estaban ayudando al equipo. Cuando estoy trabajando en una película, hago todo lo que puedo para ayudar a la gente con la que comparto tiempo de vida. Creo en la comunicación.

Aun así me parece que la carpa de una secta en un lugar de trabajo es un poco extraño. ¿No le resultó inusual a usted, Sr. Spielberg?

Spielberg: Yo la vi como una carpa de información. Nadie fue obligado a visitarla, pero estaba a disposición de cualquiera que tuviera una mente abierta y sintiera curiosidad por el sistema de creencias de otro.

Cruise: Los ministros voluntarios de la Cientología estaban ahí para ayudar a los enfermos y heridos. La gente que estaba en el set apreciaba eso. No tengo ningún problema en hablar de mis creencias. Pero hago mucho más que eso. Vivimos en un mundo en el que la gente vive eternamente drogada. En el que incluso los niños se drogan. En el que los crímenes contra la humanidad son tan extremos que la mayoría de la gente voltea horrorizada y consternada. Esas son las cosas que me importan. No me importa en qué crea alguien. No me importa de qué nacionalidad sea. Pero si alguien quiere dejar las drogas, yo puedo ayudarlo. Si alguien quiere aprender a leer, yo puedo ayudarlo. Si alguien quiere dejar de ser un criminal, yo puedo darle herramientas que pueden mejorar su vida. No tiene idea de cuánta gente quiere saber qué es la Cientología.

¿Usted cree que su trabajo es reclutar nuevos seguidores para la Cientología?

Cruise: Soy un ayudante. Por ejemplo, yo mismo he ayudado a cientos de personas a dejar las drogas. En la Cientología tenemos el único programa de rehabilitación para drogadictos exitoso del mundo. Se llama Narconon.

Eso no es correcto. Su programa nunca es mencionado entre los programas reconocidos de desintoxicación. Algunos expertos independientes nos advierten contra él porque tiene sus raíces en una pseudo ciencia.

Cruise: Usted no entiende lo que estoy diciendo. Es un hecho estadísticamente probado que hay un solo programa de rehabilitación para drogadictos exitoso en el mundo. Punto.

Con el debido respeto, lo dudamos. Sr. Cruise, usted hizo que algunos ejecutivos de los estudios, por ejemplo de Paramount, recorrieran el tour por el “Celebrity Center” de la Cientología en Ho- llywood. ¿Está intentado extender la influencia de la Cientología en Hollywood?

Cruise: Yo sólo quiero ayudar a la gente. Quiero que a todos les vaya bien.

Spielberg: Muy a menudo me hacen preguntas similares sobre mi Fundación Shoa. Me preguntan por qué estoy tratando de esparcir mi profunda creencia en crear una mayor tolerancia a través de la enseñanza de la historia del Holocausto en escuelas públicas. Creo que a uno no deberían permitirle asistir a la universidad sin haber tomado un curso de educación sobre tolerancia. Debería ser una parte importante del programa curricular de estudios sociales.

¿Está usted comparando el trabajo educativo de la Fundación Shoa con lo que hace la Cientología?

Spielberg: No. Tom le dijo en qué cree él, y luego yo le dije en qué creo yo. Esto no es una comparación entre la Iglesia de la Cientología, la Fundación Shoa y el Holocausto. Yo sólo estaba tratando de mostrarle que algunos de nosotros, en Hollywood, decidimos hacer más que ser tan sólo actores o directores. Algunos tenemos misiones muy personales. En el caso de Tom, es su iglesia, y en mi caso, es la Fundación Shoa, en donde estoy tratando de ayudar a otra gente a aprender acerca de los riesgos mortales del odio puro.

¿Y cómo planea hacerlo?

Spielberg: Creo que la única manera en que les vamos a enseñar a los jóvenes a no matarse entre ellos es mostrándoles informes de los sobrevivientes del Holocausto, de manera tal que los mismos sobrevivientes puedan contarles en sus propias palabras acerca de la inhumanidad con que el hombre trata al hombre. Cómo fueron odiados. Cómo los echaron de sus hogares. Cómo sus familias fueron barridas y cómo por algún milagro ellos mismos sobrevivieron a todo aquello.

Cruise: ¿Cómo comenzó el Holocausto? La gente no nace siendo intolerante. La gente no nace prejuiciosa y racista. Se la educa para que se convierta en eso.

Sr. Cruise, como usted sabe, la Cientología ha estado bajo vigilancia federal en Alemania. La Cientología no está considerada una religión allí, sino más bien como un culto explotador con tendencias totalitarias.

Cruise: La vigilancia ya no es tan estricta. ¿Y sabe por qué? Porque las autoridades de inteligencia nunca encontraron nada. Porque no había nada que encontrar. Hemos ganado más de cincuenta casos judiciales en Alemania. Y no es cierto que todos en Alemania apoyen esa línea en contra de nosotros. Siempre que voy a Alemania tengo experiencias increíbles. Y siempre conozco a gente muy generosa y extraordinaria. Una minoría quiere odiar, es cierto.

Hay una diferencia entre odiar y tener una perspectiva crítica.

Cruise: Para mí, está conectado con la intolerancia.

En el pasado, por ejemplo cuando se estrenó Misión: Imposible (1996), algunos políticos alemanes llamaron a boicotear sus películas. ¿Le preocupa que su apoyo a la Cientología pueda resentir su carrera?

Cruise: En absoluto. Siempre fui muy abierto. Hace veinte años que soy cientologista. Si hay alguien tan intolerante que no quiere ver a un cientologista en una película, entonces que no vaya al cine. No me importa. En Estados Unidos, la Cientología es una religión. Si algunos políticos de otro país no está de acuerdo, no podría importarme menos.

¿Creen ustedes que Guerra de los mundos es una película religiosa? H.G. Wells alababa la sabiduría del Creador por haber creado incluso las bacterias, porque en su historia los microbios son los que finalmente exterminan a los alienígenas. La versión cinematográfica de 1953 incluso trasladaba el encuentro final al interior de una iglesia.

Spielberg: Creo que la gente verá confirmadas sus creencias personales, o no. Pero en particular, se sentirán atemorizados y se agacharán en sus butacas y luego dirán que fue una gran experiencia. Ambos decidimos conscientemente no terminar esta película dentro de una iglesia, ni en una sinagoga ni en una mezquita.

Cruise: Simplemente no es ese tipo de historia.

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