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Domingo, 18 de diciembre de 2005

NOTA DE TAPA

Un Capote en verano

Cuando tenía 19 años, y mientras mantenía en el New Yorker el único trabajo fijo que tuvo en su vida, Truman Capote escribió el borrador de su primera novela. Pero después de pensarlo bien, el perspicaz Capote decidió no publicarla y abocarse a escribir un gótico sureño, que lo plantaría mejor en el mapa de la frondosa y competitiva literatura norteamericana. A pesar de corregir durante años aquel primer manuscrito, en un momento Capote aseguró haberlo tirado a la basura. Y así se creyó, hasta que el año pasado apareció en una subasta de Sotheby’s, rescatado de un departamento en el que había vivido. A continuación, Radar reproduce el comienzo de Summer Crossing, y el editor responsable de su publicación explica los pormenores, las dudas y el riesgo de dar a conocer esta novela en la que un chico de 19 años no sólo recoge las mejores herencias de sus mayores, sino que además demuestra el talento descomunal que lo convertiría en uno de los mejores estilistas del siglo XX.

 Por David Ebershoff

La noticia me llegó por Internet. En noviembre de 2004, Sotheby’s anunció que iba a subastar el manuscrito de la primera novela de Capote. Asumí que se trataba de Otras voces, otros ámbitos, el libro que lo convirtió en una celebridad internacional cuando se editó en 1948. Pero después encontré en la red un segundo artículo sobre la subasta: se trataba de las páginas manuscritas de una novela inédita llamada Summer Crossing, escrita cuando Capote tenía diecinueve años.

¿Pero acaso Capote no había dicho que él mismo destruyó ese manuscrito cincuenta años atrás? Durante los últimos años, como editor en Random House, me he encargado de varias cuestiones de publicación relacionadas con Truman Capote. Esto incluyó editar y publicar los Cuentos completos de Truman Capote en 2004. Durante la recopilación de ese volumen desempolvamos de entre los papeles de Capote guardados en la Biblioteca Pública de Nueva York una historia inédita llamada “The Bargain”. ¿Era posible que existiera una novela inédita allá afuera? No parecía el caso.

Llamé a Alan Schwartz, el albacea del Truman Capote Literary Trust, y le pregunté qué estaba pasando. Aparentemente, entre las décadas del ’50 y el ’60, Capote abandonó una caja con manuscritos, cartas y fotografías en un departamento de Brooklyn donde había vivido o donde había parado por un tiempo. El dueño del edificio había conservado la caja y se la había legado a su sobrino, que la puso en venta. Por disparatado que suene el hecho, los contenidos de la caja fueron autenticados. Incluían cartas de Sicilia, fotos blanco y negro de hombres jóvenes nadando en el Mediterráneo, un guión para televisión incompleto y el manuscrito de Summer Crossing.

–¿Qué es? –pregunté.

Nadie lo sabía.

Pero esto es lo que sí sabíamos: en 1943, cuando trabajaba en The New Yorker, Truman Capote escribió su primer borrador de Summer Crossing. Insatisfecho con el resultado, y ansioso de escribir sobre su nativo Sur, dejó de lado la novela, abandonó Nueva York y volvió a Alabama para escribir Otras voces, otros ámbitos. Después del éxito de ese libro, él y su editor en Random House discutieron la publicación de Summer Crossing como su segunda novela. Decidieron no hacerlo, creyendo que no era el libro correcto para suceder a su fenomenal debut. A pesar de la decisión, Capote continuó corrigiendo Summer Crossing hasta por lo menos 1953. Reescribió pasajes, desechó frases y tomó notas en varias hojas sueltas (también este material se subasta en Sotheby’s). En algún momento de mediados de los ’50 empezó a decirles a sus amigos y asociados que había destruido el manuscrito (si hizo las revisiones antes o después de esto es algo de lo que no podemos estar seguros). Ninguno de los que trabajaron con él por el resto de sus vidas, y aquellos que seguimos trabajando para él hoy, tenían alguna razón para creer que la historia era falsa y que el manuscrito todavía existía. Después llegó la noticia de So-

theby’s: el manuscrito había aparecido. Cómo terminó en la subasta no era algo que realmente me importara.

