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Domingo, 26 de junio de 2005

POLéMICAS

El deporte y el hombre

El presidente de la UEFA pide que las mujeres usen shorts más ajustados, mientras que a la tenista María Sharapova le piden que no grite tanto cuando le pega a la pelotita. ¿En qué quedamos?

 Por Marta Dillon

“¿Y ahora que empieza Wimbledon qué voy a hacer?”, dijo la señora con visible preocupación en un programa que no pude precisar del canal Infinito. De charla con una sexóloga –a juzgar por el gesto adusto de la interlocutora en el breve instante que el zapping desbocado permite ver–, la señora desconocida se angustiaba porque, acostumbrada a “meter en mi cama el plantel completo de River, de pronto me aparece Ginóbili y los negros de la NBA, los muchachos de Roland Garros...” y entonces la pregunta del principio. Difícil imaginar por qué tanta preocupación cuando la fantasía ocupa tan poco lugar y da tanto rédito (¿será que la señora le teme a los calambres?, ¿será pianista la chica madura?), hay que ver cómo rinden los mundiales de fútbol –hurra por los italianos– y ni hablar de los juegos Olímpicos, con esos muchachos en xunga emergiendo chorreantes de las competencias de natación. ¿Cómo no entender a Lennart Johansson entonces cuando pide, literalmente, que los clubes que participan de la competencia de fútbol femenino en Europa “usen amorosas y sudadas chicas guapas corriendo bajo la lluvia” para atraer al público a esos partidos? Sí, es el presidente de la UEFA quien lo dijo –igual a la AFA pero de todo aquel continente–, el hombre debería estar atento a otro tipo de consideraciones técnicas, administrativas y también de estímulo pero sobre todo para las jugadoras y no para espectadores afectos a manualidades, que razones para realizarlas sobran en cualquier parte del planeta. Por respeto a las jugadoras, ¿no? Porque si le dijéramos las chicas del mundo unidas –y los chicos que también disfrutan– a David Beckham que por favor se apriete un poco más los cortos para que podamos catar más y mejor, y que además haga goles pero sólo para que en el festejo se saque la camiseta porque el show es el show y somos muchos y muchas los que queremos apreciar sus abdominales, bueno, creo que no le caería del todo bien. Aunque no sería mala idea. Claro que en ese sentido habría que pedirle a Carlitos Tevez que se abstenga y a Ronaldinho que juegue en Suecia, donde seguramente lo apreciarán por su color. Es cierto que el fútbol masculino vende suficiente, pero seguro vendería mucho más. ¿No lo habían pensado? ¿O es que realmente el mundo está en poder de chongos heterosexuales que se cohibirían de ver a sus alter ego tratados como cosas, digo, como mujeres? El deporte es esquivo con las chicas, los premios tienen menos dinero, los auspiciantes las quieren sólo si son lindas –lo que no sucede con los varones: ¿por qué no nos preguntan alguna vez?– y encima tienen que mantener la boca cerrada. Y si no, pregúntenle a la joven tenista María Sharapova, a quien compelieron a silenciar gritos, gemidos y gruñidos porque parece que distraen a la contendiente. Para la BBC de Londres, que cubrió con creces el hecho bajo el título “¿Por qué gritan las mujeres?” –obviando los gritos de André Agassi o Jimmy Connors, por ejemplo–, habría cierta relación entre gemidos en la cancha y vida sexual. ¿Será por eso que le pidieron que se calle? ¿Será que a los jueces los atacó una angustia similar a la de la señora de Infinito y temen que les salgan a posteriori pelos en las manos? Eva Giberti dice que esa afición por hacer callar a las mujeres –sobre todo durante el parto– tiene que ver con que la boca representa a la vagina, y una vagina abierta ¡qué chucho!

Wimbledon ya empezó. No sé dónde andará la señora del canal Infinito. Pero si hay quien padece porque su vida sexual parece el electro de un difunto, recomiendo poner los partidos y cerrar los ojos, ¿a quién le importa el juego cuando se puede escuchar al niño Nadal suspirando como un búfalo cuando le da a la pelota? Está bien, si quieren abrirlos, las remeras también le quedan bonitas.

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