Como custodio de la obra de Capote en Random House, me interesaba saber si era un libro que la gente querría leer. En otras palabras, quería saber de qué se trataba. Fui a Sotheby’s sin demasiadas expectativas. La mayoría de los borradores, incluso aquellos escritos por un genio, son imposibles de publicar. Contienen demasiados pensamientos incompletos, escenas sin forma, personajes sin desarrollar e inconsistencias que no pueden interesarle a nadie, salvo a un académico. Los manuscritos presentan además sus propios problemas. Si hay varias palabras ilegibles, lo que quiso decir el autor se pierde demasiado como para que un editor publique un libro. Mis expectativas eran tan pocas que le dije a mi asistente que estaría en la subasta sólo una hora y volvería antes del almuerzo. Me senté a leer Summer Crossing por primera vez en una pequeña habitación sin ventanas, con un mostrador de fórmica blanco que hacía de escritorio. Capote escribió la novela en cuatro cuadernos escolares anillados. Su letra manuscrita puede ser difícil de descifrar, en general una línea recta con la ocasional “t” o “i” emergiendo de ella. A mis ojos les costó un rato ajustarse. Pero pronto empecé a encontrar las pautas de su pluma y cuando sucedió, la lucha por descifrar palabras se transformó en el placer de leer a Truman Capote. En seguida pude ver que incluso a los diecinueve años escribía mejores oraciones que cualquier autor de su época.

Para cuando terminé, me había perdido el almuerzo y sabía que Summer Crossing era una novela que Random House debía tomarse en serio.

Organicé todo para que el manuscrito fuera tipeado. Una vez que estuvo lista esa copia, Alan y mi colega en Random House Bob Loomis pudieron leerla también. Ambos habían sido escépticos acerca de sus méritos. Pero, como yo, quedaron felizmente sorprendidos cuando la terminaron. Estaban de acuerdo en que el libro tenía interés histórico y valor literario. La heroína es un antecedente de la Holly Golightly de Desayuno en Tiffany’s. Es una creación vívida y auténtica, memorable por su complejidad y ambigüedad moral. La novela también ofrece la prosa clara y límpida de Capote –su marca durante toda su carrera– que ya había alcanzado la madurez a los diecinueve años. Y a pesar de ser tan “sureño”, Summer Crossing demuestra lo bien que entendía Nueva York. Como su talento, la ciudad corría por sus venas.

En varias conversaciones durante un período de cuatro meses, Alan y yo hablamos sobre si debíamos publicar el libro. Discutimos sobre cómo afectaría la reputación de Capote. Releí otros libros del autor, especialmente Desayuno en Tiffany’s, para evaluar cómo se insertaba Summer Crossing en su obra. Hablamos sobre cómo publicar el libro, si ésa era nuestra decisión final y sobre cómo preparar el manuscrito editorialmente. Consultamos a un puñado de lectores, que generalmente compartieron nuestra sorpresa e interés. No apuramos nuestra decisión porque no había motivos para hacerlo. Entendíamos que muchos lectores alrededor del mundo adoraban la escritura de Capote y no queríamos hacer nada que disminuyera ese prestigio. También discutimos sobre el significado de publicar algo que, tal como sabíamos, Capote había decidido no editar. La decisión de Capote de no editar Summer Crossing fue tomada muy temprano en su carrera. Tenía sólo un libro en su haber y todavía tenía que asegurar su reputación.

Sus trabajos más importantes, en especial Desayuno en Tiffany’s y A sangre fría, estaban adelantados a su tiempo. Ahora, más de cincuenta años después, la reputación y la importancia literaria de Capote están en su lugar. Sus lectores han visto lo que era capaz de conseguir en el pico de su talento. Summer Crossing es una promesa que Capote cumplió.

La decisión última estaba en manos de Alan, pero a mí se me destinaba la tarea de llegar a la publicación. Finalmente, en una breve conversación telefónica la primavera pasada, le dio su bendición a Random House. Después de tantas discusiones, ya no había más qué hablar. Habíamos llegado a la más simple de las conclusiones: el libro debía ser leído. Lo publicaríamos y se lo daríamos a los lectores de Capote para que responderían por sí mismos mi primera pregunta: ¿qué es? ¿Es Summer Crossing una obra maestra perdida? ¿Una obra de arte precoz? ¿Un buen primer intento? Es mejor dejar esa decisión a los lectores. Por eso, aquí tienen la novela.

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Summer Crossing –contando el agitado verano sin familia de Grady McNeil, inestable chica de clase alta enamorada de chico proletario e inflamable– es un pequeño pero atendible milagro. Una breve novela funcionando como la contracara sombría y adinerada de las idas y vueltas de Holly Golightly de Desayuno en Tiffany’s.
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